sábado, 2 de agosto de 2008

Apuntes madrileños (I)

¡No son lo mismo!

Es comprensible que, como estrategia de diferenciación y visibilidad, cualquier corporación política construya su identidad social en oposición a las corrientes colindantes. Cuando se trata de conquistar votos, se hace entonces habitual la búsqueda del exclusivismo, presentándose el interesado como única alternativa real frente a otras opciones que, en realidad, ofrecen lo mismo. Eso hizo González cuando tachó a Aznar y a Anguita de ser "la misma mierda"; eso hacen la derecha y algunos integristas de izquierda al meter a IU y al PSOE en el mismo saco, englobando a ambos en el izquierdismo radical español (en el caso de los conservadores) o acusando a IU de "haber perdido su perfil", de haberse descafeinado y confundido con la tibieza socialdemocráta (en el caso de los izquierdistas); y eso hacen, sobre todo, quienes conciben todavía la acción política en función exclusiva del derribo del capitalismo (¿¡cuándo se percatarán de que los partidos y los parlamentos son inhábiles para culminar ese cometido, inviable sin el concurso activo de la sociedad civil!?) y, al apercibirse de que ni el PSOE ni el PP lo llevan a cabo, califican a ambos de ser exactamente lo mismo, y de defender exactamente los mismos intereses.

Basta con conectarse a Telemadrid y contemplar la edición de noche del noticiario para darse cuenta de que, como en todo, existen grados, y en esa diferencia gradual residen al final distinciones sustantivas. El presentador (¿Tomás Cuesta?), con un rictus autoritario y filofascista en sus labios imperceptibles, se encarga de adoctrinar machaconamente, haciendo continuamente valoraciones -como si fuesen obvias y de sentido común- acerca de aquello que informa. Cierto es que eso ya lo practicaba la histérica de Eva Hache, pero aquí se practica con gravedad, mala leche y circunspección. Junto al presentador, la presidenta, omnipresente en las noticias, y que anteayer comparecía en un círculo (¿cuál? ¿a quiénes representa? ¿quiénes lo eligen?) de empresarios madrileños dando sus recetas contra la crisis: liberalización, bajada de impuestos a los empresarios, desregulación de las iniciativas empresariales, moderación salarial... "Medidas propias de una política liberal clásica", concluía la voz en off que había presentado el reportaje. "Alcohol al fuego, más mercado contra los males del mercado", concluyo yo.

Por un momento me retrotraí a los últimos años de Aznar, ceñudo y embigotado pasando revista a los militares, con Urdaci diciendo ce-ce-o-o, con Dragó (posterior presentador de las noticias de Telemadrid) entonando panegíricos a José Antonio Primo de Rivera, con Rajoy hablando de los "españoles de bien", empleando el lenguaje guerracivilista, con el Centro de Estudios Políticos premiando el revisionismo histórico... ¿Ahí debemos regresar para recordar? ¿Hasta dónde alzanza el grado de torpeza de nuestros actuales dirigentes, que con su equilibrismo allanan el terreno para tal regreso, como muestran los casos francés e italiano? Atiendan uds. a los últimos datos del CIS, y comprobarán que las medias tintas en laicismo, economía, inmigración, nacionalismo y otros asuntos delicados conducen inexorablemente a una infausta derechización de España.

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