miércoles, 19 de mayo de 2010

Misceláneo

Solo tres apuntes, variados entre sí: uno sobre el bipartidismo, otro sobre la posible subida de impuestos a las rentas altas y, por último, otro, de nuevo, sobre el Estado del Bienestar.

Bipartidismo. Tras la II Guerra Mundial, y una vez compulsado el fracaso del principio de proporcionalidad en la organización de los parlamentos, se acuñó el axioma, de estirpe británica, a tenor del cual la gobernabilidad se garantiza solo mediante un sistema bipartidista en el que se alternen en el poder dos grandes y transversales agrupaciones de centro, con la consiguiente exclusión o postergación de las tendencias minoritarias. Algunos autores, como Giovanni Sartori, elevaron a categoría lo que no era sino una rectificación histórica. Pero, ¿tiene validez general dicha categoría?

Para ser exactos, no es éste el sistema vigente en España, país culturalmente plural que amplifica, en aras de la integración, la presencia parlamentaria de los partidos nacionalistas. Pero diríase que, en términos de opinión pública, el debate se halla en buena parte determinado por las reglas del bipartidismo. Muchas veces me pregunto si es ésta la distribución que mejor se ajusta a la fisonomía de la sociedad española. No solo es que encorsete el debate, simplificándolo e inscribiendo a los sujetos en dos bloques políticos. Es que a veces toma la forma de una guerra civil sin armas, donde hay que esperar cuatro años para tener el placer de una indolora pero visceral revancha. La diversificación real de la representación parlamentaria, ¿no contribuiría a enriquecer de matices el debate y a firmar un armisticio en el que se excluyese el sectario y permanente choque de trenes?

Impuestos. Parece que es inminente una subida impositiva a las rentas más altas. Si se adopta finalmente, Zapatero y su gobierno, a mis ojos, no harán sino continuar hundiéndose en el descrédito. De llegar, desde luego la celebraré. Pero la interpretaré como un síntoma más de la falta de dirección en este país, de la inseguridad, los titubeos y la falta de identidad política de nuestra dirigencia actual. Y, sobre todo, la entenderé como una decisión forzada por las circunstancias, después de que Portugal y hasta Francia --ambos con intervención conservadora-- hayan tomado la iniciativa, y como una resolución netamente electoralista, inspirada en el miedo a perder votos, mas no en un criterio rector de tono socialista.

Estado del bienestar. Almorzando hoy con uno de mis más queridos maestros, me transmitía éste un interrogante de esos que parecen poner fin a toda discusión. Seguramente el colega Non Sola Scripta podrá rebatirlo con estadísticas y datos fiables, pero he de confesar que su plasticidad, lo impactante de su imagen, deja pocas dudas a la respuesta. Ahí va: "¿cómo se explica que en la Europa devastada y apremiante de la segunda posguerra fuese posible edificar todo un Estado del bienestar, que ahora, con una renta per cápita, una productividad, una riqueza y una estabilidad notablemente superiores, ha devenido insostenible?"

La respuesta, claro, se encuentra en 1989. Aunque con sentido e intenciones contrapuestos, he leído tal parecer en autores conservadores y progresistas, y yo humildemente, en algún comentario y en alguna nota al pie, he dejado constancia de él. El Estado del bienestar, en efecto, era el reflejo institucional en Occidente del régimen comunista instaurado en la Europa Oriental. Todo un mastodonte armamentístico e industrial decía solidarizarse con la clase trabajadora internacional, que por tanto no convenía expoliar con descaro y sin prevenciones.

Mi maestro lo aseveraba más gráficamente: "los tanques del ejército rojo se encontraban en Berlín".

2 comentarios:

Mar Fernández dijo...

Ayayay, me temo que sin los tanques nos van a dar por saco pero bien...

Mar Fernández dijo...

¿Suicidios de niños? No se me ocurre algún síntoma mas claro de que una sociedad está enferma.