No es por resultar agorero, pero con motivo de una derrota fulminante de Gordon Brown, pronostiqué en estas páginas que la mal llamada socialdemocracia o la con más precisión denominada centroizquierda, o social-liberalismo, no suscitaban sino rechazo artificial en sus oponentes, escaso entusiasmo entre sus seguidores y resignación propensa al abstencionismo entre sus hipotéticos simpatizantes críticos. Las elecciones europeas no hicieron sino confirmar este diagnóstico. Y el arranque del curso político, con la creación forzada y simplista de una imagen perdedora del gobierno, empuja a creer que es tan ajustado que de celebrarse elecciones inminentes asistiríamos al retorno de los conservadores.
En la medida en que constituye un insulto a la inteligencia, por lo simplificador y propagandista, huyo de esta nueva representación del gobierno, difundida desde el nacionalcatólico ABC hasta el progresista El País, en la que aparece declinante, desorientado, exangüe y sin fuelle. La presencia de intereses materiales muy tangibles y no atendidos por el gobierno en el caso de PRISA, y la consueta tendencia a demonizar al adversario de aquellos que se tildan de responsables y sensatos, o sea, los liberal-conservadores, hace que dicha imagen se corresponda muy poco con la realidad, que sea una instantánea que, como todas las creaciones del espectáculo, se disuelva tras unos meses, si es que el otoño no se le tuerce al presidente entre la gripe y el paro.
Pero existen sin embargo algunos datos que invitan a creer que, efectivamente, estamos ante un gabinete pródigo en medidas improvisadas. Juan Carlos Escudier, uno de los pocos periodistas que se toma el trabajo de documentarse, escribía este domingo que el Estado, según los datos de la Agencia Tributaria, había dejado de ingresar en 2008 cerca de 20.000 millones de € por las audaces apuestas tributarias planteadas la pasada legislatura, algunas de ellas aprobadas en plena campaña electoral. Lo mejor --o sea, lo más esclarecedor--, no es que a esa cantidad haya que agregar más de 1.500 millones procedentes del recién suprimido impuesto del patrimonio, sino que su mayor parte proviene de haber rebajado el tipo mínimo del IRPF del 45 al 43% (2.400), de haber también aligerado el impuesto de sociedades (5.500) y de los famosos y estériles 400€ (4.100). Es decir, que si sumamos esas cantidades (incluida la de patrimonio), montantes que no responden al principio de progresividad, benefician a los más pudientes y financian el consumo de más bajo rango de modo indiscriminado, obtendríamos un importe de 13.500 millones, casi la totalidad de lo que el gobierno dice necesitar para sufragar su inverosímil política social.
De acuerdo, las cuentas anteriores puede que tengan trampa, pues en 2009, con el consumo y la actividad económica por los suelos, probablemente no se habría recaudado lo mismo por sociedades ni por IRPF, pero convendrán conmigo en que, de no haberse realizado esos injustificados retoques a beneficio de unos pocos, se necesitaría bastante menos pasta de la que hoy reclama el Estado para sufragar sus gastos corrientes. Y también concordarán si afirmo que ese agujero, creado en buena parte por el mismo gobierno, se va a cubrir ahora con una fiscalidad de lo más reaccionaria, subiendo el IVA y los impuestos especiales y gravando las rentas del capital del mismo modo que actualmente, es decir, de una manera en absoluto progresiva con un tipo único.
La cuestión es si todo este desbarajuste, traducido en la práctica en la enésima transferencia de renta desde las clases bajas y medias (dentro de las cuales no entra quien goce de una renta per cápita de más de 50.000€, como pretende el PP con su extensivo y doctrinario concepto de la clase media) a las más altas, es producto de la improvisación o el objetivo cumplido de un plan premeditado. Concedo incluso que Zapatero, animado por quienes hoy le abandonan a rebajar impuestos cuando quedaba todavía mucho por hacer en sanidad, educación e infraestructuras, ni siquiera haya reparado en el resultado final de su ristra de medidas. Pero me creo menos que los gabinetes de economistas y expertos a sueldo de las corporaciones no discurran a medio y largo plazo, pues bastaba con ser un cuidadano de a pie para saber que la crisis iba a arreciar mientras el presidente anunciaba sus cheques electorales.
PS 1. Ando comprando un coche para sustituir el mío, que tiene más de nueve años. Está siendo un buen experimento para contemplar la desembocadura de las ayudas directas del Estado: si antes costaba un coche 18.000€, tras la financiación pública de 2.000€, ha pasado a costar 20.000€, pero, eso sí, con un descuento de 2.000 para aquellos que entreguen su desvencijado automóvil. Lo que no duró más de tres meses fue el desconocido Plan VIVE, que financiaba con créditos del ICO de 10.000€ a siete años sin intereses la compra de tu vehículo. Adivinen por qué: pues sencillamente porque el negociete de 3 o 4.000€ que genera la financiación de parte del precio de cada coche quedaba fulminado. Seguramente bastó con una llamada de Botín para cortar de raíz la iniciativa.
PS 2. Una curiosidad: consultando la base histórica del BOE topo con la ley que creó la SGAE. ¿Saben de qué año era?: de 1941, ¡toma ya corporación franquista reiventada por el socialismo de salón!
4 comentarios:
perdon, he tenido un problemilla con la entrada. Repito.
Medidas improvisadas pueden ser las actuales, justo antes del encaje de bolillos económico de los presupuestos generales que se avecinan.
Pero está claro que ni este gobierno ni el anterior (ni los dos anteriores, pero Aznar no pretendía ser socialista) han hecho nada por acercar el sistema impositivo a la "progresividad" que le impone la constitución. Está claro que la solidaridad, o la redistribución de rentas, no es algo que les haya preocupado mucho.
La misma medida famosa de los 400€, la regulación de las SICAV, la tributación por rentas del capital, el cambio ("simplificacion", le llamaban) en los tramos del IRPF, nada de eso se hizo con la angustia del déficit encima y, si no lo preveyeron, es que no son insolidarios, son inútiles. Y no se que es peor en un gobierno.
PD. Esta indignacion tributaria tiene que ver con lo que me ha costado aprenderme el dichoso IVA, el IRPF, el impuesto de sociedades y todas esas malévolas invenciones con dos finalidades: uno, despistar, dos, torturar a los estudiantes de derecho.
Das en el clavo con lo que dices: el desapego constitucional de los sucesivos gobiernos y, por lo tanto, su más que relativa ilegitimidad política. Cada vez más cerca del siglo XIX y de la Restauración...
He estado buscando la cita, pero no la encuentro asique igual es apocrifa.
Pero creo recordar que Perez-Royo, no el constitucionalista sino su hermano Fernándo (para mi, el redactor de manuales de tributario)decía que todo el sistema tributario español era inconstitucional.
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