Es de veras cabreante la inopia política en la que nos encontramos. ¡No va a ser natural escapar de la prensa y la televisión, refugiándose en, por ejemplo, las series de HBO, cuando desde todas las noticias y reportajes parecen estar tomándonos el pelo*! Por lo descarados que son, dudo de veras que esa simplificación aberrante con la que se dirigen a nosotros no encierre un meditado propósito, pongamos por caso la mayor privatización de la existencia y el más hondo desmantelamiento de la esfera pública, única desde la que puede fiscalizarse al poder. Sin embargo, tampoco creo que este tono tan insultante obedezca solo a estrategias oscuras, pudiendo perfectamente responder al estado de permanente y generalizada indocumentación que nos envuelve.
Si ayer os comentaba lo tergiversados que resultaban los conceptos de riqueza y de rentas medias en boca de nuestros políticos, hoy os doy la vara con lo de la cantinela del gasto social, auténtico asidero al que se ha agarrado el gobierno para justificar sus infumables presupuestos. A veces el torpedeo, que en ocasiones como ésta (y como aquella otra en que se negaban a pronunciar la palabra crisis) nace de la propia voluntad presidencial, no da tregua a la reflexión y hasta los medios que presumen de ser críticos repiten sin parar lo que el gobierno ha convertido deliberadamente en consigna vacua. No obstante, basta con reflexionar un poco para percatarse de cuánta mentira hay en eso del gasto social y de cómo el PSOE, de manera totalmente irresponsable, nos vende un Estado asistencial con la retórica del Estado social.
Para la Salgado y sus acólitos este presupuesto se caracteriza por el gasto social porque garantiza el desempleo y las pensiones. Punto y final. Aun sin continuar más allá de esta premisa, cabría con toda razón objetar si esos 420€ de subsidio son tan útiles e indispensables como los pintan. Creo, desde luego, que todo el mundo convendrá en que son una miseria siquiera para la más elemental supervivencia y que sería del todo preferible ofrecer al desempleado un puesto mejor remunerado. ¿Por qué no se opta entonces por favorecer el empleo en lugar de por hacer unas cuentas propias de un perdedor sin pulso? Y ahí vamos a la segunda parte.
Gasto social, entonces, no sería solo el que se destina a sufragar subsidios sino el que se dirige a evitarlos y a fomentar la autonomía financiera. Gasto social sería, pues, el que se invierte en sanidad, en educación, en investigación, en infraestructuras y en otros servicios en la medida en que éstos generan empleo estable y bien pagado. Y resulta que los actuales presupuestos reducen sus partidas en todos estos apartados, incluida cultura, o no las aumentan en absoluto, como en el caso de la salud, que si bien parece incrementarse, lo hace para el pago de monumentales deudas atrasadas y de coyunturas especiales como la causada por la gripe.
Se podrá decir que la filosofía subyacente a este planteamiento es de tono liberal, y que eso mismo de crear empleo dicen los del PP. Sin embargo, la diferencia radica en que mientras los liberales creen que la empresa es la única y mejor empleadora, y por ello debe incentivarse en exclusiva su actividad, el socialista sostiene que, junto al impulso de las iniciativas procedentes de la pequeña y mediana empresa (sus dueños son igualmente trabajadores), también puede fomentarse un empleo de calidad invirtiendo en servicios, ¿o es que acaso estamos ya servidos de centros de salud, guarderías, patentes de investigación o línea ferroviaria?
Y este gobierno se las arregla para no hacer una cosa, dar patente de corso a las empresas, lo cual le honra pues ellas son responsables fundamentales de este desaguisado, ni la otra, practicar el socialismo democrático que supuestamente les denomina, lo cual le desprestigia.
¿Presupuestos del gasto social? Venga ya, hombre. Vayan a timar a otra puerta.
* Noticia de hoy en Telediario 2, conducido, por cierto, por toda una profesional, Pepa Bueno: 'un informe del banco de España aconseja moderar los salarios y se lamenta de que el consumo esté estancado'. Todo un oxímoron, ¡sí señor!
8 comentarios:
Eheheh, vaya cabreo que nos gastamos ultimamente con lo de los impuestos, ¿eh?
