jueves, 13 de mayo de 2010

El esfuerzo de todos

Sin tiempo siquiera para descansar, metido como estoy en una espiral de escritos, materiales de clase, lecciones e idas y venidas entre mi antigua residencia y mi actual querida ciudad, me es imposible llevar con un mínimo de regularidad este portal. Al final las devociones son arrinconadas por el peso de las obligaciones, pero como en definitiva es esta una página de desahogos, cuyo autor vierte en ella palabras más por necesidad que por deleite, no puedo menos que aparcar otros post abocetados para cuando goce de tranquilidad y dejar ahora constancia por escrito de mi opinión frente al ajuste del gasto público anunciado ayer por el presidente.

Para entender la dimensión del déficit, que de todas maneras continúa siendo sensiblemente menor al de países como Inglaterra, conviene refrescar la memoria y situarnos en los años 2007-2008, en el tramo final de la primera legislatura de Zapatero, para observar las decisiones de un ministro de finanzas neoliberal y las medidas adoptadas por el sedicente socialdemócrata que todavía hoy dirige el gobierno.

El primero se despidió de su cargo con la supresión del Impuesto de Patrimonio (1.600 millones de €), una nueva bajada en el tipo máximo del IRPF (del 45 al 43, que supuso dejar de ingresar unos 4.000 millones de €) y un descenso en el tipo del Impuesto de Sociedades (del 35 al 30, con la consiguiente pérdida para las arcas públicas de unos 6.000 millones de €). En rigor, y contempladas las cosas desde la perspectiva del anterior régimen fiscal, nos encontramos ante una trasferencia de renta por parte de la colectividad en su conjunto a la minoría acaudalada, a aquella que tributa (no que percibe en la realidad) por ingresos superiores a 60.000€ anuales, o por facturar más de 8 millones de euros en su empresa o por poseer patrimonios con un valor catastral (no real) superior a un millón de euros. ¿A qué se debió dicha trasferencia de renta?

No hubo, como gusta decir a nuestros conservadores, 'demanda social' que la exigiese. La excusa proclamaba que 'había margen y superávit' para acometerlas, lo cual significa una percepción absolutamente deformada de la realidad, pues desde la vía ferroviaria hasta los hospitales habrían agradecido inversiones que, sin embargo, devinieron imposibles. Mi convicción ha sido siempre que, al menos en parte, jugó su papel el hecho de que nuestros notables y pudientes gobernantes quisiesen adelgazar un poco sus tributos. Si calculamos la proporción de dirigentes afectados por las bajadas y las comparamos con la de ciudadanos beneficiados por ellas podremos comprobar que, mientras contentaron a una exigua minoría social, en la política oficial, desde la Garmendia hasta Sebastián, pasando por Rubalcaba y por todo el ala azul del hemiciclo, casi todos vieron su minuta de hacienda sensiblemente reducida.

Pero junto a esta burda auto-bajada de impuestos, también jugó su papel el dogma neoliberal según el cual estimular a las rentas más altas, a las productoras de oferta, redunda en beneficio de la economía, pues los ingresos no tributados se reinvertirán probablemente en el tejido productivo. Ya se ha visto que no es así, no solo aquí, sino sobre todo en los EEUU, donde practicaron hasta la extenuación las políticas de estímulo de la oferta. Y no ha sido ni puede ser así principalmente por dos motivos: porque, con un mercado especulativo que quintuplica la economía real, el capital se reproduce a sí mismo con más facilidad, rapidez y rentabilidad sin necesidad de invertir un solo real en la economía productiva; y porque, en la cínica creencia de que la armonía llega por el acuerdo libre de las voluntades, no existe un solo mecanismo legal que obligue a las empresas a reinvertir parte de sus beneficios en el tejido económico real, como sí sucede en otros países como --oh, escándalo-- Bolivia.

