tag:blogger.com,1999:blog-30850896329803724842024-03-07T20:23:50.631-08:00Meine Zeit. Blog de crítica social y culturalApuntes sobre textos, vivencias, inquietudes e indignacionesSebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.comBlogger144125tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-5375656373789102722012-11-12T01:55:00.001-08:002012-11-12T02:00:40.739-08:00La Gran Regresión<span style="text-align: justify;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">La
crisis que azota Europa está sirviendo de coartada para desplegar un programa
político de naturaleza constituyente. Con la excusa del estado de necesidad, se
adoptan medidas y prácticas institucionales muy poco útiles para enmendar la
crisis, pero tremendamente efectivas para fundar un nuevo modelo de sociedad
política.</span></span><br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">En
lo referido al caso español, dicho modelo se asemeja de manera inquietante al
que predominó desde la década de los 1830 hasta final del siglo XIX. A
excepción del militarismo, hoy por fortuna desplazado, abundan las analogías
entre nuestro Estado decimonónico y el que, por vía imperativa, pretende
instaurar el partido en el Gobierno. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Para
definir este tipo de organización social, política y económica debemos
referirnos a dos claves fundamentales de su arquitectura: el centralismo y la desigualdad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><b>Neocentralismo</b> <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">En
el orden de los poderes, el centralismo entraña, ante todo, el reforzamiento del
poder ejecutivo frente a los restantes poderes del estado. Su síntoma más
evidente es el <a href="http://www.eldiario.es/politica/Rajoy-gobierna-records-decretos-ley_0_47595467.html">abuso de la
legislación autoritaria</a> por decreto, que <a href="http://politica.elpais.com/politica/2012/09/15/actualidad/1347730845_697711.html">relega a la
cámara baja</a>
a la condición de mera correa transmisora de las directrices gubernamentales,
perdiendo con ello su carácter de asamblea deliberante que controla la acción
del presidente y los ministros. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Desde
la perspectiva centralista resulta coherente que los parlamentos <a href="http://politica.elpais.com/politica/2012/09/06/actualidad/1346919494_518503.html">reduzcan su
número de diputados</a>.
Para justificar esta medida se alegan motivos presupuestarios, pero la realidad
es que pocos escaños necesitan unas asambleas pensadas para ratificar las
decisiones del Gobierno más que para representar el pluralismo político.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">La
concentración de potestades en el ejecutivo requiere también el debilitamiento
o la ausencia de otros contrapoderes. A conseguir este objetivo se dirige la actual
campaña de descrédito contra las Comunidades Autónomas. Con la excusa de la
crisis, pero con los <a href="http://economia.elpais.com/economia/2012/09/13/actualidad/1347551586_741350.html">datos objetivos
del déficit</a>
en contra, ha ido calando en España un discurso interesado de destrucción del
régimen autonómico y consecuente regreso al vetusto Estado de provincias. La
razón última de este pretendido reemplazamiento no es tanto el ahorro como la
revigorización del gobierno central, que se vería liberado de los incómodos contrapesos
que hoy son las regiones autónomas, incluso cuando están gobernadas por el
mismo partido alojado en la Moncloa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Aún
tiene una consecuencia más el encumbramiento del ejecutivo: la colocación de
toda la administración pública bajo su criterio discrecional. Las reivindicaciones
economicistas de revisar el estatuto profesional de los funcionarios,
suprimiendo su inamovilidad para lograr mayor eficiencia, suponen un aspecto
crucial de este retorno al siglo XIX. De triunfar, derrumbarían uno de los
pilares fundamentales del Estado de derecho, como es la independencia del
empleado público frente a los representantes políticos. Recuperaríamos entonces
la figura decimonónica del “cesante”, y la burocracia, de ser un aparato
técnico cualificado e independiente, pasaría a convertirse, ya por entero, en
extensión clientelar del partido de turno. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Ni
siquiera el poder judicial se libra de esta involución generalizada. La
implantación de una justicia onerosa implica un grave quebranto al derecho de
defensa y al principio de igualdad, pero también la vuelta a los tiempos en que
la jurisdicción civil o mercantil era coto reservado de los que podían
permitirse el lujo de litigar para proteger sus derechos legítimos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Desigualdad<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Este
punto nos coloca ante la segunda clave del programa político conservador: la <a href="http://www.rebelion.org/noticia.php?id=151670">“Gran Desigualdad”</a>, por expresarlo
en palabras de Rafael Poch. Lo más obvio en este sentido viene dado por los
severos recortes sufridos –y por las tasas de “repago” introducidas– en los
servicios públicos de sanidad y educación. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">La
multiplicación exponencial de la desigualdad cuenta con otros cauces, acaso más
decisivos. En primer término, el Gobierno pretende transformar la estructura de
las relaciones fundadas en el trabajo, regresando a su fisonomía decimonónica. Bajo
la excusa del respeto a la libertad contractual de las partes, y con el
argumento falaz de que la flexibilidad laboral disminuirá el desempleo, se ha
activado un proceso cuyo objetivo no es otro que convertir las relaciones
laborales en una relación de carácter privado. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Una
vez devaluada –contra el tenor constitucional (art. 37.1)– la negociación
colectiva, y dejada la fijación de las condiciones laborales a la voluntad
superior del empleador, que siempre contará con el chantaje de la “legión de
parados” para revisarlas a la baja, la relación de trabajo volverá a ser de
naturaleza patriarcal y el asalariado estará de nuevo bajo la voluntad
discrecional de su patrón. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">A
estas alturas, debiera saberse ya que considerar al empleador y al trabajador
como partes formalmente iguales tiene como consecuencia, en la práctica, la
consolidación y profundización de la desigualdad material entre ambos. El
origen de todo el derecho laboral, desde la limitación del trabajo infantil y
femenino hasta la imposición legal de unas condiciones mínimas en el contrato
de trabajo (jornada, vacaciones, salario), radica justamente en la limitación pública de
la voluntad del empleador, cuya libertad sin restricciones provocaba la falta absoluta
de libertad en los trabajadores. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">De
nada parecen servir, sin embargo, las enseñanzas de la historia contemporánea.
A día de hoy, todos los logros conquistados con el fin de mitigar la
depauperación de las capas trabajadoras se hallan cuestionados. La
deslegitimación de unos sindicatos ya de por sí debilitados y desacreditados, el
deseo conservador de limitar hasta desnaturalizar el derecho de huelga o la
supresión del carácter vinculante de los convenios colectivos son algunos de los
medios preparados para su abolición. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">El
sistema fiscal progresivo, propio del Estado social e impuesto por nuestra
Constitución (art. 31.1), también se halla en el punto de mira del Gobierno. Si
ya se encuentra en vías de descomposición a causa del fraude consentido y de las
exenciones disfrutadas por los sectores acaudalados, su eliminación completa
tendrá lugar cuando se culmine el tránsito, <a href="http://www.elmundo.es/elmundo/2012/07/09/economia/1341827726.html">anunciado por
Cristóbal Montoro</a>,
desde un régimen tributario basado en los impuestos directos a otro edificado
sobre los indirectos. Nos habrán devuelto entonces a pleno siglo XIX, cuando la
financiación del Estado procedía en su mayor parte de los tributos al consumo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">La
desprotección del trabajo y la distribución inequitativa de la carga fiscal
producirán pobreza y marginación. En un sistema democrático, una situación de
este género puede tener corto recorrido, pues las reivindicaciones de una
mayoría social postergada encuentran pronta representación parlamentaria. Aparte
de la manipulación mediática, a evitar este proceso se dirigen las propuestas, <a href="http://politica.elpais.com/politica/2012/10/01/actualidad/1349087714_737791.html">en algún caso
materializadas</a>,
de convertir la función representativa –también como hace un par de siglos– en
un título honorario y en un desempeño gratuito, lo cual garantizaría la
identificación entre los diputados y los sectores no desposeídos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Y
mientras la crisis va generando el ambiente propicio para generalizar esta
medida, el Gobierno recurre a una estrategia igualmente regresiva: la criminalización
de la disidencia y su sistemática conversión en <a href="http://blogs.publico.es/escudier/1348/la-lacra-del-derecho-de-manifestacion/">un problema de
orden público</a>.
Los intolerables –y por desgracia cada vez más frecuentes– abusos policiales
contra manifestantes y el recurso a <a href="http://www.publico.es/espana/442338/penas-de-hasta-1-ano-de-carcel-a-quien-incite-por-twitter-a-alteraciones-graves-de-orden-publico">tipos delictivos
tan imprecisos</a>
que ponen en cuestión el derecho elemental a la seguridad jurídica son algunas
de sus más palpables evidencias. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Conclusión<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Estamos
inmersos, pues, en un proceso materialmente constituyente, desplegado con la
coartada de la crisis, desarrollado en abierto incumplimiento de los requisitos
formales exigidos para un procedimiento de tal naturaleza y cuya intención
última, a grandes rasgos, no es otra que regresar a la situación política
vigente en el siglo XIX, que se caracterizaba por el centralismo autoritario y
la desigualdad económica y social. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Por
este motivo resulta irónico que los conservadores basen sus ataques a los
sindicatos, a la protección de los trabajadores, al derecho de huelga o al
impuesto sobre la renta en su presunto carácter obsoleto, cuando el modelo que tácitamente
preconizan se ubica en un periodo histórico anterior al que denostan. El
problema es que el sistema político añorado por el liberalismo conservador se
desplomó a causa de unas dramáticas contradicciones que nos condenan a revivir.
Olvidan, sin embargo, que cuando un pasado trágico regresa suele hacerlo como
farsa. </span><span style="font-family: 'Times New Roman', serif; font-size: small;"><o:p></o:p></span></div>
Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-59882961189667842762012-10-15T11:43:00.001-07:002012-10-15T11:44:49.724-07:00Españolizar a los catalanes o la historia como adoctrinamiento<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Según
el diagnóstico del actual ministro de Educación, el rebrote del independentismo
catalán ha sido provocado, entre otros motivos, por la <a href="http://www.eldiario.es/politica/Educacion-objetivo-Gobierno-espanolizar-catalanes_0_56694437.html">enseñanza
torcida de la historia</a> que la <a href="http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/10/02/actualidad/1349170432_532091.html">descentralización
educativa</a>
ha permitido. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Los
conservadores son muy poco dados a discurrir en términos materialistas. Cuando
una mayoría muestra preferencias contrarias a lo que ellos consideran el «orden
natural de las cosas», suelen achacarlo a un extravío cultural causado por adoctrinadores
indeseables. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Así
ocurría a fines del siglo <span style="font-variant: small-caps;">xix</span>,
cuando el movimiento obrero no cesaba de crecer. Los intelectuales y
publicistas conservadores explicaban por entonces el auge del socialismo como
un fenómeno propiciado, en última instancia, por la ingenuidad y el
descreimiento de la plebe, hábilmente manipulada por unos cuantos líderes
irresponsables de magnética oratoria. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Décadas
después se hizo patente en España que buena parte de la sociedad persistía en
sus deseos de mayor justicia social en la economía, menos catolicismo en las
instituciones y escuelas y más igualdad entre hombres y mujeres. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">La
obstinación de esos anhelos continuaba siendo, para los prohombres de la
derecha, una desviación cultural. Eso pensaba José María Pemán, para quien los
ideales plasmados en la Constitución de la II República se debían a la
influencia de «los hijos espirituales de catedráticos y profesores que, a
través de instituciones como la llamada ‘Libre de Enseñanza’, forjaron
generaciones incrédulas y anárquicas». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Con
esta advertencia, recogida en una circular de diciembre de 1936, se dirigía
Pemán, entonces presidente de la Comisión (golpista) de Cultura y Enseñanza, a
las instancias depuradoras para que expulsasen sin contemplaciones a los
docentes de izquierdas. Se trataba de extirpar de la escuela todo atisbo de racionalismo
progresista, para refundarla con arreglo a los valores del nacionalcatolicismo.
<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">A
ello acudió una orden de marzo de 1938, recordando que «una escuela donde no se
aprende a amar a España no tiene razón de existir». Según el legislador
franquista, para inculcar ese amor a la nación –una, grande y libre– había que
recurrir a «la enseñanza de la Historia», inmejorable «medio de cultivar el
patriotismo». <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">«Así
fue en el pasado, así es en el presente», concluía, lapidaria, la disposición
citada. ¿Y así debe seguir siendo en la actualidad?, cabe preguntarse ahora, después
de haber oído al ministro Wert.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">De
sus palabras se deduce una convicción: los catalanes no se sienten «orgullosos
de ser españoles» por culpa de la historia (catalanizada) que aprenden en las
escuelas. Si este es el problema, la solución no puede ser otra que imponer en
Cataluña la enseñanza de una historia (españolizada) que sirva para fomentar el
patriotismo. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">En
el planteamiento ministerial, el fenómeno del independentismo se reduce así a
una cuestión de valores y cultura. Sin embargo, desde una óptica igualmente
cultural, el ciudadano debe formularse un interrogante básico: ¿qué función
debe cumplir en una democracia la historia transmitida en las aulas? ¿Debe ser
vehículo de adoctrinamiento nacionalista apoyado en mitologías sentimentales? ¿O
más bien fuente de ilustración crítica basada en el rigor científico?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Puede
intuirse cuál es la historia de España que el ministro conservador tiene en
mente para nacionalizar a los alumnos catalanes. Quizá se trate de la rancia
versión nacionalcatólica que él mismo aprendiera en sus años de estudiante,
aquella de la conversión de Recaredo, la Reconquista, la unidad nacional
recobrada por los Reyes Católicos y el «Descubrimiento» de América.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Un
relato elaborado con este patrón españolista no solo devolvería la enseñanza de
la historia a la época franquista, e incluso a la decimonónica. También la
situaría cuatro décadas por detrás de la producción historiográfica nacional e
internacional, algo que solo serviría para hacerla objeto de sospecha y
rechazo, pues no dejaría de sorprender a muchos estudiantes las divergencias
que separarían la versión escolar y la de los profesionales independientes de
la historia.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">¿Y
qué sostiene esta última versión? Básicamente, que la historia de España se halla
atravesada por un pluralismo jurídico y político irreductible.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Francisco
Tomás y Valiente, en una obra sobre la España del siglo <span style="font-variant: small-caps;">xvii</span>, trajo a colación una reveladora anécdota al respecto.
Fallecido en 1479 Juan II, rey de Aragón, su hijo Fernando le sucedió en el
trono. Según narra el cronista de los Reyes Católicos, algunos consejeros
reales recomendaron entonces a Isabel y Fernando titularse como «reyes e
señores de España». Conscientes de la diversidad de reinos sobre los que
gobernaban, ambos prefirieron presentarse como «rey e reyna de Castilla, de
León, de Aragón, de Seçilia, de Toledo, de Valençia, de Galizia, de Mallorca,
de Seuilla», y así hasta completar todo el mosaico de «reinos, condados y
señoríos» que formaba la monarquía española poco antes de tomar Granada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Tan
abigarrada titulación se mantuvo intacta en lo fundamental durante los dos
siglos posteriores. No debe extrañar el dato. Como bien ha descrito John H.
