Ando liado desde hace tres años a ver si logro sacar de una vez el título de alemán en la Escuela Oficial de Idiomas. No crea el lector que uno es tan torpe como para repetir dos veces el mismo curso. El motivo es que entre mis clases y los desplazamientos me ha sido imposible asistir durante dos años seguidos. Y ahora, algo más descargado y con una estancia planificada en Frankfurt el próximo verano, creo que es el momento oportuno para lanzarse a por el título.
La cuestión, sin embargo, nada tiene que ver con mi organización curricular. El asunto es que uno, por muy variados que sean los escenarios en los que se desenvuelve, no puede descargarse de su deformación profesional. Los anteojos del análisis socio-político (e histórico) de lo que me rodea hace que a veces me interese más el aspecto ideológico de los previsibles libros de idiomas que su contenido lingüístico. Y algo de eso me ocurrió el pasado lunes en clase de alemán.
El tema que estábamos tratando versaba sobre la amistad y los héroes a los que admiramos. En la práctica de conversaciones, teníamos que preguntar a nuestro partner cuáles eran sus ídolos en la historia y en el presente, qué preferencias tenía a la hora de organizar su tiempo, cuáles eran sus tareas predilectas y sus momentos preferidos del día. Prácticamente sin excepción, todos los estudiantes dieron respuestas relacionadas con su existencia privada y familiar: que si mis héroes son mi padre y mi madre, que si lo más importante para mí es la familia, que si el trabajo era sólo un medio para vivir, que si el mejor momento de la jornada es cuando llego a casa y veo la tele, practico mis hobbies o juego con mis niños, etc.
La esfera pública o la profesión como vocación vital estuvieron por completo ausentes. La dimensión cívica del sujeto parecía no existir y ni siquiera afloró la contradicción entre esta perspectiva tan privada y familiar y el hecho, que a todos ocurría, de tener que sufrir jornadas de trabajo interminables que alejaban del círculo de parientes y amigos. Creía comprobar en esta anécdota hasta qué punto está desmantelada la dimensión ciudadana de la existencia (vid. sobre el particular el magnífico artículo de Enric González de hoy), cómo los sujetos posmodernos se recluyen en su más estrecha esfera vital percibiendo su entorno económico y político como destino, como irremediable fatalidad cuyo curso en nada pueden alterar y de la que se lamentan resignados en compañía de su mujer, sus amigos o de la pantalla de su ordenador mientras escriben desahogos en su blog...
Lo curioso es que, por contraste, el contenido de los textos y las audiciones del libro de alemán señalaba en una dirección justamente opuesta. Ejemplificando la heroicidad figuraban de Marie Curie a Martin Luther King y mostrando tareas que llenan nuestras existencias comparecían voluntarios que ayudaban a discapacitados. Me pregunto si con esta discrepancia estaba yo apreciando una divergencia de valores de naturaleza generacional, ya que los autores del manual probablemente fuesen mayores que los estudiantes de mi curso, o bien una discordancia nacional, mostrando la cultura alemana su mayor preocupación tanto por la esfera pública como por el trabajo vocacional. ¿Qué piensas tú, estimado lector?
8 comentarios:
Du hast ihren Text verloren... O algo asi.
Vaya cagada Mar! El caso es que como ando siempre sin tiempo, algunos apuntes que se me ocurren los dejo guardados como borrador para desarrollarlos cuando tenga un rato para ello. Y este se ve que en lugar de guardarlo en tal versión lo publiqué. Espero que te guste! Y se te ha echado de menos en el diálogo con NSS. Me hubiese gustado leer tu opinión.
Abrazos
(deinen Text)
¿Y si las nuevas generaciones no estuviésemos ya interesados por entablar relaciones sociales basadas en la dialéctica?¿y si resultara que no tratamos ya de hallar y superar contradicciones sino más bien de apartarlas de nuestro camino como las cortinas que no dejan pasar la luz?