Así que gracias al ministro liberal nos adentramos en la crisis con 12.000 millones de euros menos, que depositamos en los escuálidos monederos de gente como Florentino Pérez, Botín y la duquesa de Alba. Pero la interpretación demagógica, populista, insolvente y zafia que Zapatero hizo de la filosofía socialdemócrata justo en tiempo electoral nos hundió aún más en la miseria. Primero fueron los 400€, infeliz invento del indocumentado Sebastián, que se tradujo en otros 5.000 millones de € menos y, por supuesto, en un impacto nulo sobre la economía real: ¡como si una derrama de 30€ mensuales fuese a levantar al país! Y después se sumaron los 2.500 € por nacimiento, sin distinción alguna de renta y necesidad y, de nuevo, entendiendo, more posmoderno, que la socialdemocracia equivale a cheques en metálico para que te busques por tu cuenta la vida en lugar de garantizar toda una red estable de servicios públicos prestados por profesionales bien remunerados.

Así las cosas, nos adentramos en la segunda legislatura con cerca de 20.000 millones de € menos. Solo para el presidente y sus consejeros la crisis resultaba impredecible. Toda la ciudadanía, en cambio, la veía venir. En los primeros meses, cuando comenzó la oleada de expedientes de regulación de empleo, el Ministerio de Trabajo llegaba a autorizar prejubilaciones de Telefónica a empleados de menos de cincuenta años, con el consiguiente coste para el Estado y la descarga ulterior para la corporación, que no por casualidad está presentando beneficios estratosféricos. Poco después se aprobó el igualmente propagandista y multimillonario Plan-E, costoso programa de parches que pronto se reveló incapaz de crear o estabilizar estructuras productivas. Y, entre medio, como bien recordaba Mar Fernández hace unos días, nos pegábamos el homenaje igualmente multimillonario de la 'corazonada-cabezonada' de Gallardón para llevar a Madrid los Juegos.

En fin, como puede apreciarse, por responsabilidad exclusiva de una política errática, derrochadora y carente de sentido social hemos ido a parar a una situación deficitaria y alarmante. El impacto que en la economía ha tenido cada euro gastado ha sido prácticamente inapreciable, exceptuando las subvenciones directas a la compra de automóviles, cuyo éxito no demuestra sino que el principal ajuste para reflotar la economía hubiera de realizarse por la vía de los precios, pues demanda, haberla, hayla.

Pero, para remediar el efectivo entuerto, ¿era éste el mejor camino? Creo sinceramente que no: tanto las imposiciones a Grecia como las sugerencias imperativas a España, además de haber puesto de relieve que vivimos mucho más bajo la dictadura del capital que bajo sistemas democráticos de soberanía popular, cuentan con el alto riesgo de producir un efecto de estancamiento de la economía por enfriamiento de la demanda.

Ahora bien, ¿existían más vías que las impuestas? Probablemente no: con un Estado sin presencia alguna en el sector productivo, esto es, sin capacidad alguna para generar sus propios recursos y riquezas más allá de los que buenamente provea el mercado libre, los organismos públicos están a merced de los inversores y de los compradores de deuda. Aquí, y en toda Europa, era imposible un gesto como el de Chávez, cuando se negó a pagar una deuda acordada por una minoría oligárquica sin representatividad y condicionada por el acreedor, el FMI, a la adopción de duras reformas neoliberales.

Solo una relativa autosuficiencia económica puede permitir al Estado desembarazarse de las constricciones, muy pocas veces justas, equilibradas y racionales, del capital. Y como no se tiene, la única vía es la de los ingresos y la del gasto. Que solo se haya tomado esta segunda vía, recortando en dependencia, ayuda al desarrollo y pensiones, sin que se intente siquiera como gesto simbólico retocar los primeros para revertir su situación, al menos parcialmente, a la que tenían en 2006, es precisamente lo que desmiente la vacía proclama del presidente de que el esfuerzo lo 'haremos entre todos', y principalmente las 'rentas más altas'.

En mi opinión, este señor ni representa a la mayoría ni goza de la credibilidad y la autoridad moral indispensables para seguir gobernando. Es precisamente este reparto tan desigual, y no la soportable merma de 100 o 200€ en nuestros salarios, lo que justifica por completo una huelga general.

Y, mientras, en los medios, con su consueta tendencia a buscar acciones racionales donde no existe más que irracionalidad, se anunciaba a primera hora de la mañana que la Bolsa había recibido con un repunte del 2% las medidas, y todavía por la tarde, cuando ya apenas subía lo que una jornada normal (un 1%), había algún diario poco independiente que recordaba el 2% matinal, sin poner al descubierto la verdad, que es la completa independencia y el absoluto descontrol del capital --o sea, de los sujetos y corporaciones que lo poseen y gobiernan-- respecto del trabajo, el esfuerzo y las reglas mínimas de la democracia.