Elliot, la geografía política de la Europa moderna se basaba en el modelo de
las «Monarquías compuestas», entidades conformadas por múltiples cuerpos
políticos, con sus particularidades institucionales, jurídicas y culturales.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Ni
siquiera tras la Guerra de Sucesión, y el acceso al trono de Felipe V, feneció
este pluralismo. La abierta pretensión del nuevo monarca de reducir sus reinos
«à la uniformidad de las Leyes de Castilla» chocó con la constitución
pluralista de España. Si bien a través de los llamados Decretos de Nueva Planta
(1707-1716) se reforzó el poder real, no dejaron de reconocerse fueros,
costumbres y privilegios a los reinos. Y aunque se eliminaron instituciones
regnícolas relevantes, no se logró fundar un orden uniforme. El peso de las
tradiciones particulares lo impidió, permitiendo solo crear un entramado
institucional híbrido, heterogéneo e igualmente pluralista.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Resulta
esclarecedor en este sentido que, ya reinando la dinastía de los Borbones, los
primeros diccionarios de la Academia de la Lengua (1734, 1780) recojan el término
«nación» con el significado de «lugar de nacimiento» o «colección de los
habitadóres en alguna Provincia, Pais ò Reino». Y es que hasta la revolución
constitucional de principios del siglo <span style="font-variant: small-caps;">xix</span>
no contemplaremos un uso del concepto «Nación española» más próximo a su
entendimiento actual. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Será,
no obstante, un espejismo. Justo en las vísperas de la Constitución de Cádiz,
cuando se emprendió la reforma de la antigua Monarquía, aparece todavía una
noción compuesta de la misma, inseparable de los cuerpos políticos que la
formaban. E incluso en la propia regulación constitucional, lo tratado como «Nación
española» era realidad bien distinta a lo que hoy podría entenderse como tal,
pues incluía a «los españoles de ambos hemisferios» y excluía expresamente a
los esclavos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">Habrá
que esperar a la década de los 1830 y 1840 para que se elabore, difunda y
comience a generalizarse la concepción esencialista, uniforme y patriotera de
España a la que Wert, probablemente, hace referencia. Historiadores,
intelectuales, academias e instituciones públicas contribuyeron entonces a forjar
esa imagen monocolor, cuyo (estéril) propósito fue dotar de una base social
homogénea a un Estado frágil. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;"><br /></span>
<span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif; font-size: large;">De
nacionalizar a los españoles, que se sentían más súbditos de un monarca, miembros
de una confesión y vecinos de un municipio que nacionales de un Estado, el
relato nacionalcatólico pasó a desempeñar funciones excluyentes de consecuencias
deplorables. Desde la Restauración sirvió para estigmatizar como enemigos a
quienes, por republicanos, ateos, separatistas o izquierdistas, negaban el
carácter intangible de los presuntos atributos nacionales (monarquía, unidad,
catolicismo). El golpe de 1936 y la represión que desencadenó quisieron ser, de
hecho, una suerte de «solución final» que terminase de proscribir a todos estos
miembros de «la anti-España», entre los que destacaban, junto a los comunistas,
los catalanistas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span>
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">Vistos
los terribles antecedentes del canon nacionalcatólico, muy especialmente sufridos
por quienes militaron en el independentismo, debemos preguntarnos: ¿sobre qué
desfasado, anticientífico y excluyente relato histórico pretende <a href="http://www.eldiario.es/politica/Santamaria-Wert-necesario-realidad-espanola_0_57044672.html">el gobierno</a></span><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"> fundar el
«orgullo de ser españoles»? Debe advertirse a este respecto que, en una
democracia constitucional, acaso no quepa otro orgullo nacional que el de ser
ciudadanos con sus derechos y libertades escrupulosamente reconocidos y
respetados. Y en cuanto a la enseñanza de la historia, mejor arrebatársela a
los nacionalismos de todo tipo, en cuyas manos se degrada hasta convertirse en
manipulación del pasado para adoctrinamiento y subyugación presentes.</span></span><span style="font-family: Times New Roman, serif; font-size: 12pt;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 3pt; text-align: justify;">
<span style="font-size: large;"><span style="font-family: Georgia, Times New Roman, serif;">(<a href="http://www.cuartopoder.es/tribuna/espanolizar-a-los-catalanes-o-la-historia-como-adoctrinamiento/3321">Publicado en Cuarto Poder</a>)</span></span></div>
Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-3167495942288355742012-05-31T14:59:00.000-07:002012-06-01T00:34:04.310-07:00El tamaño del agujero<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Entre otras cosas más penosas, esta crisis está sirviendo para instruirse en economía y finanzas, refrescando con ello lo aprendido en las clases de economía política de la carrera. La cuestión es que, a poco que uno se pone a profundizar con el mero razonamiento, se percata de que las informaciones periodísticas convencionales sobre la crisis son superficiales e insuficientes. Pongamos un ejemplo de ello. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Parece fuera de discusión que el gobierno actual ha decidido rescatar a la banca española. Dejemos de lado la controversia, inexistente en los medios, acerca del acierto, o no, de tal medida. Al menos han empezado a tener la osadía de señalar carencias donde los dirigentes anteriores solo encontraban el "sistema financiero más solvente del mundo". Otra cosa es que, a diferencia de lo que ocurría en los años 1930 en Alemania, cuando el canciller recurría a decretos de excepción con el fin de no aplicar la ley de quiebras a los bancos rescatadas, hoy se aplique un régimen mercantil privilegiado a la banca, para agravio y oprobio de cualquier pequeña y mediana empresa abocada a la quiebra. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Sí, ya sé, dejar caer a la banca provocaría "un riesgo sistémico", un "pánico bancario", el "corralito"; no obstante, hasta ahora, no ha habido un periodista ni un economista que se haya dignado a facilitar la cifra que esconden esos lemas, el montante que supondría sufragar la quiebra de los bancos insolventes garantizando el máximo de los depósitos. Si hubiera circulado dicha cifra, igual me habrían convencido de inmediato. Como la desconozco, no dejo de creer que un horizonte de quiebra localizada y controlada de la banca generaría dos ventajas: 1) hacer desaparecer deuda por impago y desaparición del deudor, algo que no ocurrirá con el rescate público; y 2) hacer ver a los defensores del rescate, como Alemania, que el problema que quieren solucionar con él es, en realidad, un problema general, que afecta muy principalmente a la banca alemana, con lo que su solución debe ser compartida y solidaria, mas no basada en el expolio y empobrecimiento unilaterales de una de las partes implicadas, o qué piensan, ¿que el banco alemán que sufragaba la fiesta no ha sido tan irresponsable y especulador como la caja española que chorreaba créditos sin criterio?</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Pero perdonen la digresión. Me he puesto frente al ordenador para mostrar con un sencillo ejemplo hasta qué punto las informaciones económicas actuales pueden ser simplistas. Una de las cuestiones más debatidas en estos días es la del tamaño de nuestro agujero bancario-inmobiliario: ¿a cuánto asciende el crédito promotor y familiar incobrable o dudoso? ¿cuánto dinero tiene la banca en activos tóxicos? y, por consiguiente, ¿cuál ha de ser el importe de nuestro rescate? </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Las cifras más realistas sitúan el crédito incobrable o dudoso en torno a 250.000 millones de €. Otros más optimistas hablan de 100.000, y por ahí andará torpemente el rescate, en aplicación de esa equivocada táctica de sacar la mierda en partes, por eso de no asustar al personal. Pues bien, sabiendo que el crédito total en España supera el billón de euros, los cálculos de estas cifras redondas pueden estar equivocados, sencillamente por el hecho de que la cifra total del agujero es <i>móvil</i>, e irá transformándose según la coyuntura económica vigente en cada momento. Y esa movilidad, en un contexto de rescate y de restricciones aún mayores, será siempre <i>in crescendo</i>. Ahí van dos pequeñas muestras de ello:</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">a) El rescate que se hará del Estado español para que, a su vez, éste pueda rescatar a su banca quebrada estará, con toda probabilidad, cargado de condiciones leoninas: bajada de sueldos y subsidios, mayor desempleo, privatizaciones, etc. Esto provocará de inmediato una bajada de la renta disponible, de modo que todos aquellos que, en la situación actual, cuentan con un préstamo hipotecario o al consumo, y están al corriente de sus pagos, pueden, en un escenario de rescate, verse desplazados hasta engrosar la masa de morosos, haciendo así aumentar la cantidad total de activos tóxicos. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">b) Esas mismas condiciones impuestas por el rescate enfriarán aún más la demanda interna. Fíjense que la apuesta de devaluarnos para exportar es, salvo una proporción minúscula, inaplicable al mercado inmobiliario, solo susceptible de ser absorbido por la demanda interna. Pues bien, si esa demanda se debilita todavía más, si con su pérdida generalizada de poder adquisitivo solo puede permitirse comprar inmuebles, no al 70 o 65% del valor contable actual, que será lo que reconocerán los evaluadores de nuestra banca, sino al 40 o al 35%, entonces el tamaño del agujero aumentará; los inmuebles serán los mismos, pero su valor de mercado será todavía menor, con lo que las pérdidas de la banca serán mayores de las calculadas en un comienzo, lo cual generará nuevas necesidades de rescate. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En resumen, si el rescate viene acompañado de condiciones y exigencias que profundicen la recesión económica, el agujero que se pretendía tapar no hará sino crecer, porque aumentará la cantidad de morosos y se devaluará todavía más la cartera de inmuebles que posee la banca. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Como insinué en mi digresión, mucho hay que argumentar para convencer de que la salida y fin del euro o la quiebra de los bancos describan un horizonte más desolador que el círculo vicioso en el que vivimos instalados desde hace más de dos años. Y el problema es que en pocos debates públicos se barajan estas otras alternativas. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-36296809332766409082012-05-10T05:46:00.002-07:002012-05-10T10:20:04.763-07:00Las dos (o más) izquierdas entre la historia alemana y la Grecia actual<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Ayer, el candidato a la presidencia griega por la coalición izquierdista Syriza reconocía que le había sido imposible formar gobierno. Si el candidato del PSOK no lo consigue, en los próximos días habrán de convocarse irremediablemente nuevas elecciones. Y si la formación de un gobierno estable ha devenido imposible será, entre otros motivos, por el penoso desacuerdo entre las cuatro formaciones de izquierda que se presentaron a las pasadas elecciones: Syriza (comunismo y ecosocialismo europeísta, con un 16,6%), PSOK (socialdemócratas y socioliberales, 13,4%), KKE (comunismo de estela soviética, 8%) y la Izquierda Democrática, con un 6,1%; cuatro formaciones que, como puede calcularse, cuentan con un respaldo del 44,1% de los griegos que decidieron ir a votar el pasado domingo. (Recuérdese que en España el PP gobierna con una amplia mayoría absoluta justamente con el 44.62% de los votos).</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">A muchos comentaristas oficiales les escandaliza la fragmentación y dispersión del voto. Prefieren la gobernabilidad a la proporcionalidad y al pluralismo político (ese valor que, según la Constitución, informa nuestro Estado). Yo tiendo a inclinarme por lo segundo, pero tengo muy presente que el pluralismo debe ser capaz de transmutarse en unidad para la toma de decisiones políticas. Y la izquierda europea parece experimentar un bloqueo insuperable frente a esa exigencia política y pragmática de convergencia. La experiencia griega, al menos por ahora, ha vuelto lamentablemente a ponerlo de relieve. El problema, de suma gravedad, es que lo ha hecho en una coyuntura extremadamente delicada, por el notable auge de Aurora Dorada, una derecha ultranacionalista y filonazi que ha obtenido el 7% de los votos. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">La situación griega me hizo recordar la crónica del judío, militante del SPD y exiliado Franz Neumann sobre el "derrumbamiento de la democracia" en la Alemania de Weimar. Entre otras enseñanzas, de ella se deduce la considerable responsabilidad que en tal desplome tuvieron las dos izquierdas, la socialdemócrata y la comunista. Os resumo sus contenidos (<i>Behemoth</i>, pp. 47 ss.)</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">***Desde 1922 y hasta 1929, la República de Weimar había funcionado de manera relativamente estable debido a "una prosperidad ficticia hecha posible por préstamos extranjeros". La crisis financiera manifestó de manera dramática la debilidad de ese crecimiento económico. Sus efectos se trasfirieron rápidamente al campo político. El Partido Demócrata, uno de los miembros de la coalición que apoyó la Constitución de 1919, se hundió por completo. El <i>Zentrum</i> católico, también artífice de aquella norma fundamental, se escoró claramente a la derecha. Y socialdemócratas y comunistas dedicaban "mucha más energía a combatirse entre sí que a la lucha contra la amenaza creciente del nacional-socialismo". </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En enero de 1932 la situación era angustiosa: el paro rondaba los ocho millones de personas. Cada vez mayor número de desempleados no recibía subsidio alguno. "Los jóvenes desocupados constituían por sí solos un problema especial". Había revueltas campesinas, los terratenientes carecían de financiación, así como los pequeños empresarios. "Los propietarios de casas no podían cobrar sus rentas. Quebraban bancos y el gobierno federal se hacía cargo de ellos". Lobbys industriales eran rescatados "a precios muy superiores de su cotización en el mercado". El déficit presupuestario no paraba de crecer y no se activaban programas ambiciosos de "obras públicas" por el temor de "los reaccionarios" a que "revivificara el decaído poder de los sindicatos". </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En el plano político, la presencia de 107 diputados nacionalsocialistas en el <i>Reichstag</i> (Parlamento) hacía imposible toda formación de gobierno. Y es aquí donde se presentó el dilema para el SPD. Tenía, de un modo u otro, que propiciar una salida a aquel colapso y las salidas eran solo dos: debía elegir "entre el camino de la revolución política mediante un frente unido con los comunistas dirigido por los socialistas o la cooperación con las dictaduras presidenciales de Brüning, von Papen y Schleicher en un intento de eliminar el peligro mayor que representaba Hitler".</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">La decisión inicial fue "tolerar el gobierno Brüning". Posteriormente, en las elecciones a la jefatura del Estado de abril de 1932, en vez de hacer frente común con el comunista Thaelmann, el SPD decidió en la segunda vuelta apoyar al mariscal Paul von Hindenburg con el fin de evitar la victoria de Hitler. Al giro de dos meses, mostrándose una vez más, como en los años 1920, que 'Roma no paga traidores', Hindenburg suspendía la autonomía del Estado de Prusia, gobernado por el socialdemócrata Otto Braun, y nombraba como comisario gubernamental del mismo a Papen. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">A la vuelta del verano, en noviembre de 1932, se celebraron nuevas elecciones legislativas, en las que el NSDP perdió 34 escaños. Por su parte, los comunistas estaban convencidos de que Hitler solo iría a peor, y de que, "en un inmediato futuro", llegaría la ansiada "revolución social que instaurase la dictadura del proletariado". Y por la suya, los socialdemócratas creyeron que el nacionalsocialismo estaba derrotado por este relativo revés electoral. Así, su principal teórico, Rudolf Hilferding, sostenía a primeros de enero de 1933, en un artículo titulado <i>Entre dos decisiones</i>, que, una vez debelado Hitler, la "aspiración primordial de los socialistas era la lucha contra el comunismo". El SPD decidió así negarse a colaborar con el primer ministro Schleicher y rechazar "el frente único con el partido comunista". </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Simultáneamente, el 4 de enero de 1933, "el banquero de Colonia Kurt von Schroeder arregló una conferencia entre von Papen y Hitler que produjo una reconciliación entre los viejos grupos reaccionarios y el nuevo movimiento contrarrevolucionario". A final de mes, Hindenburg encomendaba a Hitler formar gobierno y lo nombraba canciller de Alemania. ***</span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Si el lector ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí se habrá quedado asombrado por los paralelismos: desempleo, crisis del crédito, rescate de bancos y corporaciones con dinero público y auge del nacionalismo exacerbado. Sin embargo, las diferencias son abundantes. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Como me recordaba Paco Robles por tuiter, el comunismo al que se oponía el SPD no era otro que el de Stalin. En parte, efectivamente, era así, aunque ni toda la izquierda fuera del SPD era pro-soviética, ni Stalin, en 1932-33, tenía ya como prioridad absoluta europea desencadenar una revolución social, sino más bien frenar el auge del fascismo, por mucho que en la URSS estuviese ya entregado a sus purgas genocidas. Además, lo que diferenciaba por entonces a socialistas y comunistas no era tanto el fin, la abolición de la sociedad de clases, como el medio, revolucionario en un caso y reformista en otro. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">De cualquier manera, hoy por ningún lado se aprecia esa inminencia de revolución igualitaria que espoleaba a los nacionalsocialistas. La base -y buena parte de la causa- del conflicto de entonces era además una sociedad que arrastraba todavía claras inercias feudales, mientras que la de hoy es una sociedad económicamente cada vez más desigual, cierto, pero jurídica y políticamente mucho más homogénea. Por eso, trazar paralelismos entre aquel escenario y éste no deja de ser un ejercicio de simplismo historiográfico.</span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">No obstante, estaríamos ciegos si no apreciásemos ciertas semejanzas entre la actitud de socialistas y comunistas de aquellos tiempos y socialdemócratas e izquierdistas críticos de ahora. A no ser que reparen su error concurriendo a la segunda convocatoria coaligados, no han estado a la altura de los acontecimientos al colocar sus desacuerdos subsanables por encima de la formación de un gobierno sólido de signo rotundamente progresista. Si Aurora Dorada capitaliza esta discordia, y los conservadores, como en la Alemania del 1932-33, concluyen por darle oxígeno, podríamos repetir lo peor de nuestra historia, y buena parte de la responsabilidad se deberá al anticomunismo de los socialdemócratas y a la intransigencia y dogmatismo proverbiales de muchos comunistas. </span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><i>Coda.</i> Y si al final la cosa queda en Grecia como parece, con coalición centrista entre Nueva Democracia, PSOK e Izquierda Democrática, también la discordia entre las izquierdas, entre los comunistas de tradición soviética y los europeístas y democráticos, habrá impedido un giro sustancial en la política económica griega, pues de haber concurrido juntos a las elecciones, con su más del 20% de votos, habrían sido, con el <i>bonus</i> de 50 diputados al partido más votado, la formación ganadora. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-46038950379913349442012-04-25T01:16:00.001-07:002012-04-26T12:13:25.219-07:00La antropología dual de los liberales<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En política, habría que distinguir entre teoría e ideología. La primera trata de fundamentarse en axiomas racionalmente contrastados. Sus proposiciones deben ser el fruto de la deducción lógica y cumplir la regla de la coherencia y la no contradicción. Una vez elaborada, los principios y consecuencias que la forman deben aplicarse a la realidad, ya sea para corroborarla o, cuando cumpla, para criticarla. La ideología, en cambio, no cumple exigencias de trabazón racional, pues su misión es servir a algún grupo social. Es incapaz de no incurrir en contradicciones, pues le resulta inherente la doble vara de medir, positiva cuando se aplica al grupo cuyos intereses defiende, y negativa cuando se coloca sobre los restantes sectores sociales. Y su despliegue tampoco es lógico-racional; más bien va desarrollándose de modo oportunista, al compás de las posiciones que salvaguarda, acuñando argumentos favorables a ellas a posteriori. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">El liberalismo económico da múltiples muestras de ser, no tanto una teoría racional, cuanto una ideología al servicio de unos pocos. Un caso muy evidente lo tenemos en sus premisas antropológicas. Pueden ser tanto optimistas como pesimistas, según el marco de relaciones que examine. Si se trata de las relaciones de intercambio comercial, entonces el hombre es un dechado de virtudes, actuará siempre de modo racional, comprará lo mejor y más barato, no se dejará llevar por insanas influencias publicitarias ni obedecerá a las necesidades creadas por el poder. Ahí, el hombre es un sujeto racional perfecto, el elemento indispensable para deducir que el mercado se rige, ante todo, por la ley racional e inmejorable de la oferta y la demanda.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En las relaciones de trabajo es otro cantar. Aquí entran en juego postulados pesimistas, que pintan al hombre con trazos muy poco generosos. Todo trabajador es un holgazán potencial; si no se cuenta con los elementos coactivos precisos, si no se le rodea de interinidad e inseguridad, el hombre siempre optará por acogerse a la ley del mínimo esfuerzo y entregarse a la molicie, por mucho que ello perjudique los intereses de su empresa y, a la larga, los suyos propios. En este caso, el hombre no parece poseer sentido racional alguno, ni es capaz de discernir a medio plazo y de anticiparse a las consecuencias negativas que podrían derivarse de un cultivo generalizado de la pereza. Por eso, reducido a sus tendencias más primarias, es conveniente introducir factores que lo disciplinen, como la amenaza del despido, la posibilidad de recortar su salario o la misma vigilancia de su jornada de trabajo. Así, ese trabajador que cuando va al supermercado es el mismo <i>logos</i> andante, cuando se encuentra en el curro se convierte en un <i>homo sapiens </i>poco evolucionado.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Las premisas vuelven a dar un giro considerable si, en vez de al trabajador, la teoría liberal se pone a contemplar y a explicarnos las cualidades del <i>emprendedor</i>. En este caso, el hombre va a tomar las decisiones más responsables, su objetivo último, la generación de riqueza y empleo, está marcado por la generosidad y por una visión precisa del interés general, virtudes, ambas, indispensables para garantizar un orden social próspero y cohesionado. Por eso conviene quitar todas las trabas impuestas por la legislación a esta inclinación a la bondad, desembarazarla de miedos, como el muy comprensible temor a comprometerse de por vida con un trabajador por culpa de los despidos impagables. Una vez librada de estas injerencias externas, la actividad del empresario podrá desplegar toda su capacidad benefactora, haciéndonos alcanzar el pleno empleo y la satisfacción general. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Puede apreciarse, en este simplificado ejemplo, cómo la ideología liberal parte de una concepción del hombre diferente según convenga a los intereses que defiende. Si hubiese tratado de ser algo más coherente (y teórico), podría haber generalizado su antropología pesimista al caso de los empresarios, considerándolos, no como holgazanes potenciales, sino como tiburones despiadados del beneficio, para cuya inmediata maximización son capaces de tomar decisiones cortoplacistas e irracionales en detrimento de sus empleados, del interés general y, pasado el tiempo, de su propio interés egoísta, si no se les rodea, como al trabajador, de los mecanismos coactivos necesarios que les disuadan a adoptarlas. En el caso de que los liberales hubiesen tratado de ser algo más exigentes, desde el punto de vista racional, con sus premisas, no habrían entonces aprobado una reforma laboral como la que padecemos, que ya ha comenzado a devastar nuestro mercado de trabajo. Pero, claro, eso es mucho pedir a los que se encuentran obnubilados por la ideología -que no teoría- liberal.</span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-91669345239698382102012-04-23T03:21:00.000-07:002012-04-23T14:35:36.021-07:00Sobre las elecciones francesas<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Mucho más que la irrisoria y precaria victoria de Hollande, o que el desgaste no tan decisivo de Sarkozy, el dato más revelador de los resultados de las elecciones francesas ha sido, a mi juicio, el considerable crecimiento de la extrema derecha. Llama la atención cómo, a estas alturas, puede todavía convencer de forma masiva el discurso populista y falsamente anticapitalista y regeneracionista de Marine Le Pen. Parece obvio que sus consignas interpelan a la dimensión más primaria de los hombres, capitalizando sus miedos ante esta época de crisis e incertidumbre. La cuestión es que esa experiencia ya debiera estar vivida: también Hitler y el NSPD se presentaron en su momento como defensores de la auténtica democracia, como representantes de la verdadera nación alemana, como protectores de los alemanes frente a la maldad de capitalistas, banqueros, judíos y revolucionarios. La realidad a partir de 1933 demostró, sin embargo, que aquel programa presuntamente popular iba a desarrollarse en buena parte en contra de las capas populares alemanas que lo habían aupado y a favor de una parte de su clase industrial. La lección no parece haberse aprendido y ayer Le Pen veía aumentar su respaldo electoral sobre todo gracias al apoyo de la clase obrera. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">El peligro es real porque el resultado refleja una tendencia que, de continuar la coyuntura presente, habrá de profundizarse. Parece evidente que la frustración y el temor provocados por esta crisis están siendo capitalizados, sobre todo, por la extrema-derecha. Sus invocaciones nacionalistas, su ataque a la corrupción de los políticos, su explotación del chivo expiatorio de la inmigración y su retórica anticapitalista se asemejan como un calco al imaginario nacionalsocialista, y, como él, parece todavía capacitado para generar adhesiones masivas. Si la crisis sigue recrudeciéndose, si la indecorosa inmoralidad del capitalismo financiero continúa haciendo estragos, todo apunta a que la extrema derecha crecerá todavía más. Téngase presente que los tiempos actuales, como los de entreguerras, han acelerado su ritmo, y el 18% de ayer puede convertirse, en el giro de un par de años, en un 25 o en un 30%, si los partidos gobernantes y la propia Unión Europea no saben rectificar el rumbo actual, obedeciendo criterios menos cortoplacistas. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">El segundo punto destacable de la noche electoral francesa ha sido el aumento considerable de sufragios en la izquierda crítica. El <i>Front de Gauche</i>, liderado por un enérgico Jean-Luc Mélenchon, antiguo ministro de Jospin, vio crecer su respaldo electoral desde el misérrimo 1.93% (equivalente a 707.200 de votos) obtenido por los comunistas franceses en 2007 al 11.11% actual (equivalente a 3.985.200 de votos). </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Llama la atención que este sensible auge electoral haya sido interpretado por algunos como un fracaso. Se ha puesto con ello de relieve una estrategia mediática de neutralización de la oposición política de izquierdas que no ha sido la primera vez en aplicarse. Muy básicamente, consiste ésta en inflar deliberadamente las expectativas, para garantizar así que sean con casi total seguridad defraudadas, consiguiéndose con ello una futura retirada de adhesiones y apoyos ciudadanos. Ya pasó con el cartero trotskista Oliver Besancenot. En esta ocasión, hubo incluso algunos blogs que, basándose en supuesta información secreta, apuntaban a una posible segunda vuelta entre Hollande y Mélenchon. Como es natural, en muchos pudo más el deseo que el juicio realista y esperaban un resultado en torno al 20%. Solo tomando como base estas expectativas infundadas, que ni siquiera hallaban correlato en las encuestas, que concedían al FG entre el 12 y el 14%, puede interpretarse el 11.11% como una derrota. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Por el contrario, estamos ante un explícito reconocimiento de una forma de hacer política, de ejercer el liderazgo y de encarar los desafíos de la izquierda, aglutinando sus valores fundamentales de democracia, justicia social, humanismo universalista y ecologismo. De estos resultados acaso pueda predicarse el acierto de una táctica del <i>Front de Gauche</i>: la de reclamar la apertura de un nuevo proceso constituyente. Esta reivindicación es del todo justa en un sentido estrictamente jurídico: las medidas actuales, muchas de ellas adoptadas de modo autoritario a golpe de decreto, vienen a vaciar por una vía de facto el modelo constitucional presuntamente en vigor, el del Estado social y democrático. Para realizar este desmontaje de un modo legítimo desde el punto de vista constitucional habría que convocar de nuevo al poder constituyente, para que las naciones o pueblos europeos pudiesen decidir democrática y libremente si abandonar su sistema político para instituirse en forma de Estado liberal-capitalista. No lo están haciendo y, en ese sentido, todas sus medidas pecan de ilegitimidad originaria en el procedimiento, pues no se limitan a gestionar una coyuntura política desfavorable sino que, como sus adalides mismos proclaman, están refundando el Estado.</span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Es en ese sentido en el que considero acertadas las consignas constituyentes de Mélenchon. No en aquello en que lo exceden. Es decir, basar el programa político presentado a las elecciones en un plan de reconstitución plena del Estado debe corresponderse, para ser creíble, con un apoyo considerablemente mayor al obtenido. De lo contrario, supone la colocación de una parte considerable de la ciudadanía (un 11.11% de los electores, concretamente) en una suerte de situación de rebeldía o desafección total respecto del sistema vigente, lo cual acrecienta su crisis y descomposición y, a la larga, contraria los postulados mismos de la izquierda crítica.</span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">En efecto, la crisis actual está sirviendo claramente para desmantelar el Estado del bienestar, justamente el sancionado por las Constituciones de posguerra. Si la izquierda, con sus consignas constituyentes, desprecia también a estas normas fundamentales, en lugar de defenderlas, entonces termina propiciando, en vez de amortiguando, la progresiva destrucción del modelo que habría de salvaguardar. Por eso creo tan errada la opinión que ayer vertía en su tuiter Alberto Garzón, considerando que los resultados franceses, y el auge del <i>Front Nationale</i>, obligan a intensificar el "proceso revolucionario" para robar adhesiones a la extrema derecha y ganarlas para una supuesta revolución izquierdista. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Ciñéndonos al laboratorio de la historia, no puede estar más desatinado el consejo. En caso de que la izquierda -de una izquierda cuyo apoyo social ronda, como máximo y a día de hoy, el 15-20%- recrudezca su inclinación rupturista y constituyente, en caso de que caiga en la tentación de una (inviable) escalada revolucionaria, eso no produciría un descenso de la extrema derecha, sino su aumento, porque las masas -clases medias acomodadas- que hoy votan a Sarkozy encontrarían mejor protección de sus intereses en la virulencia derechista de Le Pen. Eso sucedió con el fascismo en Italia y con el nazismo en Alemania y podría volver a suceder en Francia si la izquierda crítica se mira el ombligo en lugar de mirar alrededor suya. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">A mi juicio, esta izquierda ecosocialista y comunista debe jugar el papel que Mélenchon le daba en su intervención de anoche: servir de dique al crecimiento de la extrema derecha y servir también de palanca para desalojar al conservadurismo liberal y ortodoxo que rige los designios de Europa para mal de la mayoría. En este sentido, socialdemócratas y socialistas y comunistas deberían aprender profundamente de sus errores, porque de su proverbial enemistad histórica, de las traiciones y tibiezas de unos y de los maximalismos de otros, se deducen muchos de los males que Europa padeció en el siglo XX. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Por el lado de la socialdemocracia habrían de aprender a no tratar con desdén a la izquierda crítica, a cuidarla y favorecerla en los sistemas electorales viendo que es una pieza fundamental en la gobernación progresista. Deberían asimismo tomar nota de que el haber sucumbido al relato neoliberal, el haber asumido sus categorías para explicar la realidad e inspirar sus decisiones, les ha conducido a la oligarquización, a su falta de credibilidad, a la consiguiente retirada de apoyos populares -con beneficio de la derecha centrista y extremista- y, en definitiva, a su fracaso. Y su alianza sustantiva con la izquierda real bien puede servirle para volver a teñir de rojo sus planteamientos y objetivos políticos.</span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">Y por el lado de la izquierda crítica habrían de aprender a cultivar la transigencia, a abandonar su inclinación dogmática a repudiar con visceralidad la diferencia doctrinal y a realizar un juicio realista de las coordenadas presentes, unas coordenadas que no favorecen una ruptura radical del sistema político sin movilización masiva en la que sustentarse (una movilización que sí se dio, por ejemplo, en las recientes experiencias constituyentes latinoamericanas) y que solo permiten la reforma sustantiva y rectificadora del modelo, para lo cual hace falta sellar alianzas progresistas que, en un futuro, acaso puedan crear las condiciones materiales necesarias para una ruptura. </span></div>
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<span style="font-family: Georgia, 'Times New Roman', serif; font-size: large;">De la altura de miras de ambas sensibilidades depende, en definitiva, que no volvamos a adentrarnos en otra <i>Noche de Walpurgis</i>. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-7480947789878588272011-08-30T07:58:00.000-07:002011-09-01T08:32:25.109-07:00A vueltas con la reforma constitucional<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Cuanto más medito sobre el particular, más matices surgen. La aprobación hoy en el Congreso de la toma en consideración de la reforma del artículo 135 de la Constitución pone de relieve problemas de forma y de contenido.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Supone el déficit público un problema de la suficiente envergadura como para llevarlo a la norma fundamental, donde supuestamente se recogen las trazas y principios estructurales del Estado español? Creo que lo acontecido en estos últimos meses, y en especial a principios de agosto, con España al borde de no poder obtener financiación, demuestra que así es. El Estado, tal y como se encuentra instituido en nuestro vigente sistema liberal, no puede sobreendeudarse, so pena de comprometer su misma soberanía. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">En efecto, desde el momento en que el Estado (y las instituciones públicas) carecen de suficiencia financiera, y deben allegar sus ingresos mediante la vía fiscal o la del endeudamiento, una situación deficitaria incontrolada los pone en manos de las entidades privadas que lo financian, como bien se ha demostrado últimamente. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Esto sería alarmante sino fuese porque la circunstancia específica española, según advierten una y otra vez los técnicos de hacienda, se caracteriza por un bochornoso fraude fiscal, por una falta creciente de progresividad -en contradicción, por cierto, con nuestra Constitución- del sistema tributario y por la consiguiente desproporción en el reparto de las cargas financieras entre los ciudadanos españoles. Solo con que se trabajase con algo más de énfasis en este punto buena parte del problema se desinflaría, pero esto no ocurrirá hasta que la dirigencia política no deje de estar plenamente inscrita, con unidad de intereses y creencias, en la oligarquía financiera y económica. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Por lo demás, no me parece en absoluto una insensatez que aquellos políticos que, de manera transitoria, ocupen cargos representativos deban limitarse en sus políticas a los fondos disponibles, ampliados a lo sumo con un crédito limitado, impidiendo así dispendios exagerados a costa de los contribuyentes, pues claro es que hasta el dinero financiado mediante el endeudamiento público termina saliendo del bolsillo del contribuyente.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Porque, esos fondos disponibles, si son complementados con los que legítimamente debiera disponer el Estado en una situación de fraude mermado y progresividad restaurada, no son tan escasos como se piensa. Antes al contrario, podría afirmarse que para las necesidades que deben cubrir las instituciones públicas en un Estado social y democrático son hasta abundantes. El problema es cuando de tales fondos deben vivir bancos rescatados, empresas subvencionadas, terratenientes mantenidos, clientelas satisfechas, cargos artificiales de sueldos vergonzosos, asesores múltiples y el personal de instituciones vacías. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Este es el verdadero problema de Estado, y muy pocos de los políticos actuales se encarga de denunciarlo. El déficit, pues, constituye un problema de notable gravedad, solo resoluble en las actuales circunstancias mediante un adelgazamiento contundente de la financiación pública justo en aquello que no es esencial al Estado social, desde la sanidad y la educación hasta las prestaciones y pensiones; en lo que le es más bien accesorio y gravoso, por más que sea consustancial a un Estado oligárquico y privatizado como lo es crecientemente el actual. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Una de las vías para llegar a tal adelgazamiento es desde luego su imposición jurídica. Desde la izquierda, con todo fundamento, una vez visto dónde se están aplicando los recortes hasta ahora, se advierte que dicha imposición solo servirá para consagrar por medio del derecho el vaciamiento del Estado social. No tiene, sin embargo, que ser así, pues margen para el recorte hay, y mucho, tanto en el campo institucional, con esas diputaciones clientelares, esos cargos decorativos o esos ayuntamientos prescindibles o plagados de liberados ociosos, como en el privado, con esas entidades financieras rescatadas o esas derramas multimillonarias que reciben constantemente, a través de múltiples vías, las empresas y corporaciones. Y si no se aplican los recortes en este segundo aspecto, y se cumplen los augurios de la izquierda, siempre cabe el rechazo a una política de tal tenor, porque lo decisivo es que la limitación del déficit por imposición jurídica, tal y como ésta resulta planteada, no obliga, de inmediato y unilateralmente, a la eliminación de los servicios públicos.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El problema radica en la sede y en el procedimiento. En relación a esto segundo, lo del procedimiento, no me refiero tanto a la falta de referéndum, que hubiese arrojado resultado similar al de hoy en el Congreso, cuanto al de concretar el control del déficit en una limitación constitucional del endeudamiento público. Por reproducir la conocida y manida metáfora, es como si fuese más eficaz colgar en la nevera un cartel afirmando rotundamente 'desde mañana empezaré a hacer mis deberes siempre a las cuatro de la tarde, y no me levantaré en tanto no los haya terminado', que hacer los deberes mismos, sin proclamación alguna. </span></div><div style="text-align: left;">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Es decir, lo importante en lo que al déficit concierne es reducirlo, y no afirmar que en lo sucesivo se reducirá, porque esto no es más que voluntarismo jurídico en el peor sentido del término, ya que, o se hace una lectura flexible del precepto, y por tanto éste llega a ser innecesario, o se puede llegar al absurdo de poner al Estado al borde de la parálisis y el abismo por intentar cumplir lo materialmente inasumible. Por ejemplo -como bien me decía Rafael Hortaleza por tuiter- cómo cabría gestionar con ese marco jurídico una inversión, necesaria y rentable a la larga, que produce sin embargo un endeudamiento inicial considerable. Por eso, como digo, mucho más eficaz hubiese sido empezar a adelgazar el gasto público en todo aquello -que es mucho- que tiene de superfluo, que afirmar en sede constitucional que el endeudamiento será, en lo venidero, muy pequeño y manejable. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y he aquí otro problema: ¿es la Constitución la sede adecuada para incluir un precepto del tenor del que se propone? Aunque puede argumentarse que sí, dado que la disciplina del gasto pasaría a ser un rasgo estructural de nuestro Estado, creo, por las razones atendidas, que existen motivos para decantarse por la negativa. Algo tan dinámico, coyuntural y sometido a variables externas como son las necesidades de financiación del Estado quizá no deba reglamentarse en una norma, la constitucional, que exige fijeza de términos y vocación de permanencia en sus contenidos, siendo preferible, a mi juicio, recurrir a instrumentos legales que impongan techos de gasto o limiten transitoriamente la capacidad de endeudamiento, atendiendo siempre a las circunstancias económicas del momento. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: left">
