lunes, 13 de octubre de 2008

Perplejidades ante la crisis

Si toda la crisis que atravesamos se debe a la falta de liquidez, ¿cuál está siendo la causa de esta falta? ¿Los créditos no están siendo devueltos, los bancos han prestado más de lo que tenían disponible o ambas cosas a la vez? Si está ocurriendo lo primero, ¿no será entonces más inteligente activar medios que aseguren a los particulares, sean empresas o familias, el pago de sus créditos que dar dinero barato a los bancos para que continúen prestando? En muy pocas ocasiones estoy teniendo oportunidad de leer alguna noticia sobre embargos masivos o quiebras numerosas de pequeñas y medianas empresas, pero si de eso se trata finánciese entonces la actividad económica material y no a las entidades financieras, que mantendrían intactos sus derechos como acreedores, quedarían impunes por llevar a cabo una política crediticia irresponsable y, por si fuera poco, contarían con más madera para seguirla quemando del mismo modo.

Porque, ¿cuánto líquido hace falta para sanear a las entidades bancarias y financieras? Desde el verano en que estalló la crisis los bancos centrales, y ahora los gobiernos a través de los tesoros públicos, no han cesado de 'inyectar' líquido en el sistema financiero. Alguien sabe cómo y cuándo se devuelve ese dinero. Si ya no existe el patrón oro, ni referencia material alguna que limite la emisión de moneda, ¿qué cuesta inyectar dinero sin cobrarlo después, con el descarado fin de lubricar la máquina para que siga funcionando?

Pero si, en efecto, todo este dinero cedido a los bancos ha de ser devuelto, y tiene como finalidad garantizar la posibilidad de seguir ofreciendo créditos, ¿no nos estamos entonces condenando de por vida a vivir de lo que no tenemos, a producir sin haber saldado nuestras cuentas? Tomando ese camino entonces no se está haciendo más que engordar el problema y sentar las bases para un colapso de más envergadura aún.

La cuestión no está en garantizar concesiones de créditos baratos para que las 'familias y las empresas sigan financiándose' y la economía continue creciendo. El problema radica en garantizar el pago de los préstamos para que, una vez amortizadas las deudas, puedan funcionar con mayor holgura tanto familias como empresas. Y eso sólo se consigue invirtiendo en economía material y tangible, por ejemplo, gastándose todo ese porrón de millones que va a ir a parar a los bancos en un plan formidable de infraestructuras públicas que garantice la actividad empresarial y el empleo. Sólo la economía real puede estar en la base de un crecimiento sólido; la economía especulativa demuestra una y otra vez que las rentas del capital en particular, y la lógica del crecimiento contínuo en general, tienen una dimensión estrictamente esquizofrénica y absurda.

PS1. El capitalismo es inmoral porque lo que propugna no es universalizable; antes bien, el intento de universalizar el consumo desenfrenado es un factor potentísmo de descomposición social.

PS2. Benigno Pendás, conservador asiduo en ABC, precisa hoy: Liberalismo no significa abstención del poder político. Consiste en la separación entre Estado y sociedad, de modo que aquél no quiere ni puede interferir en el orden social, concebido como un orden natural. No sabe este señor que precisamente la aporía -diría que la miseria- del liberalismo reside precisamente ahí, en no percatarse interesadamente del hecho de que la intervención (artificial) del Estado impide entonces hablar de orden natural y espontáneo. Y es que para el nacimiento, apogeo y sostenimiento del capitalismo ha hecho falta mucha regulación y coacción por parte del poder público.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también me hago la misma pregunta... si la crisis viene causada por la falta de pago de las hipotecas, ¿qué pasa con toda esa gente que se ha quedado en la p*** calle?
Esto no hay quien lo entienda.
Un saludo.

Sebas Martín dijo...

Muchas gracias por su comentarío María. La verdad es que, en efecto, o hay mucha gente jodida que no está teniendo la visibilidad que merece, o bien entonces están sobredimensionando un problema que afecta principalmente a la economía especulativa y virtual, cosa que me extraña de veras. Algo parecido ha sucedido con la crisis alimentaria, de la que no hemos podido presenciar sus consecuencias en imágenes y estadísticas.

Recuerdo además que en algún sitio leí que en los años treinta, después del crack del 29, había movilizaciones masivas de la clase media en Norteamérica contra los deshaucios. No he visto yo a los burgueses quemando edificios, como al parecer ocurría en el Chicago de la crisis...

Un saludo
Dick Turpin

Anónimo dijo...

Te sigo leyendo con interés, amigo Dick, aunque últimamente me siento incapaz de escribir y opinar. Estoy en plena parálisis filosófico-literaria, lo cual, si lo piensas bien, no tiene por qué ser del todo traumático. A veces este mundo parece pedir a gritos una revolución fría.