Mal vamos, pues se está larvando un deseo insano de regreso de la autoridad para poner orden en dicho descontrol y transmitir seguridad que probablemente acabará materializándose, como siempre, del modo más monstruoso imaginable.

PS. He ido observando a lo largo del día las reacciones y efectos del anuncio de ayer. Parece que los sindicatos, como no podía ser de otra forma, comienzan a responder. Y el gobierno portugués, mucho más consecuente, y con el apoyo además de los conservadores, adopta medidas en las que se combina congelación (no reducción) salarial, subida de IVA, pero también incremento de tipos máximos en impuestos sobre la renta y de sociedades. De otra forma no se comprende ni se justifica.

PS2. Un escenario posible, ante la imprevisión gubernamental y la voracidad capitalista: una pareja de funcionarios, o de asalariados después de que la bajada se trasfiera también al sector privado, con una rebaja sensible de sus salarios de aproximadamente 400€, con una hipoteca en estos momentos soportable, ¿a qué horizonte se enfrenta cuando la inflación europea haga subir los tipos y cuando aquí, para compensar pérdidas y por efecto de la alzada del IVA, suban también los precios?¿con cuánta gente llevando una economía de guerra y estricta supervivencia se mantiene esto en pie?

15 comentarios:

Eugenio dijo...

Coincido con tu análisis de la situación. Me detendría en lo indigno que resulta para un gobierno de izquierdas haber suprimido el impuesto de Patrimonio para luego congelar las pensiones. Es para morirse.

Esta entrada de José Luis Molinuevo que puede leerse de varias maneras me gustó bastante:

http://joseluismolinuevo.blogspot.com/2010/05/medidas-para-superar-la-crisis.html

¿Es Zapatero el que se ha echado la soga al cuello o somos todos los demás?

Un saludo

Non Sola Scripta dijo...

Yo coincido con algunas cosas y no con otras. Desde luego, prefiero ver el impuesto de patrimonio que una congelación de pensiones. Pero el comentario acerca de las supresiones o rebajas en patrimonio, renta y sociedades dice que produjo una transferencia de renta a quienes tributan por ingresos superiores a 60.000 euros anuales o por facturar más de 8 millones de euros. ¿De dónde sale eso?

El tramo marginal, el que se bajó del 45 al 43 se aplica a partir de 52.400 euros. Es decir, a partir de 8 millones y 700 mil pesetas de las de antes.

Por otro lado, el impuesto de sociedades grava a toda sociedad, a toda. (Bueno, ya se sabe, siempre con el trato privilegiado para Navarra y País Vasco). En España, el 99% de las sociedades son pymes. Esto quiere decir que su volumen de venta anual se halla en general muy por debajo de 8 millones de euros (de hecho, para ser considerado pyme se debe tener un balance general por debajo de US$19 millones, y en general no se llega ahí).

Ya más ideológico, señalaría el comentario acerca de que, aun cuando hubiera superávit, siempre se pueden mejorar los hospitales y los trenes. Yo no digo que no, pero se trata aquí del problema conocido como la insaciabilidad del Estado del Bienestar (no sólo es insaciable el capital). Cuando se tuvieran unos hospitales, colegios, trenes, parques y Dios sabe qué más hechos un primor, entonces se demandaría otra cosa (papeleras y contenedores nuevos y de diseño; limpieza de las calles dos veces al día; pista de fútbol, balonces y béisbol en cada barrio; transporte gratuito de los 0 a los 30 y de los 50 en adelante; qué sé yo).

Lo digo sólo por intentar aportar alguna reflexión en una línea diferente.