<br /></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y es que acaso la mejor manera de disciplinar el gasto de los políticos no sea la de limitar su capacidad de endeudamiento en una norma suprema, sino delegar seriamente dicha fiscalización en la ciudadanía, interesada en términos generales en estar gobernada por representantes que atiendan con sus gastos a las necesidades esenciales en vez de derrochar en enchufes, capítulos superfluos o conceptos protocolarios. Con una transparencia real, hoy plenamente asequible desde el punto de vista técnico, que permita a los ciudadanos conocer en tiempo real el destino de sus impuestos, quizá se consiguiese más que con un nuevo precepto, aprobado por métodos demasiado expeditivos y que nuestra cambiante realidad puede revelar como un desacierto más.</span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-12063835451941034832011-08-05T01:31:00.000-07:002011-08-05T13:13:19.886-07:00Estado inerme / Estado fuerte<div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La economía virtual cuenta con su propia lógica, que muy poco o nada tiene que ver con la economía real. Por eso resultan tan chocantes las explicaciones a posteriori de por qué baja la bolsa o sube la prima de riesgo. Son intentos vanos y culpables de racionalizar lo que en esencia es irracional. Por eso también resultan tan vergonzosos los análisis, electoralistas e interesados, de los militantes y voceros del PP, coincidentes en su apreciación de que el encarecimiento de la financiación se debe a la presencia de Zapatero o a la insuficiencia de las reformas, como si el acometimiento de estas hubiese dado algún resultado más allá del agravamiento de la situación o como si 'los inversores' distinguieran el signo político del gobernante cuando de hacer caja se trata.<br /></span></div><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Ese es, y no otro, el problema: que el mercado está constituido de tal forma que puede guiarse en exclusiva, sin obstáculos jurídicos, por una monomanía patológica del beneficio. De un señor que a través de un banco compra letras o bonos para invertir con seguridad en deuda pública, de esta imagen trasnochada, se ha pasado a una compleja trama de mercados secundarios, productos financieros, operaciones en corto y apuestas a la contra que ponen algo tan serio como la financiación de los pueblos a los pies de voluntades arbitrarias y despiadadas. </span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El primer paso, pues, para comenzar a resolver el acuciante problema que nos asfixia es reformar, sí, pero el mismo mercado financiero, no solo a través de tasas a las transacciones, que también, sino mediante una reducción drástica de sus actuales posibilidades especulativas. Que no se acometa tal reforma no es sino la prueba palmaria de que los competentes para hacerla tienen mayor complicidad con los especuladores que con la ciudadanía a la que dicen representar.</span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y es justamente ese, a mi juicio, el problema de fondo en todo esto. El Estado, tras años invertidos en su desmantelamiento, vuelve hoy a tener graves problemas para su financiación, como antes los tenían las Monarquías aguerridas en manos de los tributos señoriales o como el Estado liberal los tuvo, y graves, por apoyarse solo en una fiscalidad sobre el consumo. Llevamos padeciendo décadas de clases gobernantes imbuidas de neoliberalismo que desprecian en el fondo al Estado que representan y dirigen. Ahora, según la mitología liberal, todo se deja a la autonomía privada, orientada por sí sola a la armonía. Incluso cuando es el Estado el que financia, la actividad la desarrolla una entidad privada con ánimo de lucro, como pasa con las escuelas infantiles, los colegios concertados, la limpieza de las ciudades o la construcción de viviendas sociales. </span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Esta reducción del Estado a un simple distribuidor --casi nunca justo-- de fondos recaudados por impuestos no podía tener más consecuencias que las presentes. La financiación de las actividades de interés general está en manos de los tributos obtenidos de los ciudadanos y de la emisión de deuda. En relación a lo primero, ya es una evidencia notoria que el grueso de lo recaudado procede de los asalariados y del consumo, existiendo una sociedad estamental en toda regla que distingue a los que pagan sus impuestos escrupulosamente de los que pagan solo parte o nada, sector que coindide precisamente con el más adinerado. La bochornosa falta de inspectores, tanto de hacienda como, sobre todo, de trabajo, y el entorpecimiento ministerial a la lucha contra el fraude, cuando no directamente la amnistía fiscal gubernamental, ponen de relieve hasta qué punto se descuida este primer soporte financiero en favor de los más poderosos económicamente. Y el segundo, a la vista está que resulta contraproducente, al tener a la población condenada a pagar, sin justificación, intereses leoninos. </span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Vivimos en una situación de clara emergencia económica. Si la primera medida para paliarla habría de consistir en reformar a los mercados, y no en condenarse a la pobreza, la segunda debiera consistir en un acrecimiento considerable del Estado hasta hacerlo autosuficiente en términos económicos. Urge que vuelva a ser productivo y autónomo para no estar en manos de especuladores sin escrúpulos. Hay instrumentos constitucionales no solo que avalan, sino que hasta sugieren imperativamente, que esa habría de ser la salida. Nunca podrá explicarse sin recurrir a la ideología que el dinero invertido en sanear a cajas y bancos privados no se haya empleado en su nacionalización, y posterior conversión en banca pública. Ese podría, debería, haber sido un primer paso. Y el segundo debería apuntar a las abusivas empresas energéticas, con sus vergonzosos 'déficit tarifarios', que solo sirven para engordar las cuentas de multimillonarios e indolentes consejeros de administración que para nada necesita una empresa pública. </span></div><br /><br /><div align="justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Para revertir esta calamitosa situación, caracterizada por la debilidad del Estado frente a las embestidas del mercado, solo cabe su revigorización. Es sencillamente inadmisible que una oligarquía minoritaria y enferma, como es la muy bien reflejada en <em>Inside Job</em>, doblegue a poblaciones enteras para saciar su incomprensible ansia infinita de ganancia. Es frente a esa panda de mafiosos y terroristas financieros, responsables directos de la adopción de políticas criminales con resultado de muerte por cierres de centros de salud o por especulación alimentaria, que el Estado debe mostrar toda su fortaleza, y no ante la parte más crítica de sus propios ciudadanos, única depositaria actualmente de la poca esperanza de regeneración que queda.</span> </div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-39309468669251244192011-05-21T07:25:00.000-07:002011-05-21T08:00:36.325-07:00Decálogo para una regeneración económica<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;">1. Nuestra Constitución establece que el sistema fiscal ha de ser 'progresivo'. Esta característica no se logra con aumentos de los impuestos al consumo y la simplificación y reducción de tipos del impuesto sobre la renta. Se necesita un <i>sistema fiscal constitucional verdaderamente progresivo que grave más a los que más tienen.</i></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><i><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></i></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">2. Se requiere igualmente un <i>combate eficaz contra el fraude fiscal y la economía sumergida</i> que acabe con la situación inquina que prevalece en la actualidad, donde unos (los asalariados) tributan hasta el último céntimo en proporción a lo que ganan y otros, en cambio, evaden buena parte de sus ingresos. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">3. Si se quiere una economía asentada sobre pilares consistentes, hay que beneficiar la economía real sobre la especulativa. Y para ello es indispensable que <i>aumente la tributación por rentas de capital</i> y por transacciones financieras, al tiempo que se relaja y bonifica fiscalmente a las rentas de trabajo. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">4. Si uno de los máximos problemas actuales es el de las deslocalizaciones de las grandes empresas, muchas de ellas subvencionadas con dinero público e incentivadas fiscalmente para atraer su asentamiento, la única solución viable es la <i>participación pública en el capital de grandes empresas</i>, canjeando subvenciones por acciones, y pudiendo vender éstas en caso de deslocalización, para atender a los gastos generados por la destrucción del empleo. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">5. Si una de las más flagrantes injusticias en el mercado actual es el diferencial entre los precios de origen y el de venta al público de los productos básicos, hay entonces que fomentar seriamente <i>las cooperativas de productores y de consumidores</i> y aplicar con rigor leyes que garanticen la competitividad entre distribuidores, acabando así con la actual situación de oligopolio. De hecho, sería indispensable un impulso serio y articulador del tejido productivo real fomentando a la pequeña y mediana empresa y la creación de cooperativas. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;">6. Si el discurso liberal legitima que se contengan los salarios pero no, en cambio, las rentas empresariales porque estas constituyen el capital con que se reinvierte en el tejido productivo, hagamos entonces al liberalismo ser coherente consigo mismo <i>prescribiendo a las empresas el deber de reinvertir en economía real parte de sus beneficios anuales. </i></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><i><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></i></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">7. Parece estar más que demostrado, con datos, cifras y facturas sufridas cada mes, que las privatizaciones se han saldado con el enriquecimiento de unos pocos, con un empeoramiento de la calidad de los servicios públicos y también con su encarecimiento. Hay que apostar con tesón por <i>estatalizar grandes empresas que solo pueden funcionar en régimen de oligopolio y que son vitales para el interés general</i>, como a no dudarlo lo son las empresas energéticas o las encargadas de la producción y distribución del agua. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">8. Vistos los gastos provocados por el rescate de bancos y cajas, parece más que razonable defender una inversión de tan elevados montantes en la <i>creación de una banca pública</i>, en régimen de competencia con la privada y encargada de proveer financiación de un modo no exclusivamente guiado por la ganancia y el beneficio inmediatos.</span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">9. Es igualmente indispensable una <i>mayor transparencia financiera y una vigilancia más estricta de la ética en el mundo de los negocios.</i> A través de registros públicos de cargos e ingresos debiera conocerse el nombre y salario de los consejeros de las principales empresas. Tendría que establecerse un régimen de incompatibilidades que impidiese la presencia de una sola persona en varios consejos y deberían asimismo conocer una limitación legal sus disparatadas remuneraciones, no ya solo en la cantidad, sino en su origen, impidiendo que las operaciones de alto riesgo con perjuicio posible para la sociedad puedan ser bonificadas y premiadas en el mundo empresarial. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">10. Y, por último, sería necesario modificar los índices de medición macroeconómica actuales para dar entrada a otros factores que contabilicen aspectos claves como la libertad ciudadana, la calidad de los servicios públicos, el nivel cultural medio y los ingresos medios. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-43812253485349073872011-05-19T06:05:00.000-07:002011-05-19T06:25:36.941-07:00Decálogo para una regeneración política<div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Creo que una buena forma de organizar las propuestas e ir clasificándolas acaso podría ser la siguiente:</span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; "><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; ">(1) Medidas para una regeneración política y democrática; </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; "><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; ">(2) Medidas para una regeneración económica y laboral; </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; "><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; ">(y 3) Medidas para una regeneración mediática y cultural. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; "><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify" align="left"><span class="Apple-style-span" style="font-family: georgia; font-size: 21px; line-height: 14px; ">Medidas que quizá puedan plantearse teniendo siempre a la vista la Constitución, que nos asiste de cabo a rabo con los derechos que declara y las posibilidades que abre.</span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y aquí va un decálogo de medidas para una regeneración política y democrática. </span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">1. Reforma del régimen electoral en un sentido más proporcional, siguiendo las recomendaciones del propio Consejo de Estado; </span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span style="font-size:130%;"><span style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px">2. </span><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px">Sometimiento a referéndum de todas las decisiones de gran trascendencia política y económica.</span></span></span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">3. Sistema obligatorio de listas abiertas para todos los partidos y en todas las elecciones, tanto locales como autonómicas y generales; </span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">4. Aplicación obligatoria de primarias para selección de líderes municipales, autonómicos y estatales y abiertas a militantes y a inscritos en listas públicas de simpatizantes; </span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">5. Prohibición absoluta de presentarse a cualquier elección a los imputados en procesos criminales incoados por casos de corrupción; </span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">6. Inhabilitación durante 30 años para ejercer cargos públicos o empresariales a los representantes públicos condenados por sentencia firme en casos de corrupción; </span></span></div><br /><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">7. Declaración obligatoria del patrimonio y los ingresos de los representantes públicos, antes, durante y después de su mandato político; </span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"></span><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px;font-family:georgia;font-size:130%;">8. Supresión de la financiación privada a partidos políticos y limitación considerable de la financiación pública; </span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">9. Mayor limitación del período y los gastos destinados a las campañas electorales;</span></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">10. Incompatibilidad absoluta entre cargos representativos (locales, autonómicos y estatales) y cargos empresariales, ya sean como consejeros de administración o como asesores; incompatibilidad vigente mientras se ostenta el cargo representativo y que no caduca hasta pasada una década después de haberlo dejado. </span></span></div><span class="Apple-style-span" style="LINE-HEIGHT: 14px;font-family:'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-39103370235115212862011-05-18T03:17:00.001-07:002011-05-19T06:20:54.614-07:00Juventud y derecho constitucional<p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Queridos amigos, me animo a escribiros un par de reflexiones por si pueden contribuir en algo a vuestras (nuestras) movilizaciones. </span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Es irónico ver a muchos políticos veteranos alarmados ante las concentraciones juveniles de los últimos días. Debe recordarse por eso que la gran mayoría de ellos procede de una generación, nacida en la década de los cuarenta o los primeros cincuenta, que se echó a la calle con apenas veinte años para combatir una dictadura y una crisis económica fulminante. Con sus huelgas prolongadas, sus movilizaciones y su compromiso contribuyeron a acabar con un sistema injusto y opresor. Y como sus aspiraciones y reclamaciones eran legítimas, muy pronto comenzaron a formar parte de los centros decisorios para tomar ellos mismos parte de las riendas del país. En las primeras Cortes democráticas, por ejemplo, ya se sentaba como diputado Rubalcaba, quien quizá se presente a presidente en unos pocos meses.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">No encuentro motivo alguno para impedir que esto vuelva a ser así. Ninguna dictadura, ningún régimen marchito y corrupto, se desplomó hasta que la parte más crítica y activa de la juventud no salió a la calle para quejarse y reivindicar. La juventud es un valor que os legitima y que además pone en evidencia la necesidad urgente de un brusco relevo generacional. A mi humilde juicio, no solo debéis criticar a quien gobierne del modo que se viene haciendo, es que tendríais vosotros mismos que gobernar. </span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pero es que además os asiste y legitima también el propio derecho constitucional. Según nuestra Constitución, el Estado español es 'un Estado social y democrático de derecho', no un Estado liberal de mercado, y los principios supremos en los que se fundamenta han de ser 'la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político' (art. 1.1). Es evidente que el actual Estado desatiende las implicaciones más elementales de la 'igualdad' y la 'justicia', y con su oligarquía bipartidista y mediática, atenta claramente contra 'el pluralismo político'.