No se yo si es por el circulo en el que me muevo, pero creo que a ZP no le va a volver a votar ni si madre.
Que no es que yo le haya votado alguna vez, por dios.
Pero si de verdad que no me joden las subidas de impuestos cuando son justificadas, progresivas y se gastan bien. Y ésta ni está justificada, porque viene a remediar un mal inferido por Solbes hace menos de dos años, ni es progresiva sino lo contrario, ni se gasta bien, porque es para consolidar una economía absurda de subsidios irrisorios. Zapatero sienta en las próximas a más de un millón de votantes en el sillón de la abstención. A mi no, desde luego, que tampoco le voto. Pena que aquí resulte tan poco atractiva IU para muchos.
Según la Asociación Hipotecaria Española (www.ahe.com), el coste medio de amortización de una hipoteca en España, correspondiente al primer semestre de 2009, se estimó en 7.450 €.
Divídanlo por doce meses y tendrán un coste de 620 €. Está claro. Los 420 euros no son más que una forma, esta vez indirecta, de seguir financiando al sistema financiero. Para comer no tendrán, pero al menos que los curritos puedan seguir pagando sus hipotecas.
Recomiendo, fervientemente, echar un vistazo a lo que ha supuesto el Plan E. Mikel Buesa, por ejemplo, ha ofrecido interesantes datos sobre ello. He ahí gran parte del problema (8.000 millones de euros, concretamente).
He publicado una entrada en el post "Dialogando con Non Sola Scripta"; lo digo para que, si puede ser, lo lea alguien. Aunque sea para que hablen bien.
Así es, barón Dandy, en esta sociedad todo conduce al mismo desagüe, ya sean los inservibles 400€ como los misérrimos 420 de ahora.
Lo del Plan E me disgusta ante todo por la desconfianza que rezuma ante todo lo que sea Estado. Creo que si había alguna institución que había de impulsar esta inyección de pasta era el Estado. Pero es el signo de los tiempos: justo aquellos que pronuncian con mayor frecuencia la palabra responsabilidad son los que menos responsabilidades quieren. Con la excusa del aumento de la burocracia, el Estado es al final un recaudador que suelta pasta según criterios discutibles pero que no quiere oir ni hablar de hacerse cargo él mismo de promover los servicios.
Y en cuanto a Mikel Buesa, la verdad es que su ranking de las universidades españolas no podía ser más inverosímil. No ya por ese liderazgo, con varios cuerpos de ventaja, de la universidad del Opus, sino porque la segunda mejor de España era la de Córdoba, mientras que otras, como la Carlos III, andaba en la misma posición que la de Huelva. En fin, un verdadero despropósito que no se correspondía con la realidad más evidente. Algunas veces, estimado amigo, es mejor alternar y no abrevar solo en las mismas fuentes (me hablabas de Braun en otro apunte: gran traductor y buen defensor de unas convicciones, pero economista y profesional sólo moderadamente bueno). Yo al menos así lo intento. De hecho, mi articulista favorito es de derechas: Ignacio Camacho.
Un abrazo
¿Se asombraría si le digo que he sido un gran lector, he aprendido mucho, y comparto gran parte de lo que dice Marx? Y quizá mi revista favorita de pensamiento actualmente sea Claves de Razón Práctica, dirigida por Fernande Savater, creo que poco sospechoso de liberalismo cerril.
No tenía idea del ránking de universidades de Buesa, sinceramente, pero su estudio del Plan E es impecable. Vayamos trabajo a trabajo, no sea que caigamos en el argumento ad hominem.
Tiene parte de razón, pero convendrá conmigo en que cuando te topas con un mal título le entran a uno, con toda la razón, cautelas y prevenciones en relación al autor. Del mismo modo que leería cualquier otra traducción del inglés suscrita por Braun, pues me parecieron francamente espléndidas las que hizo de Adam Smith, es normal que, desde ese inverosímil ranking universitario, desconfíe de ulteriores trabajos estadísticos de Buesa. No creo que usted se imponga la condena de leer todos los libros que un autor que le ha parecido malo o de dudosa profesionalidad después de haber leído alguno/s.
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