He intentado comentar este post tres veces. Una de ellas me esmeré e incluso te dejé un par de enlaces con códigos html incluidos. Todo quedó en un intento. Cuando me releía llegaba a la conclusión de que no había aportado nada de interés, y entonces salía de la página sin publicar el post.

No hará falta decir que yo también me siento perplejo y bloqueado ante las soluciones que se están adoptando frente a esta crisis.

Sólo quería apuntar dos cosas. La primera es que el intervencionismo público en beneficio del capital es una constante en la historia del capitalismo. Pensemos en la economía española más reciente. ¿Hubiera sido posible la burbuja inmobiliaria sin todo el sistema de desgravaciones fiscales, cuentas de ahorro vivienda y, en definitiva, sin toda esa cultura de fomento de la propiedad privada e inversión en vivienda?

Si la financiaciarización de la economía triunfó (y por tanto explotó) es porque el propio sistema ha conseguido meternos a todos en el cauce. Para que un discurso hegemónico llegue a naturalizarse no basta con la interverción activa y expresa de un tirano; es mucho más efectivo crear un caudal en el que todos se sientan cómodos y libres sin saber que en realidad están siendo desplazados por la propia inercia de la corriente.

Aquí todos han sido felices durante mucho tiempo: unos porque especulaban, otros porque concedian préstamos, otros porque engordaban sus cuentas de ahorro y depósitos, otros porque recaudaban impuestos, otros porque hacían una "inversión para toda la vida", otros porque desgravaban a hacienda... En definitiva, todos hemos vivido en el cauce.

Y ahora todos estamos al borde del precipicio. Con la desventaja de que los roles ya están asignados: caerán y se salvarán los mismos de siempre.

Lo segundo que quería apuntar es que no soy partidario de reconducir la situación por medio de un plan en infraestructuras. Vicenç Navarro lo explica muy bien su blog. Si lo que queremos es buen keynesiasismo y una economía equilibrada, es necesario rediseñar un buen sistema de servicios públicos. Sólo eso puede asegurar el estímulo de la demanda agregada, la creación de empleo estable, la sostenibilidad ecológica y la creación de una sociedad más cohesionada. No es que esta solución nos vaya a llevar al paraíso, obviamente. Pero sí permitiría reconducir nuestras precarias sociedades hacia un modelo con horizontes más amplios y sólidos.

Un abrazo.

Sebas Martín dijo...

Qué alegría verte por aquí Crates. Te lo digo así abiertamente: te escribí en varias ocasiones, de nuevo hablándote de Raciére y pidiéndote que me sugirieras algún texto de Eagleton, pero al no recibir respuesta, pensé que lo mejor era una discreta retirada.

En el laboratorio de la historia qiueda bien patente que las grandes fortunas de los que predican la neutralidad estatal sólo fue posible mediante la intervención del poder público. ¿Qué otra cosa es, sino, el derecho penal? Lo que ocurre es que, como tú argumentas, se ha naturalizado un discurso ideológico y todo el empeño puesto en desvanecerlo es poco.

En nada se contradice lo que yo comento con lo de los servicios públicos. Cuando pienso en infraestructuras, no sólo pienso en una mejora de la red ferroviara, que también -y que, por cierto, impactaría al medio ambiente, pero también lo protegería-, sino, sobre todo, en hospitales, centros educativos, residencias estudiantiles, comedores públicos, o sea, en una infraestructura inescindible de la prestación de servicios. Otra cosa es si esos servicios mismos habrían de ser explotados por funcionarios o por empresas, porque yo quizá me sitúe más en este segundo punto, siempre y cuando las empresas concesionarias cumpliesen determinada normativa laboral.

Un abrazo, y ya sabes que ando por Madrid lunes y martes

Anónimo dijo...

¿No recibiste mi mail sobre Eagleton? Ahora mismo te lo reenvío.

Me alegro de que se acerquen nuestras posturas en cuanto a la receta frente a la crisis. En cuanto a la gestión de los servicios públicos, acepto la participación de la iniciativa privada siempre y cuando se garanticen unas condiciones laborales dignas y unos mínimos de calidad en los servicios. Bien sabes tú lo mucho que detesto el derecho administrativo.

Te llamo un día de estos. Tenía ganas de hablar contigo.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

¿Te llegó mi e-mail?

Anónimo dijo...

Dick, acabo de reenviarte el mensaje de Eagleton a tu cuenta de la universidad --es la única que tengo. Si no te llega esta vez, entonces olvidémonos de gmail y escríbeme a mi cuenta de yahoo: cioranismo@yahoo.es.

Un abrazo.