Se echa de menos en estos tiempos la independencia de criterio. Tiene esto sus razones materiales: con unos aparatos de partido con un poder formidable, con una prensa plenamente interesada en aquello sobre lo cual informa y con una casta intelectual, política y profesoral completamente dependiente de la trabada red de influencias de grupos empresariales, editoriales y partidistas es prácticamente imposible que emergan personajes capaces de desembarazarse de todo este lastre para acuñar ideas independientes, visiones personales y opiniones auténticas.
Sólo esta red parece ser el vehículo de la esperanza.
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