¡Ah!, los escoceses se enfadan mucho cuando se habla de Inglaterra queriendo referirse a Gran Bretaña.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Excelente reflexión.
Permíteme algún comentario que quizás poco tiene que ver con el tema.
Entre otras instituciones es la UE la que impone un reajuste del déficit, la excusa para adoptar estas medidas neoliberales.
¿Por qué no le mete mano la Unión Europea a Luxemburgo, Estado miembro y paraíso fiscal encubierto? ¿Para cuándo una política fiscal única que impida que los capitales se dirijan desde España y otros países al pequeño Ducado?
O, para hablar de un caso más cercano, ¿Merece Andorra, Principado del que es copríncipe un español,las relaciones excelentes que tiene con España? Los catalanes sabemos de sobras que no es el esquí o el románico lo que más atrae a los empresarios que lo visitan regularmente con sus coches deportivos cargados con algún que otro maletín?

Sebas Martín dijo...

Todo un honor, querido Eugenio, verte por la sección de comentarios, para concordar además con lo sostenido en el post. Me das además pie a extenderlo un poco más.

Creo que muy apresuradamente me mostré comprensivo con la bajada del sueldo a los funcionarios, que, en efecto, es menos traumática que la intolerable congelación de las pensiones y la merma de partidas neurálgicas como las de inversiones. Ahora bien, ¿no estamos ante una medida del todo antieconómica e injusta?

Si se piensa en el funcionario del estereotipo, holgazán, bien remunerado y atornillado al puesto de por vida, acaso se encuentren justificaciones. Pero es que ese cliché apenas representa la realidad del empleado público. Una realidad que: (a) se caracteriza cada vez más por sueldos modestos y (b) sensiblemente menores a los de todos nuestros semejantes europeos a excepción de los países del este.

Si al recorte del 5% le sumamos la congelación de 2011 y le añadimos una subida más que probable del IPC del 7-9% en dos años, tienes al funcionariado con una pérdida de casi el 15% del poder adquisitivo. Una merma que además de ser injusta va a frenar considerablemente el consumo por parte del único sector que hasta el momento podía recibir créditos con seguridad.

Y muchas gracias por el enlace, que contemplo algo conmocionado: efectivamente, la atmósfera comienza a ser malthusiana, y a esa soga que hay que apretarse le sigue en efecto el ataud, todo preparado por alguien a quien ni siquiera llegamos a atisbar... Muy terrible y verosímil

Un saludo afectuoso y gracias de nuevo

PS. Por cierto, aunque en ciernes, no soy funcionario

Sebas Martín dijo...

Bienvenido de nuevo, NSS. Puedes, en efecto, acogerte a lo marginal para intentar rebatir que se produjo una trasferencia de renta desde la colectividad a los que más ganan por valor de unos 20.000 millones de euros. Lo global, sin embargo, creo que es irrefutable; lo particular, esto es, a quiénes específicamente se les redujo el impuesto, es lo que en principio me discutes.

En la web del ministerio de economía y hacienda (http://reformafiscal.meh.es) leo esto, precisamente sobre la reforma del IS:

Régimen general.
Reducción del actual tipo del 35% al 30% en un plazo de 2 años
Ejercicio 2007: tipo gravamen 32,5%.
Ejercicio 2008 y siguientes: tipo gravamen 30%.

Régimen PYMEs.
Aplicable a las empresas con una facturación inferior a 8 millones de euros, reducción 5 puntos en 2007, del 30% al 25%.
Aplicable a los primeros 120.202,41 € de la base imponible y el resto sujeta al tipo general.

De lo que se deduce que la bajada del 35 al 30 fue para empresas que facturasen más de 8 millones. Permíteme que dude ahora yo de la precisión de tu estadística, con eso del 99% de empresas PYMES (volvemos aquí a ver cómo los liberales todavía pensáis en términos del siglo XVIII, creyendo que la economía se compone de pequeños autónomos emprendedores individuales...), viendo que no por casualidad el régimen que tú crees excepcional se llama general y viendo también que por la bajada del 35 al 30 se dejó de percibir una buena cantidad, que asciende a más de 4000 millones de euros.