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pero hay mucho más. La Constitución impone (art. 7) que 'la estructura interna y funcionamiento' de los partidos sean 'democráticos', y eso, con las listas cerradas y las designaciones a dedo, se incumple clamorosamente. Los poderes públicos (art. 9.2) deben obligatoriamente 'promover las condiciones' necesarias para el goce efectivo de la libertad y la igualdad, y deben asismismo 'remover los obstáculos' que impiden 'la participación de todos los ciudadanos en la vida política y económica', algo incumplido con el actual régimen electoral y con las últimas reformas laborales.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">La Constitución garantiza además el derecho 'a recibir información veraz' de los medios (20.1.d), derecho constantemente conculcado por buena parte de la prensa y los informativos actuales. Fundamental es, por otra parte, 'el derecho a la educación' universal, algo que choca con el encarecimiento constante de las tasas.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">La Constitución ordena el establecimiento de un 'sistema tributario inspirado en la igualdad y la progresividad' (31.1). Las últimas rebajas de impuestos a las rentas altas y la consiguiente subida del IVA (impuesto anti-progresivo) vulnera evidentemente este mandato. La propiedad privada no es sacrosanta en nuestro ordenamiento constitucional, que permite la expropiación con indeminización por motivos 'de interés social' (33.3). ¿No es acaso del mayor 'interés social' el que se facilite el derecho a la vivienda expropiando inmuebles infrautilizados por sus propietarios o por las promotoras y los bancos? La Constitución, por otra parte, obliga a la ley a 'garantizar la fuerza vinculante de los convenios colectivos' (37.1). ¿Por qué, entonces, la última reforma laboral autoriza a que el trabajador individual revise a la baja, en acuerdo con su empleador, los términos del convenio colectivo de su sector?</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y, en fin, la Constitución (92.1) permite las consultas al cuerpo electoral a través de 'referéndum' cuando se trata de adoptar 'decisiones políticas de gran trascendencia', como lo es la de poner a disposición de la banca miles de millones de euros, y autoriza además la 'intervención de empresas' cuando así convenga al 'interés general' y cuando éstas solo puedan desarrollarse en régimen de monopolio (128), como ocurre, por ejemplo, con las eléctricas y energéticas actuales.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Por eso, queridos amigos, vuestras concentraciones y marchas son tan oportundas, saludables y necesarias. El régimen actual, oligárquico, clausurado sobre sí mismo, mendaz y corrupto, necesita de vuestra energía y participación para refundarse. Y para ello os asiste y legitima nuestra propia Constitución.</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Tenéis todo mi apoyo y entusiasmo,</span></p><br /><p style="PADDING-RIGHT: 0px; PADDING-LEFT: 0px; PADDING-BOTTOM: 0px; MARGIN: 0px; LINE-HEIGHT: 16px; PADDING-TOP: 0px; TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Sebas </span></p>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-34597220282909584602011-04-11T01:15:00.000-07:002011-04-11T04:18:22.773-07:00Estado, banca y espectáculo<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Ayer domingo se celebró por segunda vez un referéndum en Islandia para decidir si el país hacía frente a las deudas contraídas, e impagadas, de su banca. El fenómeno rápidamente fue traducido al lenguaje falaz, ideológico y malintencionado de los media. Los titulares que pude leer venían a afirmar que 'Islandia se niega a pagar la deuda a Gran Bretaña y Holanda', e incluso había algún periodista que, en lugar de a los países acreedores, se refería directamente a 'los ahorradores británicos y holandeses'. Atiéndase bien a la estrategia, pues un negocio interbancario resultaba así expresado como un problema abierto entre un país en su conjunto, Islandia, y muchos ciudadanos de otros dos países, esos 'ahorradores'. De un plumazo, se esfuman los agentes responsables, la banca misma. Es lo que tiene el espectáculo, que malforma con la aviesa intención de garantizar las jerarquías. Por eso el placer de leer un periódico equivale al del comentario de texto de una proclama propagandística mucho más refinada que las del Tercer Reich.</span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Con el sentido común, ese órgano al que tanto apelan los conservadores, y con el derecho por delante, e incluso con una economía sensata (otro término que intentan apropiarse los liberales), la realidad emerge como cosa bien distinta. Estamos, en efecto, ante una deuda considerable contraída por una banca radicada fiscalmente en Islandia. Nada sabemos acerca del capital que compone dicha sociedad bancaria, probablemente participado por empresas, corporaciones e inversores que no son islandeses. Por lo tanto, la nacionalidad se presenta como concepto incongruente respecto de la naturaleza de la banca. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Convengamos, sin embargo, en que al pagar allí (escasos) impuestos y al desarrollar allí parte de sus inversiones, podemos continuar considerando a dichos bancos como islandeses. Continuarían siendo, a pesar de todo, empresas dedicadas al negocio financiero. Deberán tener fondos de garantía que respalden parte de esas transacciones de las que se benefician. Y si han sido realizadas con manifiesta negligencia por sus administradores, habrán de responder estos por sus decisiones con su patrimonio personal. En caso de no tener fondos suficientes para hacer frente a los pagos debidos, tendrán que declararse en quiebra, se abrirá concurso de acreedores y se sufragarán los gastos hasta donde llegue el capital disponible, el fondo de garantía y los bienes y líquido de los consejeros en caso de gestión irresponsable. Habrá, como siempre ocurre, acreedores y proveedores que solo puedan cobrar parte de lo que le adeudan, parte que podrán continuar reclamando en lo sucesivo si el mismo banco vuelve a fundarse. Y aquí se detiene la salida jurídica al problema en el caso islandés. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">En el británico y holandés la cosa es similar. El centro de gravedad se halla de nuevo en los bancos que han dispuesto de los fondos depositados por ahorradores. El vínculo enlaza a los clientes particulares con sus bancos, que han invertido en entidades islandesas. Si han colocado determinadas cantidades en negocios que han terminado mal, han de asumir las consecuencias con sus propios fondos. Tendrán, supongo, cierta cantidad para garantizar un porcentaje de los depósitos y cuentas. Y deberán asimismo detraer de negocios en los que obtengan plusvalías el importe necesario para equilibrar las cuentas por sus pérdidas 'islandesas', que en ningún caso suponen, salvo quiebra y concurso, la pérdida de los ahorros por parte de sus clientes.</span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Así, lo que en realidad es un negocio económico entre empresas bancarias termina, pues, representándose como un nexo político entre la ciudadanía islandesa y parte de la ciudadanía británica y holandesa, con culpable omisión de dichas corporaciones. Un fenómeno económico se torna político por el poder político que la economía tiene. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Hay, aparte, un dato todavía más relevante: y es que solo circunscribiendo lo ocurrido a sus justos patrones jurídicos y económicos puede continuar aspirándose a un libre mercado responsable. Solo si sabes que si la cosa sale mal podrás perder lo invertido tomarás las cautelas necesarias para evitarlo. Solo si se evitan rescates públicos de deudas privadas el capitalismo podrá ser fiel a sí mismo y continuar legitimándose. Porque, de lo contrario, además de promoverse una economía desquiciada, negligente y caótica, saldría a la luz otra evidencia que los capitalistas necesitan ocultar. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Cuál? Muy sencillo: que hay sectores económicos cuya envergadura e importancia colectivas los hace destinatarios naturales de una titularidad pública. Quizá la banca solo pueda continuar teniendo sentido, sin constituir un riesgo manifiesto para el conjunto de la comunidad, como entidades de crédito y depósito a pequeña escala. Cuando de ella nace la financiación de toda la estructura económica de un país su rango pasa del derecho privado al público, de ser un medio para la economía interindividual a ser el soporte económico de toda la colectividad. Y llegando a esa escala es natural que al final concluya apareciendo la única institución con legitimidad colectiva plena, el Estado. </span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><br /><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Por eso, cuando los liberales justifican como paréntesis la intervención estatal porque hay entidades 'demasiado grandes para caer', hay que responder que, en realidad, son entidades 'demasiado grandes para estar en manos tan pequeñas', en las manos de unos particulares multimillonarios sin sentido alguno de la trascendencia colectiva de sus decisiones. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-12476607083702427152011-03-23T02:29:00.000-07:002011-03-23T09:14:22.420-07:00Guerra, lenguaje y política de partidos<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Una ocasión como la presente, de guerra de algunas potencias "contra un dictador", ofrece una oportunidad inmejorable para reflexionar acerca de la naturaleza propagandística de la información y también sobre las mediaciones políticas de nuestra percepción.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La premisa fundamental, que es la falta absoluta de información veraz acerca de lo que sucede en Libia, jamás resulta enunciada. En lugar de acabar con nuestro desconocimiento, los titulares periodísticos y las opiniones de tertulianos transmiten una imagen esquemática y sesgada del conflicto. Se afirma, por ejemplo, que con esta intervención se trata de "bombardear a Gadafi" (Sarkozy <i>dixit</i>). Como se comprenderá, semejante frase no sirve ni como metáfora que oculte la realidad, que no es otra sino esta: lanzamiento de misiles y bombas sobre infraestructuras, el ejército y la población civil que apoya al dictador. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Otra de las expresiones que sirve tanto para desinformar como para legitimar la guerra pretexta que "Gadafi estaba masacrando a su pueblo", que esta guerra es para evitar "las matanzas de un dictador contra su sociedad civil". Tales asertos resultan discutibles. Es, sin duda, una ficción malintencionada pintar aquel conflicto como la oposición entre un asesino y su pobre pueblo. Si así fuese, si los enunciados anteriores describiesen con un mínimo de fidelidad la realidad, no habría que intervenir en absoluto, pues ya se bastaría y se sobraría todo un pueblo para derrocar a un gobernante asesino. Parece, por el contrario, que, pese al lenguaje preformativo, todas las evidencias muestran una guerra civil entre una parte considerable de la población que apoya al dictador contra otra no menos numerosa.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 21px;"><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Llegados a este punto, se llega entonces a otro nivel argumental. Se reconoce, en efecto, que en Libia se estaba librando una guerra civil. ¿Qué hemos hecho entonces nosotros? Según los partidarios de la intervención, "impedir una masacre" por parte de Gadafi, no ya contra toda su población, que es una mentira descarada, sino contra los rebeldes. Esto puede encerrar parte de verdad, pero la afirmación requiere ser completada, pues hemos impedido, efectivamente, la victoria del bando oficial, pero a costa de abrirle el paso al bando rebelde, que avanza a golpe de cañón y balas y probablemente masacrando a la parte de la población que apoya a Gadafi. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size: 21px;"><br /></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La intervención extranjera, pues, no ha venido a evitar una guerra civil, sino a recrudecerla alterando su desarrollo e inclinando la balanza a favor del bando que presumiblemente iba a ser derrotado. Pocos son los periodistas y políticos que llegan hasta este punto, porque si lo alcanzan, se impone entonces un interrogante que nadie llega a responder con datos fehacientes: ¿cuáles son las razones materiales que nos llevan a</span><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"> apoyar al bando sublevado en detrimento del bando gubernamental? Como respuesta, solo puede leerse la vaga y tímida contestación siguiente: "la intervención es legítima y justa porque la facción rebelde, a semejanza de lo contemplado en las restantes revueltas árabes, lucha por la libertad y la democracia".</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;">.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Se está seguro de eso? ¿Hay algún periodista, corresponsal o tertuliano que haya realizado una descripción solvente de la naturaleza y reclamaciones del colectivo rebelde? Hasta donde llevo leído y escuchado, no. Por eso es éste mi principal reparo a la actual intervención. Quienes asimilan a los rebeldes libios a los manifestantes de El Cairo o Túnez van contra la evidencia de que en ningún momento, al menos que yo sepa, han circulado imágenes de marchas y concentraciones multitudinarias clamando por reformas democráticas en las plazas públicas. En Libia, prácticamente desde el comienzo, lo que hemos apreciado ha sido a un colectivo armado intentando tomar el control sobre parte del territorio. De hecho, por lo poco que he podido leer de análisis riguroso, parece que la conflictividad responde a tensiones de carácter regional, de dominio de élites sobre sus propios recursos y territorios con independencia del gobierno más que de masas reivindicando apertura democrática para toda Libia. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pues bien, si el análisis de la conflagración queda empañado por un lenguaje simplificador, esquemático y legitimador, en última instancia, de la guerra, ya en España se arruina del todo por la pantalla distorsionadora del enfrentamiento entre los dos partidos mayoritarios. Lo que prima por estos lares es, desde la derecha, demostrar que Zapatero ha sido, una vez más, incoherente, ahora respecto de su negación a la guerra de Irak, y, desde el liberalismo social (PSOE), subrayar las diferencias entre esta intervención y la realizada contra Sadam Husein. Un problema de tanta gravedad resulta así absorbido por nuestra cansina dialéctica bipartidista, no dejando espacio ni lugar alguno a la reflexión y el análisis desapasionados. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Axfisiante, pues, tanta deformación lingüística y tanto debate preconstruido, y si no lo creen, asómense a cualquier tertulia vociferante de nuestras noches televisivas. No se aprende ni se obtiene la más mínima reflexión instructiva, entre otras cosas, porque cuando alguien independiente va a pronunciarse ya se encargan de interrumpir los mercenarios disfrazados de tertulianos. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-29670541882940622612011-03-21T12:03:00.000-07:002011-03-22T02:44:07.079-07:00Dos modelos para la crítica política<div style="TEXT-ALIGN: right"><i><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;">Para C. G.</span></i></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Acabo de pasar una semana en Madrid bien intensa. Leyendo manuales de derecho político franquista por las mañanas para un próximo artículo y disfrutando con colegas de veladas nocturnas en las que si no de derecho, sí conversamos abundantemente de historia y política. Una de ellas, la más prolongada y apasionada, la pasé junto a un querido colega, que me presentó a su vez a un interesante profesor italiano, y ahí que compartimos los tres una estupenda cena centroeuropea, con dilatada sobremesa en el Círculo de Bellas Artes, charlando acerca de vinos, lugares, libros e ideas, sobre todo de ideas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Precisamente debatiendo acerca del concepto de liberalismo, de su estatuto político real, de sus diferencias históricas respecto del Antiguo Régimen y de sus relaciones con el concepto de Estado, el colega italiano lanzó una pregunta que me dejó meditando durante un par de días: "porque, al fin y al cabo, se necesita adoptar un modelo político que nos sirva para interpretar y criticar tanto la realidad histórica como nuestra actualidad circundante", vino a sugerir, inquiriéndonos seguidamente con un "¿cuál es el vuestro?".</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Yo contesté apresuradamente que la "democracia constitucional", a lo que mi amigo me contestó con razón que eso puede suponer el peligro de deslizarse por la pendiente acrítica que termina apoyando guerras para la defensa de los derechos humanos. En efecto, adoptar como modelo de referencia la democracia constitucional puede implicar una inscripción "orgánica" en el sistema actual, sobre todo si se adopta la retórica de su progresiva generalización, pero también cabe que suponga una confrontación crítica respecto del régimen que sobre todo en los últimos tiempos venimos padeciendo. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">En efecto, partir de la democracia constitucional, tal como la entiende, por ejemplo, su más ilustre sintetizador, Luigi Ferrajoli, implica, en mi opinión, dos cosas fundamentales: garantizar los instrumentos y derechos necesarios para la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones de resonancia colectiva, por un lado, y por otro, determinar funcionalmente el poder y su derecho, solo legítimos en la medida en que promueven el pluralismo y las libertades individuales. Pues bien, ni una cosa ni la otra, pese al mandato constitucional correspondiente, son satisfactoriamente resueltas en los sistemas políticos actuales de corte occidental. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Lo primero porque en el estímulo de la decisión política y en la generación de opinión pública juegan hoy mucho más las coacciones corporativas que las exigencias ciudadanas, reduciéndose la democracia en muchos casos a un periódico escrutinio electoral de todas formas nada desdeñable, pues al menos permite desalojar a quienes han defraudado las expectativas en ellos depositadas. Si, por un lado, esta adscripción política y procedimental justifica la celebración de la garantía de derechos colectivos como el de reunión y asociación, por el otro, en cambio, fundamenta la crítica a la polarización de la opinión pública operada por la oligarquía mediática o por el esquematismo partitocrático, así como presta base a los reparos planteados a los recortes tremendos sufridos por los poderes sindicales.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y lo segundo, lo de promover las libertades, tampoco queda ni mucho menos satisfecho en la actualidad europea u occidental. Tanto el discurso de la seguridad como el de la lubricación de los mercados, dos caras de la misma moneda según enseñó Foucault en su <i>Biopolítica</i>, convergen en su común consecuencia de recortar las libertades, y desde la lógica de la democracia constitucional cabe desde luego oponer objeciones a esta deriva. Desde estas premisas, por ejemplo, los derechos sociales comparten el mismo rango fundamental de los individuales. Ellos suministran las condiciones materiales para el disfrute de cualquier libertad y para la misma participación política democrática. Sacrificarlos en nombre de índices macroeconómicos o de la libertad abstracta de los neoliberales, siempre compatible con la discriminación y la subyugación jerárquica de sujetos concretos, no puede sino resultar una práctica rechazable desde el enfoque democrático-constitucional. Al igual que lo son otras prácticas ya habituales entre nosotros, como el encerramiento prolongado de personas por el hecho de ser inmigrantes o la prohibición persistente de partidos políticos por meras sospechas y por cálculo político. