domingo, 16 de diciembre de 2007

Sobre la inflación

Leí ayer que el secretario de Estado de economía, David Vergara, apoya la iniciativa de la patronal española de no subir los sueldos en consonancia al aumento, más que considerable, del coste de la vida. Alegan todos, patronos y socialistas, el carácter extraordinario y pasajero de este repentino aumento de los precios, que de repercutirse en los salarios nos condenaría a una espiral inflacionista.
A nadie se le escapa ya que este ascenso imparable de los precios no es cosa de hace pocos meses. La única novedad es que, por fin, la subida ha comenzado a afectar a bienes que están incluidos en el baremo oficial del IPC, que fue convenientemente modificado justo después de la entrada del euro, con el fin evidente de enmascarar su impacto inflacionista. También es meridianamente claro que la causa última de la subida de precios no cae tanto del lado de los consumidores, jodidos cada vez que nos incrementan el coste de nuestras necesidades, como de la parte de los mercaderes, que, al colocar sus productos en el circuito comercial, deciden discrecionalmente su precio. En definitiva, esta carrera sin freno de los costes de la vida no equivale sin más a un empobrecimiento generalizado sino más bien a un enriquecimiento selectivo.
No obstante, el caso merece un par de puntualizaciones más, reconducibles en última instancia a un defecto cultural de la ciencia económica ortodoxa, que guía los pasos de la política española casi como si fuese El Corán en un Estado islamista teocrático. Esta deficiencia se refiere a la representación netamente decimonónica que la economía política continúa haciendo del entramado social, escindido según sus dogmas principales en un sector productivo minoritario y un sector de consumo mayoritario. Sólo así se explica que tomen el aumento de los salarios como la única causa controlable -ya que la fijación de precios se estima una aberración intolerable- de la inflación, pues el crecimiento de la renta familiar hace aumentar la demanda, y el exceso de demanda presiona sobre el valor natural de las cosas. Pues bien, esa figuración teórica debe ya declinar ante una sociedad cada vez más compuesta, desde el punto de vista económico, de autónomos, empresarios, freelancers y demás trabajadores por cuenta propia que, en conjunto, suman un potencial de consumo de mayor magnitud que la agrupación multitudinaria de mileuristas.
Se colige de esto que en una sociedad con claro predominio social de la iniciativa privada, la incontención de las rentas empresariales se traduce forzosamente en una subida de precios, como bien demuestra el hecho de que muchos españoles -cientos de miles, vaya- ganen lo suficiente como para adquirir una vivienda prácticamente por año, pese a sus actuales costes meteóricos.
A esta circunstancia acompaña otra, que considero de puro sentido común. Si se continúan estrangulando los salarios, y como consecuencia de ello el consumo de las familias desciende hasta lo estrictamente necesario, ¿no conlleva también esto un ostensible riesgo inflacionario, al tener el comerciante que suplir el descenso de ventas con una subida de precios para garantizar su renta habitual?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

No hace mucho (cuatro o cinco meses) leí una noticia dónde los empresarios reconocían que el aumento de beneficios empresariales no había ido acompañado, en la misma proporcionalidad, de un aumento de los salarios. En otras palabras, había llegado la hora de una subida salarial que compensace dicha distorsión.
Ahora resulta, que durante las vacas gordas unos pocos se han beneficiado sobremanera, mientras que, cuando llega la hora de los asalariados, es decir, hoy, no es posible una mejora de la renta porque podría desembocar en una inflación de precios.
A ver si los sindicatos, de una vez por todas, se dan cuenta de que en este país se aplica eso de !tonto el último¡ o aquello de que !quien no corre vuela¡.

Anónimo dijo...

En nuestro país lo percibimos como algo natural. Pero los beneficios de las grandes corporaciones financieras españolas son de los más elevados del planeta. Esto responde a la particular transición española al capitalismo, a la complicidad de bancos y dictadura durante 40 años y al hecho de que los bancos españoles se hayan dedicado aextraer ahorros de regiones pobres para invertirlos en regiones ricas del mismo país. (el que esto suscribe es catalán). En definitiva: los beneficios bancarios en este país salen de lo normal. Es un tema que merecería que algún medio de comunicación o algún investigador le hincase el diente.

Anónimo dijo...

Sólo un dato que me da a sospechar del poder de los bancos en España; en teléfonía, tenemos a la nacional Telefónica, conviviendo con Vodafone (Inglesa) y Orange (francesa); ahora con la compra parcial de Endesa, la electricidad en parte será de Enel (italiana); en general en todos los sectores económicos hay competencia extranjera, excepto en 2: el bancario, en el que la supremacía es total, creo que sólo Barclais tiene algo que decir y poco, según leía en el periódico hace unos días, y supongo que algo Citibank que ahora está de capa caída; y el segundo sector el de la construcción, tan español él en los últimos años, y lógicamente estrechamente vinculado al sector bancario por sus necesidades de financiación y las características tan "nacionales " del mismo en estos últimos años. Y en realidad, creo que no sabemos del poderío de éstos en el sector internacional, deben poner y quitar gobiernos, e incluso cosas peores. Preferirán tenerlo en silencio y sin decir nada llenarse los bolsillos impunemente.
Recuerdo a título de anécdota cuando empezaba mis frustados estudios de alemán que en el libro había un mapa de Alemania e identificaba las ciudades con algunos de sus símbolos (Berlín el muro, Francfurt la bolsa,..) y había varias ciudades con símbolos de empresas, como mercedes, bwm, audi y algunas más; intenté hacer el ejercicio mental en España, y ya no es haya o deje de haber, es que hay una carencia total de identificación con las empresas, no sólo con las ciudades, sino con los ciudadanos, ¿por qué será? ¿Será el manido que los españoles no tienen cultura empresarial por su historia católica que prohibía el préstamo? (curioso que los franceses no lo tengan)¿o será que tampoco la empresa ha hecho mucho por ello?