Con respecto al IRPF, en efecto, fui aparentemente algo impreciso: antes de la reforma Solbes tributaba al 45% todo aquel que percibiese más de 46.818€; después, tributa al 43% quien perciba más de 52.360€. Al final la supuesta refutación objetiva se basa en que me he dejado pasar algo menos de 8.000€. Pero me temo, estimado NSS, que hay que desconocer el IRPF para pensar que la base imponible de éste coincide con la totalidad de los ingresos percibidos en una anualidad. Pensemos solo en el mínimo personal exento, que vienen a ser nos 5.300€ si mal no recuerdo. Hay más cantidades que no se incorporan a la base imponible, pero detengámonos en esta para al menos acordar que tampoco es que exagerase ampliamente con eso de los 60.000€.

Tampoco debemos olvidar que estamos tratando de cantidades percibidas por un sujeto individual y no de rentas familiares. O sea, que si nos referimos a una pareja con hijos que caiga en esos porcentajes estamos hablando de familias con ingresos iguales o superiores a 130 o 140.000€ al año. Y después estamos tratando no de confiscarles el salario, sino de la inconveniencia y falta completa de necesidad de rebajarle la presión fiscal en dos puntos si eso suponía para el Estado unos pocos de millones más de falta de ingresos.

Sebas Martín dijo...

Y con respecto a la parte ideológica de tu respuesta, he de confesar que en primer término me suscitó indignación, para acto seguido provocarme desánimo y desconsuelo.

En primer lugar, en el post se parte de la premisa de que la excusa, 'había margen para ello', no se corresponde con la realidad, 'estímulo de la oferta según la ortodoxia fanática neoliberal'

En segundo lugar, la comparación es ya una torsión considerable de los extremos en contraste. Cómo va a ser lo mismo la insaciabilidad de unos pocos, que arrastran con su codicia imparable a países y colectivos enteros, hundiéndolos en la más vil de las miserias, a la 'insaciabilidad' de un Estado encargado de garantizar una red de servicios públicos impecables (no, obviamente, a la de un Estado encargado de perpetuar a una oligarquía de partidos políticos, amigos, enchufados y demás mamadores de la teta pública, como en gran proporción sucede en la actualidad)

Y en tercer y último lugar, el horizonte que planteas es impensable hoy por hoy. Para ajustarse argumentando a lo sostenido en el post habría que ponderar el estado de la sanidad o del ferrocarril en la España actual. ¿Cabía mejorar las inversiones mejor que dejar de percibir ingresos? Es meridianamente claro que sí. Lo otro son especulaciones.

Pero aun metiéndonos en ellas podemos polemizar: después de los hospitales, las universidades, las infraestructuras, las guarderías, la dependencia, las viviendas públicas, es decir, después de todas las inversiones conducentes a garantizar los derechos sociales recogidos en la Constitución, pueden venir perfectamente más cosas: por ejemplo, renta básica de emancipación y ayuda al desarrollo, ayuda que supone el intento de universalización de ese sistema de aseguración básica (médica, educativa, laboral) como única medida posible para prevenir el drama de las emigraciones forzosas. Y luego, si quieres, podríamos terminar. Pero como nunca se llegará y en muchos aspectos ni siquiera nos acercamos, tampoco parece demasiado injustificado, ni voraz, señalar el camino a recorrer. A diferencia de lo que acontece con el capital, que ya ha llegado, y se ha pasado tres pueblos, a su meta de reproducirse exponencialmente a sí mismo por encima del trabajo, la política y la democracia.

Es sencillamente desolador no formular reproche moral alguno frente a un modelo que permite, con todos sus costes personales y ecológicos, ganancias multimillonarias personal y temporalmente concentradas, y cargar contra un discurso normativo para cuya realización no haría falta ni la agresividad ni las cantidades exorbitadas que impulsan al modelo vigente en la realidad.

En efecto, tus opiniones dan aquí el contrapunto que bien sirve al que lea para contrastar. Pero no pienses, querido amigo, que por distintas aquí tienen en general el toque de la originalidad, pues hace bastante tiempo que ciertas referencias no conforman sino la ortodoxia de la actualidad y el refrendo teórico de lo existente.

Lo que está claro, y no me felicito por ello, es que el presente y el futuro es vuestro. A quienes planteamos un discurso crítico con el capitalismo y continuamos creyendo en el socialismo no nos queda sino la marginalidad, la práctica irrelevancia pública y esperemos que no de nuevo el garrote y el paredón...

Sebas Martín dijo...

