martes, 11 de marzo de 2008

La contingencia de los espectros

Quizá el post de ayer merezca alguna aclaración y una advertencia preliminar. Hay dos modos de concebir la acción política: el naturalista y el historicista. Para el primer tipo la política se debe ajustar siempre a una naturaleza intemporal e inmutable del hombre y la sociedad. Si los dirigentes exceden los límites infranqueables de esta naturaleza humana -simbolizada normalmente en los conceptos de bien común, interés general, etc.- la autoridad política se convierte en tiranía y despotismo. Para el segundo tipo, por el contrario, la potestad política no tiene ningún referente trascendente al que atenerse obligatoriamente. Según sus principios, la política se inscribe en la correlación variable de fuerzas que caracteriza cada momento histórico e incide en ella de modo transformador y creativo. Creo que la historia de la sociedad política demuestra a las claras que el primer tipo siempre ha sido la máscara del poderoso, que ha solido disfrazar el ejercicio de su autoridad y ha sabido proteger su privilegio como defensa institucional del bien de todos.

Teniendo esto en cuenta cabe afirmar entonces que la distribución de fuerzas políticas, la composición del espectro ideológico, cambia según los factores predominantes en la sociedad. Aunque quienes postulan el centrismo proclamen la inverosímil equivalencia entre el punto medio y la justicia, debe advertirse que la colocación de la mediana no es un asunto de moral sino de luha por el poder, de tensiones entre elementos sociales. Las pasadas elecciones, por tanto, pueden observarse deteniéndonos en la dialéctica de los partidos políticos, con el análisis de rigor de todo lo que concierne a subidas y bajadas de votos, a trasvases de electores y demás aritmética electoral. Pero también pueden ponerse en relación los resultados de ayer con la estructura ideológica de España, y la conclusión meridiana es que nuestro país se va derechizando a pasos agigantados, y este proceso trasciende con mucho la mecánica de los partidos políticos.

Así es. El efecto de la propaganda ultra neoliberal que hemos sufrido en estos últimos años -propaganda que encierra mayor interés en lo que silencia que en lo que condena- ha hecho que parezca creíble a muchos electores que ZP era un frívolo izquierdista falto de moderación. La sangría de votos que el PSOE ha sufrido en favor del PP y de UPD así lo muestran. La financiación de El Corte Inglés, el Banco Santander, Florentino Pérez, etc. a medios, articulistas, televisiones y un sin fin de agentes propagandísticos ha desplazado el término medio de la política mucho más a la derecha de lo que estaba. No sólo se han escapado votos desde el PSOE hasta el PP. Las formaciones más a la izquierda de nuestro espectro parlamentario se han autosacrificado para evitar el ascenso derechista y garantizar a ZP el gobierno. Ha sido como un tirón formidable hacia la derecha patrocinado por los ocultos y anónimos poderes económicos que se ha saldado con la supresión práctica de la izquierda crítica, la única que podía articular cabalmente un mensaje alternativo al de la fatalidad del capitalismo feroz que a nadie satisface pero que nadie cree capaz de alterar un ápice.

La vida social, empero, es mucho más rica en matices que cualquier reduccionismo partidario o electoral. La derechización se ha traducido en un desplazamiento del espectro partidario de nuestro país, pero no sabemos si ha sido así también en el terreno social. Por ejemplo, ¿los miles de votantes de izquierdas que han apoyado al PSOE se conformarán con un escoramiento derechista de ZP? Este va a ser un dilema cuya resolución pronto sabremos. Ayer el ingenuo y parcial Nacho Escolar advertía algo que aquí compartimos: ha ganado el ZP de la subida de los salarios mínimos, de la Ley de Dependencia, de las ayudas al alquiler, etc., no el de Gobierno de España, el del vasallismo al Príncipe o el de los 400€. Pero hoy mismo replicaba El País, con su habitual voluntarismo autoritario (sólo factible por expresar el poder social de una familia potente): las elecciones para Cebrian y Cía demuestran que España quiere centro. La cuestión a despejar es si el más que previsible triunfo de la doctrina de PRISA provocará alguna reacción en este nuevo electorado izquierdista decisivo para el PSOE o si, por el contrario, se resignará a pensar que éste representa el máximo de izquierdas posible dentro del actual marco político.

Con respecto al PP me equivocaba ayer: si hubiesen tapado la boca a Jiménez Losantos no habrían subido ni desplazado nuestro espectro ideológico. La actuación de estos voceros ha sido muy importante tanto para mantener despierto a su electorado como para convencer a muchos del supuesto izquierdismo radical de ZP. Ellos estarán ahora enzarzados en sucesiones y relevos, pero el trabajo sustantivo, la modificación del panorama político del país, ha sido un éxito y puede seguir siéndolo si nos colocamos en estrategias de medio y largo plazo.

Por último, IU no mejorará hasta que no suministre una buena dosis de materialismo a sus análisis, que desgraciadamente adolecen con frecuencia de simplismo y maximalismo. Creer, por odio visceral al PSOE (algo justificado sin duda en Andalucía, y justificable en épocas pasadas), que ha sido su cercanía la responsable de la desaparición supone un craso error. No ha sido esta proximidad, sino el tirón realizado por las fuerzas sociales encarnadas en la derecha lo que ha llevado a abandonar la formación a millares de ciudadanos no militantes para prestar su apoyo a ZP con tal de que nuestro derechismo no tome el poder. En una palabra: si ha sido el voto útil contra la derecha el factor determinante, entonces la alianza de gobierno con el SOE no ha supuesto el desgaste que se le atribuye. Pero claro, si el punto de partida es que PP y PSOE son lo mismo, entonces esto (y muchas otras cosas) pasará desapercibido.
La salida de IU la daba hoy Rafael Reig: si el tirón de la manta por la derecha ha dejado a la izquierda crítica con los pies al aire el único modo de volver a calentárselos es retornar a la sociedad. Decía antes que el espectro partidario se ha movido, pero no sabemos si eso ha sido así con la gama de ideas que circulan en sociedad. Si IU y lo que ella representa tiene poca cabida en un sistema parlamentario tramposo quizá el camino comience en el compromiso social, en las asociaciones, en los colectivos, dejando de lado toda la lógica y la mecánica de militancia de partido. De adoptar esta estrategia, quizá dentro de un tiempo el resultado pueda ser un regreso triunfal al Parlamento. Pero recomencemos por la sociedad porque a IU le sobra aparato, partido y ensimismamiento.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo parcialmente con usted, me gustaria que se leyera el articulo de hoy 23 de marzo de su querido Javier Ortiz, (tambien lo es por mi,que conste), ahi verá que el psoe tiene poco de izquierda, pero enfin es lo que tenemos, mal menor, diria yo. Me gustaria que dijera algo de nuestras elecciones autonomicas, que por ser el mismo dia que las generales, acaban sin analizarse apenas y ninguneadas, precisamente lo que quieren manolito chaves y sus secuaces. Considero que una nueva mayoria absoluta, nos lleva a una sociedad con electroencefalograma plano y a un regimen abusivo y degradante, por mera salud democratica, tenian que haber perdido al menos la mayoria ¿no cree?