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">En definitiva, adoptar como modelo la democracia constitucional, que si bien es de carácter legalista, por democrática, también permite actuar al poder judicial conforme a los principios rectores de la política estatal, reconociéndole así cierto margen de positiva discrecionalidad, adoptar este modelo, digo, significa entonces adoptar asimismo una actitud crítica en relación a nuestro presente político. ¿Y resulta tal modelo universalizable o espontáneamente generalizable? Creo que no, porque su preferencia en mí deriva de unas coordenadas culturales y vitales específicas que no pueden extrapolarse sin más, mucho menos si tal generalización implica acciones contrarias al propio modelo, esto es, impuestas desde arriba y, por tanto, antidemocráticas, y vulneradoras de derechos individuales y colectivos y, por consiguiente, anticonstitucionales. Ahora bien, no por ello caigo en un relativismo absoluto ni dejo de creer, en términos ahora sí universales, que una comunidad política donde sus miembros tengan algo que decir en la gestión de los intereses colectivos y donde, además, se respeten y promuevan sus libertades, comenzando por las condiciones materiales para su disfrute, goza de mayores cotas de bienestar que otra que no cuente con tales características. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Y por qué entonces titulaba el post como "dos modelos para la crítica política"? Porque tampoco estoy seguro de adherirme por completo al sistema teórico de la democracia constitucional. En el fondo siento este sistema como el políticamente más hábil para combatir el poder concentrado, que hoy es fundamentalmente el económico, en nombre de la libertad extendida a todos. Por eso suelo polémicamente autodenominarme jacobino, porque defiendo la soberanía del poder público democrático frente a cualquier poder privado particularista, algo que necesita recuperarse para luchar contra la actual privatización del poder público. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pero no es sino detrás de este combate cuando aparece para mí el modelo verdaderamente alternativo a la alienación y automatismo propios de nuestros regímenes reales. No es, sin más, el de la sociedad comunista y sin clases, porque en él la riqueza es perfectamente posible como fruto del mérito y siempre que no implique la instrumentalización en propio beneficio de semejantes. Es más bien el de una "vida natural", semejante a lo que Hegel quería designar al hablar del<i> Sonntag des Lebens</i> (el domingo de la vida), cuando las obligaciones, las responsabilidades y las servidumbres que determinan nuestra existencia entran en suspenso y nos reencontramos a nosotros mismos, a nuestros iguales, al amor, la naturaleza, la amistad, el arte, la vocación y, en definitiva, la libertad. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-51454619975851237032011-03-14T10:22:00.000-07:002011-03-22T02:44:36.237-07:00Cambio de look, cambio de nombre y salida del armario<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Queridos Meinezeitianos, he decidido actualizar un poco mi blog, sirviéndome de una nueva plantilla que estimo más o menos acorde con los contenidos aquí publicados. He resuelto también firmar ya con mi nombre propio, conocido por la mayoría de quienes frecuentan este portal: Sebastián Martín, para más señas, investigador de historia del derecho en la Universidad de Sevilla. Como he dejado de emplear mi heterónimo, también dejaré de hacer referencia a él en el título del blog, que pasará a llamarse criticademitiempo.blogspot.com. En él, como hasta ahora, colocaré mis reflexiones críticas sobre teoría y actualidad políticas y, en menor proporción, mis incursiones en la crítica cultural. Para intervenciones y polémicas más directas, con nombre y apellidos y descendiendo más a la arena de lo inmediato, tengo el blog secundario, aunque también activo, de polemizandoconignaciocamacho.blogspot.com. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Un abrazo a todos</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:130%;">Sebas</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span">Y en cuanto edite la foto me quito la servilleta, que no tenía ninguna otra a mano en el portátil!</span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-3396539002844751452011-02-23T14:43:00.001-08:002012-01-04T12:23:06.022-08:00Socialismo 'realista'<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">He estado viendo un trozo del especial que han pasado en La 2 sobre el golpe de Estado de hace 30 años. Lo dirigía Iñaki Gabilondo y los entrevistados eran Carme Chacón y Alberto Oliart, que comparecían en su calidad de ministros de defensa de entonces y ahora. En relación al asunto que trataban, lo más destacable ha sido la entereza y decisión con que el entrevistador, Gabilondo, ha aludido a los temas controvertidos del golpe. Preguntó acerca de las dudas, sospechas y oscuridades que se cernieron desde los peldaños más bajos del ejército hasta su mando supremo, el del monarca. Interrogó a la Chacón sobre la reacción de los actuales mandos militares frente al antecedente golpista. Aludió al ignominioso comportamiento de imputados, abogados y medios periodísticos con ocasión del juicio a los culpables de aquella tropelía (buen asunto de estudio, por cierto, para un historiador del derecho), e incluso refirió la actual revalorización pública y mediática del discurso de la derecha golpista. En ninguno de los casos los ministros, con su vacua retórica, dieron la talla ni supieron más que eludir respuestas directas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Sí hubo, en cambio, una declaración de la actual titular del ministerio de defensa que me resultó sumamente esclarecedora. Inquirida por el viraje del PSOE respecto de la OTAN en 1982, además de una respuesta convincente, indicó, en términos más generales, que su partido ascendió a la condición de un "partido de gobierno" cuando "abandonó el marxismo y entró en la OTAN", convirtiéndose al "realismo político". </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">A mí me alegra que sea una propia dirigente socialdemócrata la que defina con tanta exactitud la condición de su partido. Quizá a los más incautos resulte algo oscura la consideración, mientras que a los aficionados a la historia de las ideas políticas acaso resulte tan clarificadora como errada. Equivocada lo es porque opone el marxismo y el realismo como categorías que se repelen mutuamente, reduciendo la doctrina marxista a lo más residual de ella, la prognosis y el anunciamiento de una sociedad sin clases, sustrayéndole, por tanto, su núcleo metodológico y espiritual, esto es, el materialismo, la dialéctica y la consiguiente pretensión de fundar el conocimiento en la misma realidad. De hecho, no por casualidad, Marx (y Engels) polemizó frecuentemente con socialistas utópicos y con anarquistas libertarios. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">En definitiva, lo que Carme Chacón con su incultura quería decir es que su partido renunció a la "lucha de clases" como medio para conquistar el poder. Sobre tal renuncia podríamos tratar con cierta amplitud, pues me parece impecable si se entiende, como hicieron los soviéticos y nazis, que el fin de la política es aniquilar al enemigo, pero creo que es del todo desacertada si supone el olvido de que en la base de la política existen intereses contrapuestos, la mayoría de ellos de naturaleza económica. Sin embargo, lo interesante a nuestros propósitos es resaltar el carácter 'realista' que la ministra atribuía a su formación. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;">La aceptación de la OTAN y, en definitiva, del <i>statu quo</i>, clarifica mejor el apelativo de realista, que Chacón asociaba a la 'madurez', 'la mayoría de edad' y la capacidad de postularse como partido con opciones de gobernar. En efecto, entre las premisas del actual partido socialista destaca la renuncia de antemano a transformar la realidad, la aceptación de ésta como una cosa dada, de por sí legítima e inalterable, que tan solo cabe preservar frente a las posibles alteraciones. La cuestión es que esto es lisa y llanamente doctrina conservadora, adecuación a las jerarquías existentes, en suma, puesta al servicio de la distribución del poder vigente. No es que nuestra socialdemocracia haya perdido todo conato de rebeldía e imaginación, ni que se haya acomodado a su actual posición de relativo predominio; el problema es que acepta como punto de partida de toda su filosofía que la realidad existente es incontestable, obviando así que la política es una actividad creadora de dicha realidad y contribuyendo con ello al ocaso de la política misma y, por tanto, de los propios supuestos para su reproducción y supervivencia en cuanto partido.</span> </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;"><br /></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;">PD. Concluyamos el apunte por donde empezamos: el 23-F, planteando una duda intelectual. Probablemente debido a mi ignorancia, pero desde luego también a la dosificación informativa de los medios generalistas, tengo la sensación de que cada efeméride del golpe queda sin tratar su dimensión político-internacional. ¿Qué hicieron las embajadas de Washington y Berlín hace 30 años? ¿No puede localizarse ahí la clave de los titubeos iniciales y la decantación final del monarca? </span></span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-59560678341649915152011-02-13T05:47:00.001-08:002011-02-14T03:23:04.571-08:00Capitalismo comunista<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Creo que las categorías comunes de la economía política y la teoría del Estado han dejado manifiestamente de cumplir su función descriptiva. Estamos asistiendo a una aceleración del tiempo histórico y, como en todas ellas, los conceptos se vuelven rápidamente obsoletos y dejan de designar con rigor la realidad. En lo que se refiere a la estructura económica, creo que han dejado de servir casi por entero la fórmula comodín de los economistas, aquella que denomina como "economías mixtas" a los sistemas occidentales, y la rúbrica convencional de los politólogos, que hablan de <i>Welfare State</i> para referirse a un Estado que presta servicios públicos y se legitima en buena parte a través de éstos. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">En el primer caso, los supuestos históricos que dotaban de sentido la etiqueta "economía mixta", a saber, la superación del liberalismo decimonónico y el planteamiento de una alternativa al régimen soviético, han sido sepultados. La economía presente, al menos la de los países occidentales, no se caracteriza por ser sin más una mezcla de capitalismo y de socialismo, pues el capitalismo ha devenido financiero y el Estado interviene para sostener la estructura capitalista, no para amortiguar sus contradicciones. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Lo mismo acontece con el lema del Estado del bienestar, que no es que esté en vías de extinguirse, sino que está superficialmente sobreviviendo a costa de convertirse en otra cosa. Así lo demuestra el hecho de que una proporción cada vez mayor de servicios no resulte prestada por instituciones públicas, sino más bien por empresas privadas, eso sí, financiadas con dinero público. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Es esta transformación generalizada la que reclama un nuevo concepto y éste quizá pudiera ser el de 'capitalismo comunista'. Muchos son los indicios que otorgan validez al oxímoron, demasiados son los síntomas que apuntan a un sostenimiento puramente estatal de una estructura económica que superficialmente se presenta como desenvuelta casi en exclusiva por la iniciativa privada. En este punto, desde luego, tienen toda la razón los anarcoliberales, si no fuese porque la intervención del poder público no suele materializarse como obstáculo para la fuerza empresarial, sino como su condición inexcusable de posibilidad. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Si circunscribimos a España nuestro análisis, creo que la etiqueta no puede ser más certera. El sector agrícola y ganadero ha estado en los últimos años subvencionado por entero, en muchas ocasiones a costa de su misma productividad, hoy tan añorada. Abundan por otra parte los llamados 'incentivos' concedidos a empresas del sector industrial y de servicios, algunos de montante multimillonario y regalados sin exigir contraprestación alguna a cambio. Cuando no se trata de subvenciones directas vemos igualmente trasferencias de fondos desde la colectividad a las empresas, como bien muestran las externalizaciones de servicios, las concesiones de concursos públicos y la financiación de prejubilaciones masivas e injustificadas. Y si acudimos al mundo financiero, no vemos otra cosa que socialización de pérdidas y sufragio alícuota de los irresponsables descubiertos que ha provocado la desquiciada concesión de créditos por parte de bancos y cajas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La misma Iglesia se halla sostenida, y puede prestar los servicios que presta, gracias a la financiación estatal. Otro tanto ocurre en el caso del asociacionismo, el sindicalismo, la representación patronal, las fundaciones y los mismos partidos, cuyos simpatizantes y militantes encuentran en demasiadas ocasiones la oportunidad de vivir a costa del tesoro público sin exhibir ningún mérito ni condición alguna que les avale. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y a todo ello hay que añadir, claro, la corrupción, ya sea legalizada o practicada en fraude de ley como la directamente ilegal. Si en el primer caso se trata de poner fondos públicos a disposición de manos privadas con el desmantelamiento de servicios, la financiación de amigotes y el enchufe de vasallos, en el segundo vemos el robo descarado de dinero público para el impúdico enriquecimiento personal --como en Marbella o la Gürtel-- o para el mantenimiento de las redes clientelares que sostienen una hegemonía --como en la Andalucía de los falsos ERE's--. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Parece claro, pues, que en este país no puede alzar la voz ni una sola persona que no viva o haya vivido en última instancia del Estado o de algún organismo público (ayuntamiento, diputación o comunidad). Los pocos que de ello puedan presumir se integran mucho más en el sector de los trabajadores asalariados, que tienen su empleo en pequeñas empresas sin subvenciones cuantiosas, que en el de empresarios y propietarios beneficiados constantemente tanto por la política fiscal (que comprende la tolerancia del fraude) como por la política de subvenciones. Y ni siquiera ellos se librarían de que parte del sueldo que perciben proceda, de manera indirecta, de las arcas públicas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Podríamos igualmente convenir que justo aquellos a quienes el Estado habría de remunerar con sueldos dignos y altos --es decir, los funcionarios, médicos, profesores, jueces y demás empleados indispensables para el desarrollo de las funciones auténticamente públicas-- no son los que se llevan para sí la proporción mayor de los recursos públicos. Puede incluso que suceda justamente lo inverso: que tales empleados no sean los mejor pagados ni los más numerosos. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-size:130%;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Vivimos, pues, en un sistema con una brutal intervención del Estado en la economía. El problema es que todo este mastodóntico entrometimiento estatal no se realiza con el fin de redistribuir rentas e igualar posiciones económicas. Antes al contrario, se lleva a cabo con el objetivo de mantener y consolidar las jerarquías, con la finalidad de sostener la reproducción de aparatos de poder y, sobre todo, con el propósito de mantener la insostenible irracionalidad del modelo capitalista. Frente a esto hay desde luego alternativas, y no son sino las de siempre, la liberal y la socialista, la que concede total autonomía a las fuerzas privadas y la que atribuye al Estado todas las funciones económicas con el fin de evitar la acumulación del capital por parte de persona alguna. Para mí, cualquiera de ambas, rectamente aplicada, resulta preferible al presente imperio de corrupción, favoritismo, derroche y subvención. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-45704324356752813372011-02-01T14:14:00.000-08:002011-02-01T14:58:05.544-08:00La revolución en los informativos.<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Decididamente, los medios solo están capacitados para transmitir la información simplificándola hasta el punto de tergiversarla, malformarla y tornarla incomprensible. Falla el tiempo y la forma, la brevedad con que ha de comunicarse un asunto complejo, repleto de implicaciones y concomitancias, y el formato de los titulares y de las frases efectistas. Por eso es natural, pero irritante, que algo tan profundo y decisivo como es una revolución social, la que ahora está aconteciendo en buena parte del mundo árabe, resulte examinado y difundido con un lenguaje estrecho e insuficiente, acuñado históricamente por el poder, y con unos patrones simplificadores y unidimensionales. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Para profunda decepción de quien suscribe, era nada menos que Enric González quien encabezaba hace dos días un artículo sobre la revolución de Egipto (¿dónde está ya, perdonen, el vórtice del presente torbellino, Túnez?) con un titular que aludía a "los actos de vandalismo" y los "saqueos" que estaban suponiendo las movilizaciones. Líneas más adelante se revelaba que una de las circunstancias más frecuentes en estos días eran los ataques a las propiedades de la clase alta egipcia. Ni una conexión, ninguna relación, claro, de estos desfogues con el conflicto de clases que evidencian, con la catarsis y depuración de un resentimiento provocado por una distribución manifiestamente inquina de la riqueza, que no se corresponde en absoluto con los esfuerzos invertidos para producirla. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pero lo decepcionante no era este olvido de la lucha de clases como motor apagado, pero subsistente, de la historia. La desilusión procedía de contemplar la reproducción acrítica de la lengua del poder por parte de una firma independiente. ¿Tan difícil es comparar los saqueos, el vandalismo, el robo y el expolio a gran escala promovidos por los actuales oligarcas en crisis y el supuestamente realizado por el pueblo, o por los elementos más radicales de éste? ¿Por qué entonces no se mencionan esos mismos términos, los del expolio y el sabotaje, para describir la acción de unos gobernantes que han exprimido al pueblo hasta exasperarlo?</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La cosa continúa. Otra periodista de rigor como es Pepa Bueno, poco antes de prestar su edición a la más burda e insultante propaganda gubernamental con un publireportaje sobre los males del tabaco, abordaba la crisis egipcia con el vocabulario disponible: 'búsqueda de normalidad', 'caos', 'seguridad', etc. El mismo Lorenzo Milá, otro tipo competente, aludía a las (cínicas) peticiones por parte del gobierno estadounidense de una 'transición tranquila a la democracia' (ah, entonces, hasta ahora, eran aliados de un dictador, ¿no?) para evitar 'un vacío de poder'. ¿Un vacío de poder, justo ahora, cuando la fuente de todos los poderes se está manifestando, cuando el origen del poder, desde Roma y la Edad Media hasta nuestros días se está haciendo presente? ¿O es que seguimos teniendo una mentalidad tan poco democrática que el poder solo nos resulta concebible cuando un señor muy principal manda a toda una colectividad?