Es esto, NSS, lo que resulta a mi juicio intolerable e inadmisible:

http://www.elpais.com/articulo/economia/Sueldos/record/plena/crisis/elpepueco/20100516elpepieco_1/Tes

Sebas Martín dijo...

Interesante lo que comentas, estimado Anónimo. Lo fundamental es observar hasta qué punto el capital es independiente del poder político democrático, y hasta qué punto se está convirtiendo en su orientador y tutor decisivo. Todo esto siembra la impotencia y los que lo promueven lo saben a la perfección. Y con toda probabilidad el anhelo de autoridad ordenadora que comienza a propagarse sepan conducirlo hasta materializarse en lo que ya sabemos: penas más duras, mayor discrecionalidad policial, derecho penal del enemigo, criminalización por terrorista de toda disidencia violenta, etc.

Non Sola Scripta dijo...

Una sensación extraña me invade, lo confieso, cuando, al intentar realizar una aportación desde una perspectiva diferente, se me echa en cara la falta de originalidad. Yo, de buena fe, simplemente intentaba aportar otra perspectiva. Veo, empero, que no muy bien venida. En todo caso, gracias por la aclaración; ya veo, así, de dónde procedían tus (muy redondeados y matizables) cálculos. En la entrada original costaba verlo, era sólo eso.

Efectivamente, ni soy, ni lo pretendo, el colmo de la originalidad del pensamiento político occidental. Tampoco es que aquí, admítase, con la defensa de los impuestos de sucesiones, patrimonio, sociedades, banca pública, obligación de reinvertir los beneficios, etc. se defienda nada que no haya sido oído desde largo.

Así como, en tu habitual fijación etiquetadora, hablas de un "vosotros", me permitiré yo también la inevitable simplificación (ahora que no hablas ya de un cierto socialismo, sino, simplemente, de quienes os sentíis socialistas). Eso de que el presente es nuestro - de los neoliberales, creo que decíis ahora - , resulta sumamente curioso cuando los Estados suponen el 40% de la economía, o, como en Gran Bretaña o países nórdicos, más de la mitad. Incluso en zonas como Gales o Irlanda del Norte con un gasto público similar al de la época soviética. Esto es a lo que se llama, actualmente, capitalismo desatado. ¿Qué es entonces el gasto público del 30%, o menos, habitual en otras latitudes y tiempos?

No me alargo más. Sólo añadir, en toque grouchomarxista, que perdón por molestar.

Un saludo.

Sebas Martín dijo...

¿Muy redondeados? Pero si a los 52360 le sumas las cantidades exentas (mínimo personal y ingresos a la Seguridad Social, principalmente) tienes probablemente más de 60000! ¿Muy redondeados? Diríase que redondeado al alza estaba ese mercado compuesto de un 99% de buenas PYMES...

Y, en efecto, este blog se anuncia como socialista por democrático y viceversa desde su retrato de Hermann Heller, pues no hay democracia posible sin homogeneidad económica (dado que para participar en la colectividad han de tenerse resueltas todas las necesidades, y dato también que las diferencias sustantivas provocan jerarquías y desequilibrios exentas de control público en el ejercicio del poder)

Junto a Heller, Benjamin, Adorno, Camus, Neumann y, más radicalmente aún, Cortázar componen una galería de autoridades que no remite desde luego a ningún credo o universo conservador ni centrista. Más bien habría que situarlos a la izquierda, simultaneando la crítica al capitalismo de Estado soviético y la burocracia criminal estalinista, por un lado, y a la tibieza socialdemócrata, por otro.

Y, en efecto, aquí no se ha inventado nada nadie. Pero sí que cabe contrastar ideas y referencias con lo que el consumidor encuentra en el espacio público, desde los medios oficiales hasta los más personales de la blogosfera. Y, la verdad, poco hay que pararse a calcular para observar hasta qué punto estamos en un presente saturadísimo (de un modo escasamente representativo de la realidad) de falacias, consignas y demás propaganda neoliberal, ese rancho diario visible desde VEOTV, la fascista Intereconomía, las locales y autonómicas conservadoras hasta todas las radios y periódicos con que cuenta ese discurso favorecedor de una minoría. Ya lo decía Bourdieu: el neoliberalismo no se propaga como un virus (o como un cáncer, pues ese es su trasunto patológico) por su mayor racionalidad interna, sino por el mayor poder con que cuentan los agentes que lo difunden. Y, querido amigo, en ese sentido, en esa ola a favor de la corriente, con tropecientos mil editoriales y opinantes soplando en su misma dirección, es donde cabe situar la mayor parte de tus consideraciones. Carentes, por ello, de originalidad alguna. Basta con encender un segundo la TDT para contar rápidamente con una dosis de ese rancho oficial.