Pienso también, estimado Asterix, que puede haber un fondo generacional en la cuestión, pero lo que sí tengo claro es que las contradicciones no se resuelven por obviarlas; antes bien, al pasar sobre ellas como si no existiesen dejamos de percibir su capacidad constitutiva, el hecho de hasta qué punto somos criaturas suyas (por poner un caso práctico: piensa en las fricciones familiares causadas por la presión laboral).
A mi juicio, tales contradicciones sólo se disuelven afrontándolas de raíz, no negando su existencia.
Entiendo los problemas que planteas, pero creo que no hablamos un mismo lenguaje y, desde luego, manejamos distintos conceptos para darles solución. Estimado Dick Turpin, ¿cómo negar la existencia del carácter constitutivo de las contradicciones? No seré yo quien lo haga. Simplemente afirmo, porque se trata de afirmar y no de negar, que es un lenguaje que me es ajeno. Tanto quizá como próximo para tí. Lo que me ha interesado de tu post no es esa recargada negatividad (no psicológica, sino dialéctica) que observo en todas tus entradas, sino, más bien, la utilización de los términos "destino" o "generación" y, ahora también, "constitución". Ver al padre de uno como un héroe: ¿no te parece una contradicción no contradictoria, es decir, humeante? Gracias por escribirnos en este espacio.
Muy bueno lo de recargada negatividad. Ya el título del blog anuncia la ascendencia de Adorno: se trata de crítica social, de oposición crítica a lo predominante cuando es irracional (o injusto, que viene a ser lo mismo).
Siento confesarte, por el contrario, que no comprendo bien el sentido de tu última expresión. Pero lo cierto es que, aunque el léxico pueda ser abundante, la realidad social exige ser explicada a veces con un vocabulario ineludible si no quiere incurrirse en ideología. Y a mi juicio términos como el de dialéctica, contradicción, generaciones o destino pueden ser útiles herramientas para la intelección sosciológica. Pero no son, desde luego, las únicas, y nada más lejos de mi intención que reproducir dogmatismo alguno.
Un saludo y gracias a ti por acudir a esta página
Hola Sebas! Pues me has pillado con mucho lio familiar/laboral/academico y no estaba para muchas profundidades, que era profundo el tema ese, habria que empezar por saber de que hablamos cuando hablamos de intelectuales, por ejemplo.
Sobre este, sin embargo creo que es bastante mas sencillo aunque no lo sea decir si estas en lo cierto o no. En mi opinion, haciendo de la anecdota categoría, creo que tienes razon y hay una especie de repliegue hacia lo personal, considerando que la política en sentido amplio es, o una via de realizacion personal, o una profesion, o una perdida de tiempo, y creo que, al menos en españa, ese cambio si tiene un contenido generacional. Claro, que hablo de mis compañeros comparados con mis padres, por ejemplo, no se si habra encuestas o estudios al respecto.
No se si no te he entendido bien, o no he entendido bien a Axterix, o el no te ha entendido, pero no creo que se trate de huir de las contradicciones sino de privarles de su caracter social. Me parece que cada vez hablamos mas de "problemas en nuestras relaciones", "problemas laborales" o "problemas para encontrar casa", por ejemplo, que no dejan de ser manifestaciones concretas, microsociologicas, de contradiciones de clase o de género. La diferencia es que, de acuerdo con el discurso dominante, y generalizando muchisimo, normalmente no se pasa al analisis macro de los problemas y a la busqueda politica de soluciones sino que todo se reduce a solucionar los problemas de cada uno cada dia.
Dicho lo cual, insisto en que es una reflexion personal sin ninguna base sociologica o cientifica.
A eso se le llama pensar en términos materialistas, estimada Mar! Bravo, totalmente de acuerdo, así es, problemas que son fruto de contradicciones sistémicas son presentados con insistencias como problemas particulares, aislados, privados. Es parte de la estrategia...
Un saludo algo triste, después de saber por Rafa que echan a Reig de Público. Vaya desatino...
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