sábado, 7 de junio de 2008

Información y publicidad neutralizadores

Entre las variadas funciones desplegadas por los media, una de las más destacadas persigue la desmovilización social. Para conseguir tal finalidad emplean el silencio, la tergiversación o, directamente, la más aviesa manipulación. Uno de los ejemplos más brillantes -por eficaz, amable y estético- de esta burda técnica desmovilizadora nos lo suministra el último y célebre anuncio de Repsol. El engendro publicitario nos encomienda a la espontaneidad social de Hayek para salvar el medio ambiente, lo cual, traducido a lenguaje sociológico, no quiere sino decir: "ustedes despreocúpense señores, sigan llenando su depósito, que ya los amos se encargarán de que no nos precipitemos en el abismo". Sería creíble, si no comenzasen ya a atisbarse las primeras señales visibles de la irresponsabilidad congénita que caracteriza a nuestros poderosos.

Resulta que ayer hubo
una concentración de dos pares en Lisboa en protesta por una reforma laboral 'socialdemócrata' que, bajo el manto ideológico de la flexibilidad y la competitividad, se plantea hundir aún más en la precariedad al elemento currante. Ni una sola noticia, ni una misérrima alusión, he podido leer en la prensa nacional, ni siquiera en Público.

Uno de los profesores a quien más admiro, porque concilia rigor y profundidad con honestidad y compromiso, acaba de sacar a la luz, desde una posición auténticamente estratégica,
los trapos desinformativos de El País. Para quienes estamos hastiados de su confusión entre los intereses empresariales propios y los intereses colectivos (recuérdese la reacción de Cebrián y cia. ante la creación de La Sexta) supone toda una reveladora confirmación saber que al prepotente diario le son indiferentes los derechos humanos más básicos.

En definitiva, a sabiendas de que el dominio que ejercen puede ponerse en entredicho por más que traten de fundarlo en la naturaleza, la fatalidad o la providencia, los capitanes del mundo mediático y de las finanzas están obligados a demostrar por activa y por pasiva que cualquier aspiración transformadora está condenada a provocar la división social. Por eso prefieren silenciar cualquier intento en ese sentido o, cuando no se le puede acallar, presentarlo como un atentado contra las libertades, obviando con ello que su propósito no es sino la conquista de la libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como veo que todo conduce al pesimismo, en estos dias de "desaceleración" o como quieran llamarle los que nos gobiernan, le pongo dos perlas que ayer me dejaron asombrada(creia que mi capacidad de asombro habia tocado techo, pero parece ser que no): una es la aparición estelar de esa ministra que Zapatero se ha sacado de la manga, con su ministerio incluido, si, esa de "igual-dá", para acabar con la violencia de género, vamos a tener un teléfono, asi que ya saben todos los machitos que le arreen a sus mujeres, "antes de ir a estrangularla acuerdense de que pueden llamar al telefono tal...."
La otra perla nos viene de la unión europea y es que quieren que trabajemos 65 horas semanales. oiga que un poco más y estamos pronto representando las novelas de Dikens. Y yo digo es que no quedan ya sindicatos? ni en toda europa? nadie va a pararle los pies a estos impresentables?. Un saludo.