Y no creo que, por desgracia, pueda decirse lo mismo de la presencia mediática e internáutica (o como se diga) de las opiniones aquí vertidas, en efecto, muy poco originales, y también muy poco provistas de visibilidad pública hoy en día.

Sebas Martín dijo...

Por otro lado, permíteme que dude tanto de da cuantificación como de la ponderación de la calidad de esa presencia estatal en la economía. Si tuvieran los Estados en sus manos sectores estratégicos, cual la banca pública, la energía o alguno otro, entonces ya podríamos hablar. Si el 40% se deduce de que al final el 40% de lo que se mueve (del PIB) ha circulado por los organismos públicos en forma de ingreso, tributo o gasto, puede que así sea, pero entonces esa presencia en la economía carece de entidad productiva y reproductiva alguna, que es lo que interesa a los efectos de la autonomía económica y de la oposición del Estado frente al capital.

Y si las líneas de fuerza desatadas en el presente (en un presente, repito, en que la economía especulativa tiene un volumen seis veces mayor que la real) no te parece que apunten hacia la privatización creciente auspiciada por el neoliberalismo, permíteme de nuevo que dude de tu apreciación, que considero errónea por completo.

Y, por supuesto, NSS, eres bienvenido a este portal, pero habrás de autorizar a su autor a que te responda con toda la rotundidad que merezcan tus aseveraciones, mucho más si estas son erróneas como lo eran las tuyas sobre el Impuesto de Sociedades (donde no distinguías el régimen general del de las PYMES) y sobre el IRPF (donde creo confundías base imponible del tributo e ingresos brutos totales percibidos)

Non Sola Scripta dijo...

¿Yo confundí eso? Sólo hice la apreciación de que se hablaba de la rebaja del impuesto de sociedades y a la vez de la ventaja que esto había supuesto para las que tributan por más de 8 millones de euros, cuando las auténticas beneficiadas, datos en la mano, son las que lo hacen por menos. Respecto al IRPF, hablé, simplemente, del tipo marginal tal y como éste se aplica. La diferencia entre la base imponible y los ingresos brutos es otra cuestión.

Pero me interesa ahora sólo hacer hincapié en tu sensación de la invasión de la horda neoliberal. Es normal (y está psicológicamente estudiado) que uno tiende a ver la crítica como ubicua y la alabanza como minoritaria. Esto se de a que, convencido como uno se encuentra, de hallarse en la verdad clara y distinta, no concibe con facilidad la herejía.

Quiero decir, el bando liberal tiende a enfatizar la poca presencia pública de sus ideas. Tu mencionas veotv o intereconomía, pero el hecho es que en los grandes periódicos nacionales es muy difícil leer una palabra amable hacia el capitalismo. Incluso los medios de derechas son un canto a la intervención y regulación. Medios que, adivino, te pueden parecer timoratos, como "El País", realizan una enconada defensa de un Estado del Bienestar más robusto, no más enclenque. El propio término "liberalismo", por no hablar de "capitalismo", no acaba de dejar de invocar la insaciable gula de pérfidos banqueros yanquis, mientras que "socialismo" mantiene gran parte de su aura de superioridad moral, por muchos crímenes que se hayan cometido en su nombre.

Echar la culpa, a lo Bordieu, de que las gentes no voten en masa a IU o Die Linke, y no compren cada mañana "Público" al capital que ha copado el kiosko y la tele, me parece estar muy próximo a elaborar una teoría infalsable.Y de la red, añado lo mismo: me resulta más complicado tropezar con una mirada cálida al libre mercado que con una crítica a éste - incluida la libérrima blogosfera - .