</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y, para cerrar, termino escuchando los comentarios del adjunto de Vicente Vallés en la Noche en 24 horas al discurso de Mubarak: 'lo que los manifestantes solicitan solo y exclusivamente es que el presidente dimita, que Mubarak se vaya; solo con que esto ocurra, los manifestantes aseguran que se dan por satisfechos y que pondrán fin a sus reivindicaciones'. Me he quedado literalmente boquiabierto al escucharlo. Sus palabras me han vuelto a demostrar que la meritocracia es un ideal cada vez más lejano. Las múltiples mediaciones e interferencias que se interponen entre un individuo meritorio y la recompensa social logran, con demasiada frecuencia, que en puestos claves, por su proyección pública, no estén más que mediocres, tipos bien relacionados, sujetos que tuvieron la agudeza o la suerte de estar en el sitio oportuno en el momento justo y con los contactos necesarios. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span> </div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Y es que, ¿cómo puede afirmarse semejante estupidez? ¿Cómo puede sostenerse que la causa de las movilizaciones la encarna una sola persona, como si la situación de un país dependiese de su voluntad, y no el sistema social en su conjunto, del que el presidente es una pieza más? Parece que, por desgracia, ha calado hondo en esta sociedad esa actitud mesiánica que, en negativo, censura a un solo gobernante como causa de todos los males, y en positivo, como dice mi amigo Esteban Conde, anhela un dictador. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-70621341884075031832011-02-01T06:33:00.000-08:002011-02-01T06:48:22.337-08:00Hermann Heller (1891-1933)<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Estoy concluyendo un artículo sobre Hermann Heller para una revista de filosofía política y, releyendo su póstuma <i>Teoría del Estado</i>, me encuentro la siguiente referencia, escrita en 1933, a contrapelo de todos los lugares comunes que se empleaban (y todavía hoy se emplean) para criticar el liberalismo económico:</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">"La idea del libre juego de las fuerzas autorresponsables, la del equilibrio armónico de intereses mediante el mercado libre y la de la constitución no coactiva del todo social por la automática ordenación del mercado, todas estas ideas, en cuanto se proyectan sobre la organización del Estado y de la sociedad, no son más que estupendos disfraces que encubren una situación casi completamente opuesta a lo que aparentan, ideologías justificadoras que, aunque no lo tengan como fin consciente, cumplen, sin embargo, la función de tranquilizar la conciencia de la sociedad burguesa. Pues en la sociedad civil real no existe ningún libre mercado de cambio, ni competencia libre, ni autorresponsabilidad y autodeterminación libres y, sobre todo, no se conoce la formación no autoritaria del todo social mediante el juego libre e igual de fuerzas. La sociedad civil real es una sociedad de clases cuya unión se mantiene mediante el predominio de una de ellas, para cuya subsistencia es, sin duda, necesario el mantenimiento de la ideología de la libertad y de la igualdad. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La sociedad capitalista no se caracteriza, como suele decirse, por el hecho de que en ella el 'débil' Estado se abstenga de intervenir en la vida económica. Tal idea pertenece también al arsenal de las ideologías encubridoras. Pues se trata justamente de un Estado que despliega a la vez, en la época del imperialismo, una potencia hasta entonces desconocida. El verdadero lema de la sociedad civil no es, en modo alguno, la ausencia de intervención, sino <i>la movilización privada del poder estatal para una poderosa intervención en el campo económico</i>"</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El liberalismo, como bien estamos pudiendo contemplar, supone, en efecto, intervención brutal del Estado en beneficio de intereses corporativos privados. Así fue desde el comienzo, y así continúa siendo. El único enigma por resolver es cómo continúa gozando de tan buena salud la explicación simplista, contraria a los hechos, de los liberales, que disgregan sociedad mercantil y poder estatal como si fuesen polos opuestos.</span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-27818431683921789542010-12-10T04:13:00.000-08:002010-12-11T14:00:40.994-08:00Las cuentas de la abuela<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Al final no hay nada como un lumbago para poner momentáneamente en suspenso las obligaciones y, aun con el incómodo pinchazo en la espalda, dedicarse unos minutos a las devociones. Muchas son las cosas que habría debido tratar en este portal tan abandonado que, sin embargo, no abandonaré jamás. Como me acerco a enriquecerlo justo ahora, pues trataré del tema que me tiene más mosqueado: las privatizaciones recién decretadas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Comprenderán propagandistas y dirigentes que antes de nacer la economía política, y mucho antes de que esta ciencia social aspirase a convertirse en formal con modelos econométricos, derivadas, integrales y demás formulismos matemáticos, ya existía la administración doméstica, el cálculo mercantil y las cuentas de la abuela. A ellas, de hecho, cabe recurrir para demostrar con suma sencillez que las medidas privatizadoras son del todo antieconómicas e irracionales, es decir, contrarias a los fines que dicen perseguir. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Qué fines son estos? El aligeramiento de la deuda, la transmisión a los mercados de una imagen de solvencia, el acopio de recursos financieros. No, desde luego, como en tiempos de la desamortización, sacar un bien exento de la circulación mercantil para que ésta lo engulla consolidando las jerarquías sobre las que se asienta. Pues bien, ¿logra, por ejemplo, dichos fines la privatización del 30% de las Loterías del Estado?</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Según he </span><a href="http://www.eleconomista.es/espana/noticias/2647127/12/10/El-Gobierno-ingresara-14000-millones-con-la-privatizacion-de-AENA-y-Loterias.html"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">leído</span></a><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">, el Estado espera ingresar por la privatización de AENA y Loterías 14.000 millones de euros, de los cuales cerca de 10.000 proceden de la venta parcial de la gestora aeroportuaria. De las Loterías se obtendrán, por tanto, unos 4.000 millones. El interrogante pertinente, según la lógica de las cuentas de la abuela, sería el siguiente: ¿cuánto tiempo tarda ese 30% de Loterías en suministrar al Estado una ganancia de 4.000 millones de euros?</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Vayamos a los datos de recaudación semanal, tomando como ejemplo ésta que termina y la justamente anterior (para consultar los datos, acúdase a www.onae.es): la lotería primitiva de jueves y sábado, con una recaudación media de 17 millones de euros, detrae para premios unos 9, dejando de beneficios (parciales, pues de algo viven los loteros) unos 8, con lo cual entre jueves y sábado la cantidad recaudada no destinada a premios es de 16 millones. La Bonoloto tiene aproximadamente un millón diario de beneficios con sorteos lunes, martes, miércoles y viernes. Ya vamos entonces por 20 millones, a los que deben añadirse 3 por el gordo de los domingos y unos 7 por el sorteo de la lotería tradicional los jueves y los sábados. 30 millones de beneficios, multiplicados por 52 semanas dan un total de 1560 millones anuales. Para tirar por lo más alto, supongamos que 560 millones (y las ganancias no incluidas en nuestro cálculo de los restantes sorteos, de la quiniela a la hípica) van para sufragar los gastos de gestión, con lo que obtenemos 1.000 millones de beneficios netos para el Estado por año. En cuatro años, por lo tanto, se financia lo que se va a obtener con la privatización, y en doce, ese 30% que va a venderse produce por sí solo dicha cantidad. La medida adoptada, por seguir con el lenguaje de la abuela, no es otra cosa que 'pan para hoy y hambre para mañana'.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Las privatizaciones de sectores rentables no afectados por la corrupción y el favoritismo no son la solución sino más bien una de las fuentes del actual problema. Los mercados, dicen, no confían en la solvencia española en general, en que el Estado y los bancos vayan a pagar puntualmente los vencimientos de sus deudas. La lógica de la guerra preventiva se instala así también en el mundo de la economía: qué más da que el Estado tenga una deuda pública proporcionalmente menor a la de otros Estados sin problemas de solvencia (el 64% frente al 120 de Italia, por ejemplo), y qué importa que hasta ahora haya pagado puntualmente sus deudas. Al igual que con las guerras preventivas no se combate ningún mal, sino que se crean expectativas de ganancia para una minoría, con todas estas prevenciones no se ha conseguido sino encarecer el mercado de la deuda pública y generar una vía más de ganancia para la especulación. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Pero si esto sucede es porque el Estado ha sido arrinconado por la ola neoliberal hasta convertirse, como en tiempos de la monarquía tradicional, en una instancia tributaria a merced de la voluntad de los contribuyentes y sin capacidad para generar sustento propio. A nadie debe extrañar entonces que, bajo la forma de chantaje, pueda ahora doblegarse a todo un Estado para imponerle las condiciones decididas por agentes y programas que funcionan con la sola regla de la maximización de los beneficios. El problema que se está haciendo patente no es otro que la incapacidad estatal para generar recursos propios que permitan afrontar con solidez y solvencia estas situaciones críticas. En nuestro caso, las empresas públicas que persisten, salvando honrosas excepciones, suelen convertirse en campo de enchufismo y reproducción partidaria. Y las demás parece que recomienzan a privatizarse, dejando al Estado con menos medios, haciéndolo así más dependiente de la voluntad del capital y agravando, por consiguiente, el problema que tenemos en la actualidad. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Debería ser en toda lógica un tiempo de estatalizaciones y no de privatizaciones, de recuperación para la órbita estatal de toda una serie de sectores estratégicos --comenzando por la energía-- y de servicios públicos --empezando por la educación infantil-- que (1) funcionan de cualquier manera con cuantiosa financiación pública, (2) a altos precios para la ciudadanía, (3) salarios precarios para sus productores y prestadores y (4) sin la calidad, eficiencia y competencia técnicas que podría garantizar un personal cualificado de carácter funcionarial. Pero todo llegará...</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">PS: Y tan por lo bajo que tiré al calcular los beneficios anuales de la Lotería. No son 1.000, sino <a href="http://www.rankia.com/blog/nuevasreglaseconomia/621647-privatizacion-loteria">casi 3.000 millones</a> lo que reporta en beneficios al Estado, con lo que en apenas dos años se obtendrían lo que se va a ingresar por su privatización parcial, y no más de seis años tardaría su 30% en generar esos 4.000 millones que al parecer tanto necesitamos. Lo dicho: desamortización al uso posmoderno...</span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-82244433048455766982010-10-09T10:23:00.000-07:002010-10-09T13:09:36.874-07:00Una nota constitucional<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Leo que la Audiencia Nacional ve fundamentada la acusación de inconstitucionalidad formulada contra el recorte de salarios a los funcionarios públicos perpetrado por nuestro gobierno. Imagino que, al tratarse de una norma con efectos económicos masivos, la jurisdicción competente puede ser la de la Audiencia, y al tratarse además de un decreto, y no de una ley, no procederá acudir obligatoriamente al Tribunal Constitucional. Pero, de cualquier modo, constitucionales son los argumentos que se presentan por los acusadores y los que considera fundados la propia Audiencia. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Cuáles son tales argumentos? Principalmente uno: que la bajada de sueldos fijada por decreto vulnera el art. 37.1 de la Constitución, que ordena a la ley garantizar "la fuerza vinculante de la negociación colectiva". En efecto, el recorte salarial del funcionariado español se acordó contraviniendo un acuerdo previo suscrito por la administración y los sindicatos de empleados públicos en el que se fijaba una módica subida del 0.1%, esto es, una congelación a efectos prácticos. Y el gobierno, por decreto, es decir, del modo más autoritario imaginable, incumplía de modo flagrante el citado pacto. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El problema, de solventarse de manera favorable para los empleados públicos, entrañaría otro de rango aún mayor. Si este decreto puede vulnerar en el terreno de lo concreto un acuerdo fruto de la negociación colectiva, la ley 32/2010 lo quebranta de un modo general, por una parte, al permitir al empleador modificar sustancialmente las condiciones de trabajo cuando las circunstancias económicas lo requieran, y por otra, al capacitar al trabajador para que acuerde individualmente con el empresario unas condiciones diferentes a las recogidas en el convenio colectivo. Si el decreto contradice de manera específica el mandato constitucional, la ley de reforma laboral lo incumple clara y descaradamente, al vaciar de contenido y no garantizar el carácter vinculante de la negociación colectiva. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">¿Tendrá esta inconstitucionalidad tan evidente alguna consecuencia jurídica? Probablemente no. En primer lugar, por falta de pretensión de recurrir la ley de reforma del mercado de trabajo ante el Tribunal Constitucional, aunque habrá que reconocer que todo habría quedado más elegante y democrático si previamente hubiesen tenido el valor de reformar dicho precepto. Y en segundo lugar, por el hecho materialista, indicado por Ferdinand Lasalle, de que la Constitución auténtica es la definida por la correlación de fuerzas existente en un país determinado en un momento dado de su historia. Y la clara hegemonía conservadora que padecemos, de la que participa ampliamente el gobierno y, por tanto, la inmensa mayoría de nuestros representantes, impedirá que se imponga el dictado de la Constitución, tan relevante, en cambio, para otros aspectos, como el de la indisolubilidad de la nación. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Esto nos coloca ante un problema de calado mayor, que no es otro que el de la expansión del Estado y el vaciamiento de la Constitución. No solo en España se está volviendo a conceder un papel desmesurado al poder ejecutivo; no solo aquí se está abusando de las normas de urgencia y la lógica de la excepcionalidad. En el fondo, la construcción del mercado libre --desde las rebajas de aranceles conseguidas militarmente por Gran Bretaña hasta la privatización por decreto de la propiedad-- ha sido una cuestión de imposición por parte del Estado, mediante normas autoritarias y con el uso frecuente de la violencia. Recuerden, a título de ejemplo, la primera de nuestras desamortizaciones, realizada bajo la primera ley de plenos poderes (al ejecutivo) dictada en nuestra experiencia constitucional. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"> </div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">De eso mismo va tratando de nuevo nuestra fábula, del allanamiento del terreno a una privatización todavía más masiva de la economía, y los <i>tempos</i> del mercado son impacientes, las medidas que requiere muy expeditivas y sus escrúpulos demasiado pocos como para tener que perderse en filigranas constitucionales. Por eso, el predominio de la lógica del mercado sobre la de la política constitucional hará que un simple decreto, o una mala ley, prevalezcan sobre la propia Constitución. Por eso también volverá a verse cómo, sin Constitución mediante que limite el poder declarando universalmente derechos individuales y sociales, el Estado y el mercado son tan mutuamente necesarios, tan recíprocamente imprescindibles, que ambos nacieron y ambos perecerán a la vez. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-91253221370502248462010-09-28T08:47:00.001-07:002010-09-30T08:29:12.005-07:00Huelga e historia<span class="Apple-style-span" style="COLOR: rgb(99,32,53);font-family:Helvetica, Arial, Verdana, 'Trebuchet MS', sans-serif;font-size:13;"><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000000;">Mañana voy a la huelga. Muchos son los pretextos que he oído para justificar no secundarla. Como no tengo vocación sacerdotal ni partidaria, no soy quien para concienciar a nadie. Es, desde luego, coherente no ir cuando se está conforme con las medidas adoptadas. Mayor perplejidad me produce el escándalo que éstas suscitan combinado con la pasividad. Las excusas son variadas, aunque se resumen en tres: "Los sindicatos no se lo merecen, pues son unos vendidos", "las cosas no están para perder un día de sueldo", "total, si no va a servir para nada".</span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Todas convergen en un mismo defecto de partida: la ceguera ante la historia, la incapacidad para apreciar cuál es la dinámica íntima de la historia de los hombres, que no es otra que la dinámica de las luchas de poder. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Se desconoce así que los<i> sindicalistas</i> han podido ser todo lo indolentes que se quiera, pero que los <i>sindicatos</i> componen un instrumento formidable, y hoy por hoy único, para la defensa de los derechos sociales. El defecto de la apreciación sindical es, en efecto, no haberse opuesto netamente a un gobierno que lleva adoptando medidas regresivas desde hace ya varios años. Pero más vale tarde que nunca y, sobre todo, más vale un atisbo de articulación organizativa de la masa trabajadora que la yuxtaposición de miles de empleados precarios y endeudados individuales y desconectados.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Con los citados pretextos, se pasa igualmente por alto que lo que está en cuestión no es el presente perpetuo en que vivimos, donde sí que se siente la pérdida de unas cuantas decenas de euros, sino un futuro próximo donde es más que probable que la sangría salarial no se haya restañado si no se han tomado las precauciones necesarias. La huelga, en este sentido, es un acto preventivo, una advertencia proclamada ante los centros decisorios para que detengan su desmantelamiento del Estado social. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Y, por último, con tales giros argumentales se deja de saber que ninguna acción sindical, ningún acto de resistencia obrera a lo largo de la historia se saldó de forma inmediata con una rectificación absoluta por parte de gobernadores y patronos. Todos se tropezaron en primer lugar con el fracaso, con fracasos mucho más dolorosos, intensos y profundos que los que mañana pudieran vivirse caso de que no existan rectificaciones gubernamentales, pues eran fracasos a cambio de los cuales se pagaba con la vida y la libertad. Pero antes, claro, se sabía, entre otras cosas por influjo marxista, que se estaba en guerra, y que la pérdida de una batalla no implicaba ni la renuncia a una estrategia global ni la derrota final en la contienda.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><br /><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Gracias a esta visión de la historia, gracias al poder material conquistado y exhibido a su través, podemos (o hemos podido) gozar de las libertades y privilegios que el Estado democrático y social ha garantizado. La historia, en efecto, es un proceso cumulativo que se construye con cada acto, y no oponer ni el más mínimo conato de resistencia frente a los desmanes cometidos supone sentar un terrible precedente que autoriza tácitamente a que estos continúen y hasta se agraven. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;"><br /></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000000;">Si las luchas en su aspecto más evidente y tangible han cesado, si a los enfrentamientos directos ha sustituido la democracia y la deliberación, no ha sido porque la polémica entre intereses y posiciones enfrentadas haya dejado de existir, sino porque resulta viable y preferible continuar la guerra por medios pacíficos. Pero la guerra, en sí, no ha terminado, la polémica como el factor estructurante principal de una sociedad no igualitaria sigue perfectamente en pie. Y, efectivamente, resulta una necesidad apremiante el demostrar que toda la organización social continúa deteniéndose y, en su caso, se desplomaría, sin el concurso activo del elemento trabajador, mucho más indispensable para una <em>vida buena</em> que las operaciones especulativas de los señores engominados que, impunemente, nos han hundido en esta situación. </span></div></span>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-66501147346975253272010-09-28T07:47:00.000-07:002010-09-28T09:06:55.078-07:00Reforma laboral y legislación racional<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Para, por una vez, sustituir la lectura de la prensa por información directa y veraz, me imprimí ayer la ley 35/2010, "de medidas urgentes para la reforma laboral". Fueron variadas las impresiones, pero cabe resumirlas en tres: la ley resulta la plasmación legal del cinismo en que se ha instalado el actual gobierno y todos los que lo defienden; introduce además novedades de tal calado que creo que probablemente suponga la reforma más agresiva y destructora de la protección del trabajo y la relevancia pública sindical; y, en último lugar y sobre todo, expresa una vez más la profunda ineptitud de toda la pléyade de políticos y asesores que conforma nuestra dirigencia. Expliquémoslo. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El preámbulo afirma que la norma tiene como finalidad combatir el empleo temporal precario y la "dualidad" del mercado de trabajo, es decir, la disociación de éste en una élite de trabajadores fijos bien remunerados y con despidos muy bien indemnizados y un batallón de empleados en precario, que concatenan contratos basura y no gozan nunca de las condiciones suficientes para estabilizarse y promoverse en el puesto. Asimismo, el "objetivo esencial" de la reforma es reducir "el desempleo e incrementar la productividad de la economía española". Todo ello, por supuesto, sin merma alguna del "compromiso del Gobierno de mantener los derechos de los trabajadores". </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">La cuadratura del círculo, evidentemente, no llega a lograrse, poniéndose de este modo al descubierto la falsedad de la retórica con que el Gobierno pretende legitimar esta conculcación de los derechos laborales. En realidad, la única "penalidad" impuesta a los empleadores con el fin de reducir el número de contratos temporales es la de incrementar su indemnización a doce días por año; sin embargo, "razones de prudencia aconsejan implantar este incremento de una manera gradual", no habiendo entonces, en la práctica, medida coactiva alguna que impida la eternización de la temporalidad que se dice combatir. Todo queda en una limitación temporal de hasta cuatro años (¡uh, qué arrojo socialista!) para los contratos por obra y servicio y en la consueta presunción de que quien encadena un mismo contrato, para un mismo puesto y en una misma empresa es, <em>de facto</em>, y por lo tanto también <em>de jure</em>, indefinido. Una presunción ya vigente que en nada ha eliminado dicha dualidad. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Dejando de lado las típicas bonificaciones para quienes contraten a jóvenes, mujeres o desempleados, hasta ahí llegan las novedades favorables al trabajador. Todo lo demás son reformas adoptadas en sistemático detrimento suyo. Veamos las más escandalosas.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">- Para poder extinguirse los contratos de trabajo mediante un "despido colectivo" bastará que el empleador alegue, como causa objetiva que lo justifica, "una situación económica negativa en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o <i>previstas</i>". La "razonabilidad de la decisión extintiva" se vincula en todo caso a que permita "preservar o favorecer" la "posición competitiva" de la empresa "en el mercado". Con ello, la labor empresarial, que en buena tradición weberiana comprendía como virtud la ascesis y previsión indispensables para mantener en el tiempo una actividad productiva, se convierte ahora, con medidas como ésta, en una tarea cortoplacista que no requiere siquiera la provisión de fondos para momentos bajos, en el entendido subyacente de que la vida de una empresa, como la producción de un país, ha de describirse con una línea continua y eternamente ascendente.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">- Justifican asimismo el despido colectivo los cambios tecnológicos, organizativos y mercantiles que obliguen a la empresa a extinguir relaciones laborales para "<i>prevenir</i> una evolución negativa de la empresa", consolidándose así el principio según el cual, para mantener su posición y su nivel de ganancias, la empresa a lo primero que puede meter la tijera es a las rentas del trabajo. De esta forma se legitiman unos recortes que, como en buena lógica de guerra preventiva, tendrían como objetivo colocar parches ante coyunturas desfavorables eventuales y futuras sobre las que no existe certidumbre alguna. El trabajo se convierte así en subalterno de la prognosis económica.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">- Más escandalosa aún es una de las causas que permite que un despido individual sea procedente y, por tanto, cuente con una indemnización mucho menor. Me refiero a la causa de absentismo: a tenor de la ley, podrá despedirse individualmente "por faltas de asistencia al trabajo, <i>aún justificadas</i> pero intermitentes, que alcancen el 20% de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos, o el 25% en cuatro meses discontinuos dentro de un periodo de doce meses", no computándose como "faltas de asistencia", entre otras, las bajas "acordadas por los servicios sanitarios oficiales" que "tengan una duración de más de veinte días consecutivos". Lo cual, hablando en plata, no significa sino que si el trabajador se da de baja dos o tres veces durante más de nueve días en el plazo de dos meses estará ya a merced del empleador, que no es que lo despida inmediatamente, pero sí que contará con el instrumento coativo de amenazarlo con dicha posibilidad. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">- Y, por último, en tan subordinado lugar han dejado a la fuerza sindical y su capacidad negociadora, que el trabajador podrá por su cuenta acordar a la baja con el patrón sus condiciones de trabajo, mientras que el empleador podrá modificar "sustancialmente las condiciones de trabajo", incluidos horario, jornada, sistema de remuneración y turnos, cuando "existan probadas razones económicas, organizativas o de producción". </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">De este modo, el Gobierno no solo sienta las bases para la construcción de un mercado de trabajo donde los empleados pasan a ocupar un estatus mucho más debilitado, sino que, sobre todo, coloca la patata caliente de la conflictividad laboral en la casta judicial, encargada en última instancia de dilucidar si concurren efectivamente las causas que justifican los despidos colectivos o las modificaciones restrictivas de las condiciones laborales. El problema es, en primer término, de índole técnica: ¿cuentan nuestros tribunales con los instrumentos necesarios para interpretar y verificar contabilidades de empresas, para calcular o adverar el índice total de absentismo en un centro de trabajo o sencillamente para interpretar los designios del mercado y las posiciones que en él ocupen las empresas? La cuestión es igualmente de índole política, pues con una reforma como ésta no se vuelve a demostrar sino la irresponsabilidad profunda y congénita de nuestros gobernantes, incapaces de adoptar medidas de carácter ejecutivo sustituyéndolas por cláusulas imprecisas que aplazan la decisión política hasta el litigio judicial. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span style="font-size:130%;">Mas, ante todo, la ley de la reforma laboral que hemos comentado nos coloca frente a un problema jurídico de envergadura. Si entre nosotros los europeos nació la ley como expresión fundamental del poder público fue, principalmente, como medio de garantía frente a la discrecionalidad de los aparatos judiciales dependientes de la corona. La ley, para cumplir su función garantista, había de ser, en primer lugar, representativa de la voluntad general, pero también, en segundo lugar, taxativa, precisa, transparente y determinada, para facilitar al máximo su aplicación e interpretación, pues de transmitir seguridad jurídica se trababa. Y es esto lo que ha olvidado el legislador al reformar el mercado de trabajo, dejando abiertas todas las puertas a aplicaciones abusivas, que, en su caso, habrán de limitar unos tribunales ya de por sí exhaustos y derechizados. </span></span><span style="font-size:130%;"> </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-39706152885351681932010-09-17T02:45:00.000-07:002010-09-17T08:19:16.254-07:00Guardería neoliberal vs. Guardería del bienestar<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">He estado estos días buscando un "centro de educación infantil no obligatoria" para mi hijo en la ciudad donde empezamos ahora a residir, (y donde yo nací, viví mis primeros años y donde regresé por otros cinco tras licenciarme). He tenido la misma experiencia que al ingresarlo en su guardería anterior, y no me resisto ahora a contárosla. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Para esquematizar la exposición, recurramos a dos tipos ideales de guardería: una neoliberal y otra del bienestar. Anticipo que mientras la segunda es una figura imaginaria, la primera es una realidad bien visible. ¿En qué consiste tal realidad? Pues en sociedades de responsabilidad limitada que gestionan varias guarderías instaladas en locales. Su mecánica económica y organizativa es la siguiente: en la cúspide encontramos al director de la red de guarderías, nunca presente del todo en ninguna de ellas, y con unas funciones de logística y gestión empresarial --compra y alquiler de locales, búsqueda y negociación de subvenciones, captación y control del personal, adquisición de muebles y material docente, negociación con editoriales-- hasta cierto punto ajenas al mundo de la puericultura. En un escalón inferior hallamos a los gerentes o encargados de cada guardería, o excepcionalmente de varias de ellas. Éste ya es el que atiende a los padres interesados, quien dirige y fiscaliza al personal contratado, el que recauda y gestiona la rutina del centro que dirige. Y por último, en el más bajo escalón, las que desarrollan la función primordial: el cuidado, atención y formación de los pequeños; unas chicas (no es sexismo, sino constatación de lo que hay) a quienes se les supone una formación en educación infantil cuyas credenciales se escamotean a los padres. Se desconoce su proceso de selección, que no debe ser muy exigente cuando algunas empleadas no son sino parientes de la gerencia, y se sospecha un sueldo precario.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Así son las guarderías privadas, por las que se paga entre 150 y 350€ mensuales. Si entendemos esta educación infantil como un servicio indispensable para la mayoría de las familias, comprobamos que en este caso, en el neoliberal, se presta de un modo en el que lo más irrelevante, y lo peor pagado, es lo fundamental, mientras que el mayor beneficiado es justamente quien hace negocios --entre otras cosas abaratando costes y precarizando el mismo servicio que presta-- con la guarda y custodia de niños. Así, la retórica e ideológica apelación a la iniciativa de la "sociedad" para cubrir esta necesidad solo recubre un negocio bien montado donde lo menos importante es lo crucial. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">El punto máximo al que llega el Estado del liberalismo social es a la subvención directa de las pocas plazas disponibles en centros así diseñados. Es decir, la supuesta política social de los socialdemócratas deja intacto el principio según el cual es la sociedad (o sea, los empresarios) la que autónomamente debe satisfacer dicha necesidad, comprometiéndose solo a su financiación, íntegra o parcial, cuando las circunstancias así lo exijan y dependiendo de los ingresos obtenidos. Curiosamente, la administración autonómica calcula el coste de una plaza concertada con un importe sensiblemente superior (290€) al que efectivamente cuesta la plaza en régimen exclusivamente privado (230€). Ya tenemos aquí el primer fraude al erario público. Pero el fraude general viene cuando comprobamos que tal financiación pública no sirve sino para engordar aún más la nómina del director o propietario de la red de guarderías y perpetuar la precariedad de las puericultoras, sin entrañar, que yo sepa, ningún control sobre la formación y selección de éstas. </span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Frente a esta realidad cabe oponer otra perfectamente factible y para nada utópica: la que al principio he llamado guardería del bienestar. ¿En que consistiría? Muy sencillo: en convertir la educación infantil de los primeros tres años en un servicio público a cargo del Estado. ¿Qué supondría? Unas guarderías donde algún técnico administrativo se encargaría de su gestión y donde unas profesionales de la puericultura, con formación universitaria, selección por oposición y puesto y sueldo de funcionarias, se encargarían del cuidado e instrucción de los niños. El que en la guardería neoliberal estaba arriba, pasaría de inmediato a reubicarse en la condición de director técnico de uno o varios centros; y las que estaban abajo ascenderían hasta convertirse en lo que son, el núcleo y función fundamentales del servicio.</span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><br /><span style="font-size:130%;"></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;font-size:130%;">Los liberales podrían objetar lo siguiente: esa guardería supondría gastos mucho más elevados y, caso de implantarse, aletargarían la iniciativa privada e impedirían la producción del excedente de riqueza del empresario, que al fin y al cabo tributa y que, por tanto, termina revirtiendo beneficios en la colectividad. Fácil es la contrarréplica: (1) vistos los gastos en subvención de plazas concertadas, dudo que fuese imposible costear los gastos que originase su fundación, pero es más, visto el personal funcionario inactivo y sobrante sería un modo de buscarles ocupación y rentabilizar sus nóminas; (2) si se monta esta guardería del bienestar, no como régimen monopólico, sino como sistema público al que se accede solo con unas determinadas condiciones de renta y de trabajo, seguiría quedando espacio para la iniciativa privada, que se encargaría de garantizar el servicio a capas más pudientes que deseasen prestaciones más sofisticadas (natación, música, idiomas...); (3) de convivir ambos regímenes, la iniciativa privada seguiría "generando riqueza" y "revirtiendo beneficios" a la comunidad, por mucho que las estadísticas de la Agencia Tributaria no paren de desmentir estas falacias evidenciando el fraude estructural y la contribución irrisoria de sociedades y empresas. </span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-3085089632980372484.post-16960368975719467262010-09-13T01:53:00.000-07:002010-09-24T01:31:55.959-07:00¿Una política de la naturaleza?<div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">Parece que, de cara a las próximas elecciones, el ambiente político va enriqueciéndose. El ejemplo europeo y el fracaso gubernamental prestan terreno abonado para ello. En Alemania y, sobre todo, Francia y Portugal, predican con el ejemplo: el desplazamiento neoliberal de la socialdemocracia va liberando espacios que pronto son ocupados por organizaciones izquierdistas. Si de representar corrientes de opinión en su justa proporción trata la democracia, habrá que convenir que la </span></span><i><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">gauche divine</span></span></i><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;"> de los multimillonarios Schroeder, Blair o, entre nosotros, Garmendia y Sebastián representa a un sector reducido de la sociedad, al compuesto por aquellos liberales progresistas de riñón forrado y alta cultura que en conjunto no suman más del 10% de la sociedad. Alrededor de sus partidos se ha abierto una zona de luchas por un electorado mayoritario y desencantado que, en su mayoría, ha sucumbido a los cantos facilones de la derecha más burda y, en el resto, contempla desconcertado y escéptico las confesiones de izquierdismo de los socioliberales y la proliferación de nuevas formaciones que superan el anquilosamiento comunista. </span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:georgia;"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">Es en estas coordenadas, sin duda favorables, donde hemos de situar el nacimiento de </span></span><i><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">Equo</span></span></i><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;">, la formación de López de Uralde y Joan Herrera. Se miran ante todo en el espejo alemán, desconociendo la diversidad de trayectorias, y francés, queriendo emular el éxito de Cohn-Bendit, que superó en las últimas europeas a los socialdemócratas oficiales. En España encuentran a mi entender un espacio muy propicio a sus intereses, visto que IU no ha logrado asumir su principal desafío desde hace más de una década: desembarazarse del partido comunista y huir sistemáticamente de la tradición cainita, asamblearia, iluminada y dogmática de nuestra izquierda más sorda y rancia. </span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:large;">Los Verdes españoles se topan, sin embargo, con un riesgo fundamental: el reduccionismo que supone restringir un programa político de gobierno al problema de la protección medioambiental. Dicho riesgo se agrava todavía más si tenemos en cuenta la escasísima sensibilidad ecológica que todavía prima en la mayor parte de las poblaciones españolas. Con la complejidad que entraña la política, que requiere adoptar decisiones sobre temas tan variados como la administración de justicia, la regulación mercantil o la hacienda municipal, ¿cómo convencer de la propia capacidad limitándonos a proclamar el cierre de las nucleares, defender una fiscalidad verde y conseguir el reciclaje de todos los desechos?</span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:large;">Este riesgo, sin embargo, supone, más que una deficiencia congénita del movimiento verde y de su próxima cristalización partidaria, un desafío intelectual. Un reto que se concentra en la concepción que tengamos de la naturaleza y que comienza a superarse en cuanto obviemos la dicotomía entre la naturaleza exterior y la interior, pues uno de los problemas más acuciantes del sistema político-económico actual es precisamente su falta de correspondencia, no sólo con el medio ambiente (la naturaleza exterior), sino también con la fisonomía natural del hombre (naturaleza interior). </span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:large;"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></span></span></div><div style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-family:georgia;font-size:large;">Solo si se verifica este salto se estará en condiciones de postular un programa tan complejo y autosuficiente como lo es la propia política. Solo si defender una política de la naturaleza significa algo más que la legítima y necesaria protección del medio ambiente podrá contarse con las condiciones de credibilidad que posibilitan el éxito. Ese es, en mi opinión, el punto débil y el que más han de trabajar los partidarios del movimiento verde, pues parece claro que oponerse de forma crítica al modelo vigente no es sino denunciar que éste se basa en la represión, mutilación y cosificación de la naturaleza del hombre. </span></span></div>Sebas Martínhttp://www.blogger.com/profile/05833413446205664732noreply@blogger.com0