Por lo demás, mi extrañeza sólo se dirigió a tus ásperas maneras hacia un seguidor y comentarista. Pero, bueno, ya se sabe que la gente se enciende con la política como sólo lo hace con el fútbol. De hecho, ya quisiera la socialdemocracia más visible (quiero decir "Público" y gentes de "El País", básicamente) contar con análisis de la talla de Meine Zeit.

Saludos.

Sebas Martín dijo...

No te falta razón en lo que comentas, NSS. Pero creo que, al menos en lo que se refiere al espacio mediático, sí puede llevarse a cabo una cuantificación objetiva. Periódicos: del lado derecho están ABC, La Razón, La Gaceta, El Mundo; del lado del centro: La Vanguardia, El País; del lado de centro-izquierda e izquierda figuran: Público y El Periódico; Teles: en la derecha tienes VeoTV, Antena 3, Tele 5, Intereconomía, Libertad digital, y ya en Madrid, Popular TV, Canal 7 y Telemadrid; en el centro tienes Cuatro, CNN+, ahora La 1; y en la izquierda: la Sexta. Radios: aun más acentuada proporción: Cope, Onda 0, Punto Radio, Intereconomía, esRadio; centro: Ser. Y si cuentas el número de contertulios en cada debate, la proporción se reproduce igual: en VeoTV suele haber una correlación de 1 frente a 5, o 6, si incluimos al repelente moderador.

Si este reparto lo contrastas con los votos: unos 13 millones de votos del lado izquierdo (PSOE+IU+ERC) con los otros 12 o 13 del derecho (PP+CIU+PNV), creo que sale un desajuste que te da la medida exacta de la presión que ejercen los medios de la opinión publicada sobre la opinión pública con el fin de conformarla casi coactivamente.

Sebas Martín dijo...

Por lo demás, discrepo, como suele ser habitual, en algunas de tus consideraciones: El País lleva dando una saga por entregas sobre 'La (in)sostenibilidad del estado de bienestar' donde se leen todo tipo de propuestas contrarias a éste.

Con respecto a IU. Lo lamentable a mi juicio no es que no la voten, sino que partidos como el PSOE partan de un suelo de votos de unos 7 millones por haber creado al efecto las convenientes redes clientelares y de colocación. Lo mismo ocurre con el PP. Eso es participar en desigualdad de condiciones.

Más allá de eso, lo que a uno le gustaría es que en el hemiciclo estuviese representada la heterogeneidad política real visible en la sociedad, lo que supondría un partido de extrema derecha escindida del PP, la democracia cristiana salida del PP, una subida sustantiva de UpyD (nacionalistas españoles, liberales, laicos), una escisión socioliberal del PSOE, otra socialdemócrata que congeniaría con IU abierta, y el Partido Comunista solo. Ahí sí podría yo decantarme sin problemas.

Como uno no es comunista, y repudia el dogmatismo purista, pues ni encaja en la actual IU ni le duele que no gane votos, cuando bien merecido se lo tiene por su trayectoria reciente.

Y, sobrado es decirlo, te agradezco de veras los elogios.

Non Sola Scripta dijo...

El problema es que "derecha" está muy lejos de significar "liberal". Aparte de esos canalitos que sólo recientemente han encontrado un cierto público gracias a la tdt, lo que se encuentra por doquier es acomodo en el Estado de Bienestar y defensa de los servicios públicos. Para encontrar loas al capitalismo desde medios de amplia difusión, hay que irse a EE.UU.

Cuestionar los datos es sano, cuestionar sólo los que a uno no le agradan, es trampear. El 99% de sociedades en España está oficialmente calificada de pyme. ¿Traer a colación estos datos significa que seguimos pensando en términos del S. XVIII, del buen mercader? Más bien, desde la otra orilla ideológica, se tiende a la teoría conspiranoica de las grandes corporaciones moviendo los hilos del mundo; un wall-streetismo que sólo aparece cuando al Estado le vienen mal dadas. Entonces los inversores otrora cortejados se truecan en vampíricos especuladores.

Que el Estado no se gaste su presupuesto en sectores estratégicos no le resta un ápice de significación al hecho de que, actualmente, el Estado en Europa absorbe la mitad de la renta nacional para gastarla como bien le parezca.

¿Y el presente y el futuro es nuestro?